“Crónicas Leticianas”
“Aniversario No 50 del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia”
Hoy estamos de plácemes. El Benemérito Cuerpo de Bomberos
Voluntarios de Leticia celebra en este
día el quincuagésimo aniversario de su fundación.
Fue en la fecha enero 26 de 1966,
hace 50 años, cuando por iniciativa de
unos entusiastas voluntarios con el
señor Fabio Quintero Barrera a la cabeza como primer Comandante de la institución se dieron a la
tarea de sacar adelante ese proyecto.
Con los principios vigentes a la
fecha de Abnegación, Valor y Disciplina como pilares fundamentales de la
institución, fueron reclutando personal,
instruyéndolos en materia bomberil para hacer de la entidad lo que
hoy es , que a pesar de los
altibajos que ha tenido propios de las
entidades que están a merced de las
limosnas que les aporta el estado.
Para el año 1972 tuve el
privilegio de pertenecer a la
institución, seis años después de su creación razón por la cual desconozco el
historial de esos años anteriores, pero a partir del año en mención, haré un
breve recorderis de los acontecimientos más importantes que sucedieron durante mi estadía
y posteriormente a ella.
Cuando ingresé, en compañía de mi
hermano Oscar, como voluntario, el Comandante en jefe era el Mayor Fabio Quintero Barrera, gerente
del Incomex Seccional Leticia, secundado en autoridad por el Capitán Edison
Díaz Prada (Q.E.P.D), los tenientes: Tomás Cárdenas Barbosa ( Q.E.P.D), Jairo
Hernández ( Q.E.P.D), Manuel Cabrera Benítez
y Juan Revelo, como cabos
estaban: Milton Puentes, y Alberto Velandia, y entre los voluntarios que recuerdo estaban: Bayuca (
Q.E.P.D), Arturo Mantilla, Oscar
Londoño, Culimbo; Valera, Armando
y Germán Alarcón, Fermín Holanda, Roger Cuevas, Edgar Lozada,
Carlos Humberto Peña , Héctor Álvarez
(apodado El Varo) quien era el hazmerreír
en los entrenamientos con sus apuntes y su modo de actuar y mi persona entre
muchos otros, todos aglutinados en una
familia trabajando por la región y en donde cada uno iba ascendiendo según sus
capacidades y conocimientos.
Como voluntarios no
devengábamos ningún emolumento a
excepción de dos de ellos, que a regañadientes, eran remunerados por la
Comisaria.
Allí se vivía en un ambiente de
hermandad y camaradería en donde inclusive era posible disfrutar de una
habitación por el sólo hecho de ser voluntario y no tuviera en donde vivir.
Para el servicio de emergencias
se disponía de una maquina en condiciones no muy halagüeñas la que
tenía que prenderse constantemente
para que se mantuviera caliente y
no fallara al momento de actuar ante una llamada de emergencia.
También se disponía de un jeep
para el desplazamiento del comandante, quien vivía al frente del cuartel.
En cuanto al uniforme, era un overol enterizo de dril color café que no ofrecía ninguna
seguridad, asegurado a la cintura por una fornitura o correa ancha de donde
pendía una llave universal para abrir los hidrantes, el casco
era de un plástico endurecido con poca resistencia a los golpes y las
botas eran de caucho marca Croydon, lo
demás era nuestro cuero expuesto al peligro cada vez que se salía a una misión,
pero eso sí, con el orgullo y el valor de portar dicho uniforme.
Cuantos no añoramos la sirena
instalada en el colorido tanque de agua perteneciente a “Insfopal” al frente de
Muñocito la que fuera de anunciar emergencias y
tragedias, todos los días sonaba a las 12.00 pm anunciando el descanso laboral.
Y como anécdota: quién de la vieja
guardia no recuerda el perro que faltando uno o dos minutos para las doce se
paraba frente de ella esperando que esta sonara para él inmediatamente seguirla
con su aullido prolongado hasta que dejaba de sonar? Son las cosas lindas de la
Leticia que vivimos.
Esta emblemática sirena
posteriormente fue trasladada a la torre metálica de Telecom situada en la hoy llamada
plazoleta de los artesanos desde donde
también pendía una gran bandera de Colombia que se izaba en la mañana y
se arriaba por la tarde, símbolo de la soberanía colombiana que se divisaba
desde el
avión a su llegada a Leticia y desde la salida al Amazonas saliendo de Benjamin
Constant.
Durante nuestro ejercicio como voluntarios, hubo
muchas emergencias, accidentes, y tragedias que nos tocó afrontar y que pasaron a la historia y aunque no
recuerdo las fechas aquí destacaré alguna de
las principales:
La mayoría de ellas se
presentaban cuando aparecía el famoso
Viento de Santa Rosa fenómeno natural que no falla precisamente el día
de Santa Rosa de Lima patrona de los
peruanos, tempestad que cada año en
mayor o menor grado produce emergencias debido a la fuerza de sus vientos,
tempestad que puede ser en seco o
acompañada por un torrencial aguacero.
Para esa época, ese fenómeno,
entre las muchas veces que se presentó
recuerdo un amanecer, cuando el viento empezó a silbar presagiando una emergencia de grandes
proporciones. El rio estaba en su máximo crecimiento y el puerto viejo
estaba saturado de embarcaciones.
Los techos de zinc
comenzaron a volar por los aires cayendo
a muchos metros de sus sitios de origen. Yo dormía en las instalaciones cuando
sonó el teléfono de emergencia indicándonos el interlocutor que en el puerto,
las embarcaciones se estaban destruyendo entre ellas al golpearse unas con
otras por el oleaje producido por la fuerza de los vientos y que se oían gritos
pidiendo auxilio. De inmediato se accionó la sirena anunciando esta emergencia
disponiéndonos a salir a cumplir esa misión. Cuando llegamos al sitio todos
entramos en acción, ordenando a los propietarios que se encontraban a bordo de
las embarcaciones prender las máquinas y
tratar de sacarlas del lugar para así evitar la colisión entre ellas y por ende
su destrucción. Estando en esta tarea se escucharon los gritos femeninos
de alguien se estaba ahogando, sin
pensarlo dos veces corrí a la maquina
tome una cuerda y asiéndome por la
cintura me tire al rio con miras de efectuar el rescate, en la oscuridad pude
notar que se trataba de una señora a la cual, con un poco de dificultad, debido
a su obesidad, logramos sacarla a bordo
de una lancha. Cuando ya estaba a
salvo y mis compañeros de acción se
encontraban todavía en el agua,
cayó un poste electrizado cerca de ellos a quienes la corriente
eléctrica les engarrotó los músculos. Afortunadamente no hubo víctimas que
lamentar. Posteriormente supe que la señora rescatada se llamaba María Guerra
una famosa comerciante del rio y de Leticia.
Otra emergencia de recordación
fue el incendio de la bodega en madera de productos plásticos y de aluminio Croydon e Imusa situado en donde hoy queda el Centro
Comercial de los Canos. Este se inició en horas de la madrugada.
Cuando acudimos a él no había
agua en los hidrantes ni luz en el pueblo, afortunadamente el rio estaba
crecido y con las pocas ollas y baldes
que rescatamos se hizo una cadena humana para tratar de apagarlo manualmente,
de este incendio solo quedó en pie unos bultos de sal y una caja fuerte. Otra emergencia que
nos marcó fue el rescate de los pasajeros del avión Bandeirante
perteneciente a la FAB (fuerza aérea brasileña) quien con 22 pasajeros a
bordo, en una tarde de tempestad y con visibilidad cero, se estrelló en la frontera Colombo - Brasilera contra una
torre metálica de una emisora local. La única sobreviviente de este accidente
fue una tortuga que quedó con su
caparazón fracturado debido al impacto.
Cuando el rio crece se adentra por la selva y las calles del
puerto razón por la cual las lanchas quedan atracadas en el puerto, cerca de
las casas y las bodegas de madera. Una
tarde se incendió una lancha cargada con bidones de combustible.
Salimos a sortear la emergencia.
Nos introducimos rio el cual nos daba a la cintura, con miras a enganchar la
lancha incendiada con unos garfios y así poderla arrastrar hasta la mitad del
rio para evitar una catástrofe si se
presentaba una explosión. Así lo hicimos, mientras la enganchamos los otros voluntarios empezaron a halarla
hacia el centro del rio con un deslizador, cuando se encontraban en esta
operación todo el material inflamable
que transportaba explotó, produciendo un hongo
espectacular. Como resultado de esta explosión la onda expansiva tiró a
los voluntarios al rio algunos con
quemaduras de tercer grado los cuales
fueron rescatados posteriormente sin
presentarse víctima alguna.
Otra emergencia traumática fue el rescate de la selva
amazónica de la avioneta de la Comisaría identificada con el HK 4528 G en donde murió nuestro teniente de Bomberos
Jairo Hernández Pagador de la Comisaria. De no ser porque un plano quedo en la
copa de un árbol y fue avistada por el avezado piloto George Tsalickis el encuentro de ella hubiera sido
dificultoso.
Irónicamente después nos tocó
rescatar de las aguas del rio Amazonas, cerca de Ramón Castilla, el cuerpo de
George quien despegando, desde el río,
se le capoteó la avioneta muriendo por
inmersión al no poder desabrocharse el cinturón de seguridad. Después de mi
retiro de la institución hubo otras menores y grandes emergencias entre las cuales estuvo la caída a la selva con 90 pasajeros del FAC- 902, la peor tragedia aérea ocurrida en la zona, rescate el cual ya presidí como Jefe de Socorristas de la
Cruz Roja. Posteriormente a este accidente estuvo la caída del carguero de
Aerosucre por los lados de los Lagos.
Éstos como los principales
insucesos ocurridos durante los 50 años
de funcionar de la institución.
Que espectáculo era ver a los
voluntarios los días sábados, día de
instrucción con su trote acompasado correr detrás de la máquina de Bomberos por las calles de
la ciudad.
O cuando la maquina salía del
cuartel sonando la sirena ante una llamada de emergencia, los voluntarios que le salían
al paso corrían paralelo a ella
tratando de subirse y así ir a colaborar en la emergencia.
Esa era la época en que la
mayoría de los habitantes de Leticia vivíamos y actuábamos en función de sacar adelante la región sin el interés pecuniario desmesurado que rige
actualmente en donde toda acción a efectuar lo primero que se pregunta
es el famoso: “Como voy yo”, en
una sociedad en donde ya nada se hace
gratis como en aquellos días, pues la
expresión “Ad - Honorem” y solidaridad
pasaron de moda.
Como la mayoría de las
instituciones de la región, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia no fue
la excepción a los actos corruptivos,
después de la comandancia de Fabio Quintero,
por uno los comandantes que le sucedieron, situación que es bien conocida por
la mayoría del pueblo leticiano.
Pero a pesar de ello, ahí va la
institución saliendo adelante, con voluntarios prestos a servir a la ciudad,
unos por vocación, otros por figuración, pero siempre dispuestos a sacrificarse
en pro de la ciudad y de los vecinos brasileños y peruanos.
Entre los comandantes que han
pasado y estuvieron desempeñándose en el
cargo durante estos 50 años están: Mayor Fabio Quintero Barrera comandante –
Fundador, Capitán Edison Díaz, Prada, Teniente Nelson Aguilar Doncel como
Comandante interino, Capitán Milton Puentes Cuellar y el actual Comandante
Braulio Trujillo Collazos, único representante de tan prestigiosa
institución nombrado directamente por el
Concejo de oficiales de Leticia y
el Director Nacional de Bomberos
amparados bajo la nueva ley de
estructuración Bomberil de Colombia.
A todos mis compañeros Bomberos Voluntarios mencionados o no, a todos los que hicimos y
hacen parte de esa benemérita
institución quiero darles las gracias por tan meritoria y desinteresada labor,
en un pueblo en donde ya estas
acciones no son admiradas porque no representan usufructos para sus
miembros y en donde los que hicieron esa loable labor algunos mueren en el
olvido y el desagradecimiento.
A nuestro Comandante en jefe Señor Fabio Quintero
Barrera, el Superior, el amigo, el
voluntario desinteresado quiero darle en nombre del pueblo Amazonense las más infinitas gracias por el legado que nos inculcó a todos
los que fuimos sus subalternos. Gracias por su labor cumplida y por la heredad
que les dejó.
Un abrazo en vida respetable Comandante.
Carlos Javier Londoño O.