Noviembre 01 de 2013
Crónicas leticianas 60
“El valor de la ética y
la honestidad, entre otros valores”.
Corrían los primeros meses del año 1975 cuando llegó al
Amazonas, procedente de Medellín y contratado
por el hospital regional San Rafael de Leticia para ejercer hacer su año rural, el joven médico egresado
de la Universidad de Antioquia Julio Ernesto Toro.
Llegó con los ánimos, la buena energía y el espíritu de
trabajo que caracteriza a la mayoría de los paisas.
Escogió esa lejana tierra con miras a adquirir el
conocimiento y la experiencia médica que debe afrontar un rural en sus inicios, más en una ciudad como
Leticia en donde la distancia y la falta
de dotación hospitalaria, hacen que el
“aspecto recursivo” se manifieste para
sortear algunos casos y enfermedades,
situación que los vuelve diestros en la
improvisación, necesaria para sacar adelante cualquier eventualidad.
Llegó a aprender -entre otras materias- acerca de las
enfermedades tropicales endémicas que
azotan la región, las cuales experimentó
en las diferentes semanas de trabajo que como recién egresado le toco
desempeñar en el Hospital San Rafael de la ciudad, bajo la dirección del famoso médico Juan Silva Haad.
Su amor por el trabajo, su dedicación ,su ética y honestidad
profesional, su buen concepto de la amistad entre otros valores, le permitieron
compartir varios años con sus compañeros de planta , hoy eminentes y
respetables galenos en sus especialidades, como los doctores Horacio Giraldo (
neumólogo),Gustavo Echeverry (Radiólogo), Alvaro García ( oftalmólogo), Jorge
Restrepo (anestesiólogo), Gustavo Soler (odontólogo Q.E.P.D),Ricardo Rodríguez
(odontólogo), el Doctor Fernando Oldenburg (anestesiólogo), y el Dr Revelo,
secundados por prestigiosas enfermeras, licenciadas, bacteriólogas, nutricionistas,
instrumentadoras, mujeres de la talla de Julita de Bueno, Gloria Obando, Ruth de García Juanita de Echeverry entre
otras.
Son personajes que dejaron buena historia a su paso por el
hospital San Rafael durante sus años de práctica rural, en esa época cuando
la salud y la medicina eran humanizadas,
en donde los pacientes estaban por
encima de los intereses económicos de
las EPS y multinacionales farmacéuticas de hoy en día.
En una época cuando la apatía de un estado y la desidia de
unos gobernantes - como igual sucede hoy en día - descuidaron la precaria e
indigente salud del pueblo amazonense, obligando a su director Dr Silva a
fortalecer el hospital con donaciones de aparatos, instrumentos y dotación
hospitalaria hechas por el comerciante
greco-americano señor Mike Tsalikis ( este comentario lo hago a fin de que
llegue a oídos de algunos desagradecidos
que ya no reconocen las buenas acciones de uno de los pioneros del hospital y
la salud de los amazonenses Dr Silva y del benefactor del hospital señor
Tsalikis). Y para refrescarles esa mentalidad amnésica de algunos, recuerden que la primera ambulancia
(improvisada) al servicio del hospital, fue el carro particular de Mr Flodden
quien con su señora Elena colaboraban
con este servicio para el traslado de
los pacientes, vehículo que fue reemplazado por la primera ambulancia de verdad
que tuvo el hospital, donada por un narco de la época.
Volviendo al tema que nos ocupa, el Dr toro, disfrutó durante
su estadía de trabajo las bondades de
esa maravillosa y apacible tierra, alternando su profesión con las salidas al
rio a practicar canotaje, los paseos a diferentes lugares turísticos, las
tertulias musicales con sus compañeros
en la famosa heladería Palmeiras y las rumbas
que en compañía de su esposa Gloria disfrutaban
en el ambiente familiar de la discoteca Anaconda.
Como amigo personal tuve la gran fortuna que me apadrinara
durante mi matrimonio, evento que afianzó más nuestra amistad.
Finalizado su rural en 1977, regresó a Medellín en donde se
vinculó con la secretaría de salud del municipio, iniciando activamente su
carrera de médico graduado.
Desde Medellín añoraba los momentos felices vividos en el
Amazonas, hacia donde pensó volver a ejercer
su profesión razón por la cual llamó de nuevo a su director Dr Silva; desafortunada o afortunadamente, la única vacante que había
era la de médico rural, haciendo de
nuevo los turnos que ya había tenido,
por lo cual desistió en su intento.
Continuó en Medellín, como médico en el Barrio Popular en la Comuna
Nororiental. Posteriormente estuvo como jefe de la unidad médica en San
Cristóbal, desde donde pasó a instalar su propio consultorio en la calla 45 de
Manrique Central.
Con la experiencia adquirida, hacia el año 1981 se vinculó al
Hospital San Vicente de Paúl en la dirección médica, de donde pasó a trabajar
en Suramericana-Sura hasta 1994, fecha
en que pasó a la Dirección General en donde asumió como Director del Hospital
Universitario San Vicente de
Paúl-Fundación.
Allí empezó a ejercer una destacada carrera administrativa
que hoy lo tiene como uno de los administradores hospitalarios más connotados
del país, dirigiendo uno de los mejores hospitales de Colombia y de Suramérica.
Cuando empezó a regir los destinos del hospital, éste nunca había
dado el punto de equilibrio, es decir, siempre daba pérdida, pero ya a partir
de 1996 empezó a generar ganancias y debido a que - se le creció el enano -
como se dice coloquialmente y como el hospital existente no admitía reformas,
se pensó en la construcción de otro hospital.
Con esas ganancias y un préstamo bancario pudieron construir
la obra que lo tiene en el curubito de la administración llamado Hospital San Vicente de Paúl-Rionegro
Centro de Especializados, construcción hecha sobre un terreno vendido por uno
de los accionistas de Suramericana llamado
Gabriel Ángel Villa.
Con la asesoría de una
de las empresas más importantes a nivel mundial en el diseño de hospitales -
llamada Perkins Wills - y con especificaciones colombianas, construyeron el
nuevo hospital que tuvo un valor
aproximado de 250 mil millones de pesos.
Este hospital es uno de los más modernos de Suramérica dotado
con lo último en tecnología de punta
para atender especializaciones como: Resonancia, Tomografía, Cuidados
Intensivos; Radiología convencional, Cardiología, Gastrohepatología, y
Urgencias entre otros servicios y el cual ya cumplió dos años al servicio tanto de pacientes nacionales como extranjeros. La
dotación tecnológica de este
hospital fue posible gracias a una disposición que salió
durante el mandato del presidente Uribe que aún está vigente, en donde
autorizan crear las zonas Francas
médicas, áreas hospitalarias a donde
se pueden importar sin nacionalizar cualquier tipo de aparato tecnológico, con
la única condición que no se retire de esa zona como lo cumple en este caso, el
Hospital San Vicente de Paúl de
Rionegro.
Basado en ésta experiencia, que bueno fuera que los representantes y gobernantes de la región amazónica gestionaran
ante el gobierno nacional la creación de una zona franca medica de esas
características en la región, para dotar de nueva tecnología un moderno
hospital que tanta falta le hace a esa
frontera olvidada, que carece de un buen servicio hospitalario en donde - con
el buen manejo de los recursos como lo ha hecho el Dr Toro, ejemplo de tesón,
ética y honestidad - se pueden hacer tantas cosas para mejorar la calidad de
vida y salud que tanto necesita el pueblo colombiano, poniendo término , en el
caso del Amazonas y demás ciudades de Colombia al famoso “ paseo de la muerte”
que tantas víctimas está causando, entre otras anomalías.
Ya es hora de que los recursos de la región amazonense se
vean reflejados en obras que beneficien al pueblo dignamente, dejémonos de
tanto pan y circo y proselitismo
político recolector de votos que
solamente favorece a los politiqueros de
turno, mientras que el pueblo dador de votos y pagador de impuestos, como siempre,
comiendo de la otra.
Al Dr Julio Ernesto en buena hora, felicitaciones por tan
meritoria labor que puso a Medellín, Antioquia y Colombia en la mira del mundo
por el modernismo de esta obra que nos catapulta como uno de los hospitales más
modernos y mejor dotados tecnológicamente a nivel de Colombia y Suramérica.
Carlos Javier Londoño
O.