domingo, 16 de septiembre de 2012


Septiembre 15 de 2012

Crónicas leticianas 19

Rumba en la frontera

Antiguamente El Marco y Tabatinga eran dos poblaciones, la civil y la militar que unidas en una sola, conformaban el área fronteriza brasilera.
La población de El Marco, era el sitio obligado a visitar, tanto  nosotros los habitantes de Leticia como los turistas que arribaban a la ciudad, cuando de rumbear, cambiar de ritmo y de licor se trataba.
Parte de la población esperábamos con ansias que fuera el sábado para irnos a bailar al otro lado, conformando unas “patotas”  que en barra nos dirigíamos  hacia los bailaderos pues a estos había que ir prevenidos, ya para ese tiempo la rumba con los brasileros era complicada pues en esos sitios como eran tan populares, había que estar a la expectativa, pues como los colombianos teníamos fama de buenos gastadores éramos muy apetecidos por las brasileras con las cuales teníamos bastante afinidad, razón  por la cual había que estar listos para  defender a la amiga y a la botella  que bebíamos que casi siempre era ron bacardí, pues esta al menor descuido en la mesa desaparecía, y eso era motivo para que se prendieran unas peleas de la madona.
El traslado hacia esos sitios casi siempre lo hacíamos a pie por una calle  sin pavimentar que  hoy en día es  la que conduce a las instalaciones de la planta generadora de energía. Este camino era el más rápido para llegar por el cual no había problema mientras no lloviera pues había que pasar la quebrada San Antonio.
Allí estaban los bailaderos esperando a sus danzantes, los cuales se reconocían por la cantidad de personas afuera, por las ventas ambulantes y por el ruido estruendoso de los amplificadores ellos eran: El Chapeau de Palha, Bracope, Tropical y la carpa de Pulinho.
Esos sitios eran todo el embrujo de la cultura brasilera en cuanto a bailes y música se trataba y en donde las “garotas” con sus esbeltos y esculturales cuerpos danzaban insinuantes al ritmo  de la música  siendo el atractivo turístico  para muchos colombianos.
Había que ver el remedo de Carnaval de Río de Janeiro que presentaban en el pueblo en la misma fecha en que ocurría el mundialmente  conocido carnaval.
Danzas y música samba se bailaban y se dejaban escuchar durante los mismos días que duraba el carnaval de río en donde la gente enardecida por el ritmo y el licor danzaban varios días seguidos   estimulados por un aerosol que esparcían en el aire  conocido como Chisguette o Chinguette el cual producía un estado de fogosidad  y ahuyentaba el sueño Era una especie de doping para resistir esa maratón bailable
Ritmos de la época se bailaban hasta el amanecer siendo la samba el principal, con temas como cidade maravillosa,  cachaza nao é agua nao,  Me da dinero ahí, el carimbó- Sirimbó de Pinduca, temas de Martinho Da Vila como Canta canta minha gente, Lindomar Castilho con voce e doida de mais, Benito de Paula, conjuntos juveniles como Os Motokas  y otros temas como Sinha Pureza, y e prohibido cuchilar, alegraban la noche.
Era una experiencia inolvidable sobre todo cuando se iba por primera vez. Al amanecer cuando había que regresar a Leticia, venía la complicación pues no había transporte y el regreso había que hacerse a pie, si no había llovido no era problema, pero si esta hubiese caído  y escampado el regreso era toda una odisea pues habían dos opciones para ello,  por el desecho de la quebrada San Antonio que a esa hora era oscuro y era peligroso  o por la avenida internacional por donde el barro amarillento   extraído de  los huecos cavados para hacer  la red del acueducto eran unos obstáculos a superar pues ese lodo se le pagaba a los zapatos quedando uno como montado en plataformas.
Además de las caídas de los que iban “tomados” hacían parte de la fiesta del regreso Hablando coloquialmente era una embarrada total la que regularmente salía, al llegar a casa, con un buen baño.
En Leticia, también teníamos nuestros sitios de diversión y sano esparcimiento empezando por “el Apostadero Naval” que venía a ser el club social de la ciudad  en la época  y en donde se realizaban espectaculares fiestas con artistas y orquestas de renombre nacional como Los Hispanos, Lucho Bermúdez, grupo Niche, Mario Gareña, Rafael Escalona,  Nelson Pinedo entre otros.
También estaba la caseta  llamada “La Cumparsita” administrada por el famoso “Jabalí” en donde los sábados y días feriados se presentaban conjuntos tanto colombianos como peruanos y brasileros además de la orquesta local “Amazonas Ritmo y Onda” con  don Chepe Ramírez como director. Temas como “la Sirena” “El forastero” y otros de Nelson y sus Estrellas  y Nelson Henríquez se escuchaban hasta el amanecer. Posteriormente aparecieron las discotecas como “La Tarántula”, La del Hotel Anaconda, Discoteca Tacones y la Poversa las cuales tienen sus particulares historias   de la época del narcotráfico. 
Si de enamorar se trataba había unas buenas heladerías en donde se podía ir a degustar un buen trago, con buenos decibeles en el sonido que permitían charlar  con su pareja o escuchar la música de la época  con  los temas de Roberto Carlos como  Amada Amante, Detalles, Amigo, Jesucristo, temas de José Augusto como Candilejas, temas del gigante de la canción Nelson Ned como si las flores pudiesen hablar y yo también soy sentimental. Temas románticos con los cuales muchos conquistamos y enamoramos  a nuestras novias  y posteriormente a nuestras esposas.
Tales heladerías  eran “Acuarius” de los hermanos Mejía, situada en donde hoy queda el colegio naval muy visitada por su atención, también estaba “Palmeiras” situada exactamente en donde hoy está el almacén El Opita. Ese era el sitio de mayor concurrencia por los habitantes y los turistas pues las mesas situadas en la parte de afuera del local eran apetecidas por la frescura que procedía del río en las noches de verano además de su famoso trago  a base de ginebra y limón llamado “Samahuva Especial Drink” que era un  agradable estímulo al organismo  después de haber estado todo el día de tour por el río, esa era administrada por  los hermanos Londoño., la terraza de Mike famosa por que desde allí se fotografiaban  los hermosos atardeceres. Estaban además la del Hotel  Parador Ticuna que para un domingo ir con la familia a la piscina era especial, la del Hotel Colonial y la del Hotel Anaconda que pasó a la historia porque era prácticamente la oficina de todo emergente que llegaba a la región.
Y  si de complacer su instinto gastronómico se trataba, hubo magníficos sitios para degustar un buen plato empezando por “La Barra”  cuando fue un bar restaurante, manejado por  el famoso “Grillo” y su socio Javier Espinoza. Restaurante que hasta ahora creo no haya sido igualado pues allí se comía el mejor churrasco servido en la ciudad acompañado de un buen vino Martínez Cuesta Rioja  tinto o blanco de cavas españolas, también estaba el restaurante del  también español Barbero que quedaba al frente de Barbacoas, el Caravelle con comida típica peruana situado en donde hoy queda el supermercado León estaban además los restaurantes de los hoteles  Anaconda, Parador Ticuna, y Colonial como los mas representativos.
Esto es grosso modo un recorderis de los sitios que nos dejaron gratas recordaciones  en la época en que Leticia era una ciudad ecológica, pulmón del mundo y el turismo nacional y extranjero era visible por todas sus calles, avenidas, almacenes, bares y restaurantes en donde en un sano compartimiento se mezclaban con la población. 

lunes, 10 de septiembre de 2012


Septiembre 08 de 2012

Crónicas leticianas 18

“Costumbres que nos unificaban”


Son las 7 am de un día cualquiera de los años 70   en la ciudad de Leticia.
Un escuadrón de la Armada Nacional impecablemente vestido de blanco con su armamento al hombro, marcha acompasadamente detrás de la banda marcial de la misma institución dándole vida a la ciudad, hacia la plazoleta situada en donde hoy quedan los dos monumentos mas representativos de la ciudad, el monumento a la negligencia llamado “Hotel Victoria Regia” y el monumento al despilfarro llamado “Monumento a la Hamaca”.
Allí, en una gran torre metálica que se eleva al infinito, todos los días en la mañana y en la tarde se izaba y se arriaba el tricolor colombiano, el cual  en la cima de la estructura, se ondeaba majestuoso como saludando a los dos países vecinos haciendo alarde de soberanía.
Era una ceremonia  significativa durante la cual  al momento de la izada del pabellón y  canto  de nuestro Himno Nacional  entonado por los infantes de marina,la ciudad se paralizaba.
Los carros,motos y transeúntes detenían su marcha, los pasajeros se apeaban de sus vehículos y como buenos soldados con el pecho henchido de patriotismo, se ponían firmes.
Por la tarde, a las 5 pm se repetía la misma ceremonia con la arriada del  pabellón.
Esta manifestación nacionalista mantenía fusionada la población en torno a sus  autoridades  y manifestaciones patrias con el respeto que estas se merecían, pues nadie se atrevía a  irrespetar  tan solemne ceremonia so pena de ser reprendido por las autoridades.
Espectáculo que era admirado y comentado por los turistas que lo presenciaban aduciendo que este era un gesto patriótico transcendental  solo visto en esa frontera y que por el respeto y solemnidad con que se hacia era digno de imitarse en otras ciudades de Colombia.
Hoy recuerdo con nostalgia, como para el 20 de Julio de 1985, posterior al desfile patrio con que se celebró esa fecha en las tradicionales fiestas de  la Confraternidad Fronteriza, en otra torre más alta que la anterior, situada a la altura de la frontera por la avenida internacional y creo que perteneciente a las comunicaciones de Telecom, se quiso batir un récord pues en esa torre de 108 metros de altura, se izó una de las banderas mas grandes de Colombia para esa época,  que medía  460 metros   cuadrados y la cual necesitó de 6 miembros militares para ser izada, y como dato curioso se tardaron 12 minutos en subirla y en donde el himno nacional se tuvo que repetir varias veces debido a lo pesada que era, lo que hacia lenta la subida
Lástima que esta arraigada costumbre fuera abolida  y fuera reemplazada por una ceremonia poco vistosa y muy particular la cual personalmente observé en una calle paralela al edificio de la policía  en donde unos agentes entonando un melancólico  himno nacional desentonado y a bajo volumen  cantando mas por obligación que por convicción y si a esto se le suma  las  risas y conversas de los alumnos del Sena aledaños a este acto que a esa hora están entrando a clases, mas  el  desplazamiento de personas y motos  que sin ningún respeto deambulan por el área sin mediación de autoridad alguna hacen que este espectáculo desmerite la autoridad y soberanía  reinante en ésta significativa frontera.
Otra de las evocaciones  que pasó a la historia pero que también es de grata recordación, era  el toque  a las 12 m de la sirena del Honorable Cuerpo de Bomberos de Leticia  instalada en el colorido tanque metálico de la empresa de acueducto municipal “Insfopal” que quedaba al frente de la tienda de Muñocito. por la Avenida Vásquez Cobo,que anunciaba que el día se partía en dos y que la tarde empezaba, anuncio para que muchos comerciantes cerraran sus negocios y salieran a almorzar
Lo que mas llamaba la atención era que faltando cinco para las doce a esa esquina, antes de sonar la sirena, llegaba todos los días un perro el cual  se sentaba a esperar el ulular del artefacto.
Cuando iniciaba el ensordecedor sonido, el perro inmediatamente se emparejaba con la sirena a aullar hasta que terminaba  de sonar. Era digno de admirar la puntualidad del animal quien después de terminado el acto, se marchaba a su casa.
Y otra cosa muy importante que mucha gente desconoce era que los  toques de la sirena tenían claves para la ciudadanía, las cuales podían ser el número de veces que sonaba que podían indicar, emergencia aérea,  fluvial, terrestre o emergencia  general.
Que levantamiento de moral la que ejercía aquella  bandera en la cima de esa torre,  cuando al llegar el avión a Leticia y antes de aterrizar lo primero que uno divisaba desde el aire era el tricolor ondeando en medio de la ciudad y al aterrizar  se divisaba el famoso tanque multicolor del acueducto.
Lo mismo ocurría cuando se regresaba por agua de Benjamin Constant , lo primero que uno divisaba en lontananza al entrar en las aguas del río amazonas, era el pabellón  nacional ondeando y señalando exactamente en donde quedaba  la ciudad de Leticia.
Que bueno sería retomar esas  viejas pero significativas costumbres que sanamente unificaban a la población, mas ahora que  Leticia  se esta dejando absorber por el idioma, las costumbres y ritmos brasileros desplazando nuestros auténticos valores colombianistas.

Agosto 31 de 2012


Crónicas leticianas 17

Nuestro sentido patriótico en la frontera.

Desde los  tiempos en que Leticia pasó a ser territorio colombiano, los peruanos no han visto con buenos ojos esta perdida, razón por la cual en épocas anteriores siempre se especulaba de una posible toma de la ciudad por parte de ellos.
Fue así como una tarde de aquella época, se  empezó a correr el rumor de que esa noche la toma podía hacerse realidad.
La tensión se acrecentaba  mientras caía la tarde, movimiento de tropa, gente inquieta y a la expectativa, era lo que se veía.
El Comandante de la guarnición  Mayor Casalins, perteneciente  a la Armada Nacional, al observar que la población se encontraba intranquila, como medida preventiva y defensiva y  como jefe militar máximo en la zona, permitió como acto excepcional el porte de armas para todos los civiles residentes en la ciudad.
Para complementar este rumor, ya entrada la noche se observo en la isla peruana que quedaba al frente de Leticia, unos  movimientos de luces y reflectores que alertaron, previnieron y tensionaron más  a la población  y a las autoridades locales.
Ante la orden impartida por el comandante, la calles se vieron pobladas, fuera del personal militar que patrullaba, con personal civil  quienes portaban toda clase de armamento desde los más viejos hasta los más modernos, hecho que causó asombro a las autoridades que desconocían el potencial bélico que poseía la ciudad.
Como personaje destacado en esta operación tenemos a un  ex presidiario de la selvática colonia Penal de Araracuara la cual  había sido cerrada en años anteriores, quien residía en Leticia.
Los presos que allí purgaban sus penas, al cierre de la prisión, muchos se quedaron a vivir en la selva y otros se trasladaron a ciudades colombianas incluyendo Leticia en donde habitaban, como decentes ciudadanos, un buen número de ellos.
Este personaje conocido como “ 7 pintas” cuyo apodo  se gano por su forma peculiar de vestir pues para cada día de la semana tenia una pinta diferente la cual no repetía. Era una de sus características.
A pesar de sus antecedentes, vivía normalmente y era respetado en la ciudad.
Esa  noche aprovechando la orden impartida  por la autoridad, sacó a relucir sus armas  y concretando a varios de sus compañeros de reclusión, formó un comando quienes marchando acompasadamente desfilaron por la ciudad dando un ejemplo de patriotismo jamás visto, y los cuales dirigiéndose a la sede militar se pusieron firmes ante las autoridades  encargadas  como un comando voluntario dispuesto a defender la soberanía de la ciudad si la ofensiva se hacia realidad. El comandante, agradeciéndoles el gesto les pidió el favor de que patrullaran la ciudad.
El Mayor quedó impresionado  por la cantidad de armas que salieron a relucir, lo mismo por el gesto patriótico de las gentes que en grupos se presentaban al comando a ofrecerse como voluntarios en la defensa de la ciudad.
El pueblo no durmió esa noche, gente armada  recorría la ciudad en motos, carros  y cuanto vehículo de tracción funcionara. El jefe de bomberos como radioaficionado que era, de desplazó con una patrulla militar río Amazonas arriba  a comprobar la veracidad del rumor, desde donde se contactó con la guarnición en Leticia, con sus colegas  radioaficionados colombianos y del mundo quienes por su intermedio conocieron  la situación..
Al amanecer  regresaron con la buena noticia que el rumor era una falsa alarma y que los movimientos que se veían al frente en la isla, era una embarcación de gran calado que estaba en reparación.
Toda la ciudad volvió a la normalidad y del armamento exhibido en la  noche, conocido por las autoridades, al otro día desapareció como por arte de magia sin que éstas tomaran cartas en el asunto pero con el conocimiento de que allí existían y que estaban listas para defender el nombre de Colombia.
Con este gesto se demostró que las gentes que vivíamos en aquella época en esa querida frontera, nos corría por las venas ese amarillo, azul y rojo de nuestra bandera colombiana la cual no estábamos dispuestos a  que nadie nos la irrespetara y en donde ese vibrar de patria y el nacionalismo existente en cada uno de nosotros hacia que las  autoridades no se preocuparan en demasía,  pues sabían que la frontera estaba bien cuidada y representada.
Situación muy diferente a la que se vive actualmente  en donde me tocó presenciar  entre otras demostraciones apátridas, que al sonido de nuestro himno nacional, a la juventud y a mucha gente les preocupa muy poco su respeto y sobre todo no hay autoridad alguna que lo haga respetar. De ahí que escuchar ahora en esa frontera,  nuestro himno o un forró brasileño en alguna presentación, es la misma vaina. 

Agosto 24 de 2012


Crónicas leticianas  16


Y sentamos un precedente.


Fue el día 6 de Noviembre  de 1985 cuando siendo presidente de la Cámara de Comercio del Amazonas apoyado por mi secretario ejecutivo señor Roberto Camacho Prada y la junta directiva en pleno conformada por hoy prestantes comerciantes de la ciudad y apoyados por el comercio y el pueblo en general, sentamos un precedente histórico en el Amazonas al realizar el primer paro generalizado con repercusión nacional.
Cansados de que Leticia fuera la cenicienta de Colombia manejada en ese entonces por el Departamento Administrativo de Intendencias y Comisarías “ Dainco” dirigido por el politiquero de oficio Héctor Moreno Reyes, segundo presidente de Colombia virtualmente pues bajo su mando estaba casi medio  país conformado por las intendencias y comisarías de la época y que fuéramos el basurero energético del país  donde nos mandaban para suplir nuestra necesidad lumínica, todas las plantas generadoras viejas que sobraban en los departamentos, las cuales solo nos producían gastos en combustible y repuestos pues eran mas los días que permanecían en reparación que produciendo el fluido eléctrico,  fueron los motivos suficientes para realizar esa la protesta.
La Cámara de Comercio del Amazonas como ente manejador de los destinos del comercio en la ciudad y ante  las continuas quejas por la falta de  este vital servicio y aunque esta no es una de sus atribuciones, convocó al pueblo en general a una protesta pacífica para reclamar uno de sus sagrados derechos que como mínimo debíamos de tener en esta frontera representativa del país.
Unidos bajo un mismo lema  con sentido de pertenencia, con ese vibrar de patria y sobre todo con ese espíritu de colaboración y unidad  que nos caracterizaba cuando había que luchar por algo que nos afectara,hicieron que  la gente reaccionara  ante esta situación y burla de los organismos estatales.
Fue así como convocamos para ese día  6 de Noviembre un paro general del comercio leticiano como medio para hacernos sentir.
Desde tempranas horas la ciudad amaneció con sus  locales comerciales cerrados  y los comerciantes secundados por el pueblo se fueron arremolinando en las afueras del edificio de la Comisaría, hoy edificio representativo de la gobernación en donde quedaban las oficinas de la Cámara de Comercio.
Cuando ya había personal representativo, se dio comienzo a la marcha pacifica por las principales calles de la ciudad con terminación de la protesta al frente  del edificio en donde funcionaban las vetustas plantas generadoras.
Al paso de la manifestación mas pueblo se unía a la causa y al son de arengas y estribillos dicientes y motivantes, nos dirigimos a la avenida internacional.
A medida que la mañana transcurría el calor se hacía sofocante  enardeciendo más el cuerpo de los manifestantes razón por la cual en esta avenida trato de dañarse la protesta pues ya hubo conato de piedra y el derribo de varios postes de luz para obstaculizar el tráfico automotor por la frontera, afortunadamente todo se controló a tiempo y el río humano continuo la marcha hacia el objetivo, las instalaciones  en donde funcionaban las plantas.
Con antelación los comerciantes de productos cárnicos de la plaza de mercado con “tortilla el pobre” a la cabeza, se habían comprometido a hacer un sancocho colectivo para atender a los manifestantes después de la marcha.
Desafortunadamente este fue el hecho negativo que marcó la protesta , pues ese amigo al venir por la avenida internacional en su moto en estado de embriaguez a supervisar el alimento convenido chocó con uno de los postes tendidos en el suelo impacto que le causo la muerte  en forma inmediata.
Esto fue posterior al paso de la muchedumbre que ya se encontraba al frente del objetivo enardecida, lanzando vituperios e insultos contra la clase dirigente y el gobierno y una que otra piedra contra las instalaciones en donde operaban las causantes de la protesta. Afortunadamente  teníamos credibilidad y nuestra lucha en ese momento era que la manifestación  no se fuera a degenerar porque ahí si sería el acabose.
De pronto alguien de la multitud grito que nos dirigiéramos a tomarnos la pista del aeropuerto a la hora de la llegada del vuelo de Avianca.
Ahí si pensé que la manifestación se iba a degenerar pues la gente no lo pensó dos veces y empezaron el desfile hacia el aeropuerto.Ya el avión  se encontraba en plataforma.
Al llegar al Terminal aéreo,  ya la fuerza pública estaba replegada dispuesta a impedirnos  el acceso a la pista, afortunadamente el problema generador de la protesta nos tocaba a todos inclusive a la misma policía.
Al observar que la gente iba dispuesta a todo me adelanté  a hablar con el comandante del operativo, amigo comprensivo,  tocado como dije anteriormente por el mismo problema a quien le solicité que nos dejara pasar que yo me hacia responsable de la situación pues el impedimento podía desencadenar en choque entre los dos bandos lo cual no era necesario que yo me responsabilizaba de los manifestantes  y que él se encargara de los agentes, pues  el enfrentamiento si se daba, era desigual pues nosotros triplicábamos a la fuerza pública, a lo mejor esta visión sirvió de  argumento  para que nos dejara seguir.
Apaciguando a la multitud de que guardaran la compostura y el orden sobre todo al llegar cerca de donde se encontraba parqueada  la aeronave con miras a que no fueran atentar contra ella, la gente se sentó en el suelo impidiendo que el avión decolara hacia Bogotá.
Mientras esto ocurría, delegue mis funciones en otros compañeros y me dirigí a la casa a vestirme con el uniforme de Socorrista de la Cruz Roja pues yo era también el director de Socorrismo en esa época.  Cite a varios de los integrantes  de la institución  y con agua regalada por los comerciantes me dirigí de nuevo al aeropuerto a hidratar la gente y a estar pendiente a prestar cualquier auxilio necesario
Que conciencia tan verraca y que espíritu de solidaridad la de los manifestantes pues a esa hora la pista parecía un hervidero por el calor canicular que emanaba la pista, mas sin embargo esto no fue obstáculo para que todos permanecieran sentados en el piso, impidiendo la salida de la aeronave.
Mientras tanto mi hermano, poseedor de un local en la sala de espera del aeropuerto convencía a los pilotos amigos de él de que se unieran a la justa causa encerrándose en el local mientras pasaba la situación. Así lo hicieron, gesto que fue agradecido por los dirigentes de la manifestación.
Al verme el comandante de la policía vestido  como socorrista  me dijo; Ah es que me está jugando a dos bandos?. Tranquilo comandante que aquí no va a pasar nada le dije sonriendo y empezamos a repartir el agua a la policía y a los manifestantes. 

domingo, 19 de agosto de 2012


Bogotá Agosto 19 de 2012


Crónicas leticianas 15

Revivamos nuestra historia.


Ayer, día en que se cumplieron 23 años del magnicidio del Dr Luis Carlos Galán, recordamos con tristeza como ese año y ese día también asesinaron  la “esperanza” para Colombia, esperanza de cambiar esos modelos prefabricados por los “patrones del mal” existentes en la época y que aún perduran.
Patrones que no permiten que esos esquemas y conductas cambien  porque se trabaría toda esa maquinaria montada con la cual manejan los destinos del país, de los departamentos, de las ciudades y los pueblos.
Y repasemos nuestra historia para que estas juventudes nacientes se empapen de la realidad que existió, existe y existirá sino se toman los correctivos para dar al traste con este “cáncer” llamado corrupción e ilegalidad que cada día involucra  mas personas inescrupulosas y aquellas necesitadas de trabajo, experiencia y medios para subsistir .  Y este repaso y evocación va para las nuevas generaciones amazonenses que a lo mejor desconocen   o conocen y les es indiferente la situación   o la causal de la problemática que los aporrea actualmente.
En los años 70  Leticia empezó a figurar  en el ámbito  nacional y mundial, no por ser la ciudad ecológica, pulmón del mundo y menos la ciudad turística por excelencia si no por ser  el paraíso de los emergentes de la época enunciados en el seriado “Pablo Escobar el patrón del mal” y por otros que aunque no figuran en el seriado ahí estuvieron haciendo parte de la parafernalia de ese “negocio” entre los que destacamos comerciantes, aduaneros, autoridades civiles y militares y en general todo el pueblo que directa o indirectamente fue tocado por este fenómeno económico, y además por ser la puerta de entrada a la bonanza que tanto daño le hizo a la ciudad y al país y  de la cual muchos subsistieron y aún subsisten y aunque a muchos nos duela reconocerlo, Leticia fue la  mamá de este esperpento el cual la mayoría piensa que se originó en el interior o en la costa colombiana.
Por esa razón los que allí vivieron en esa época, empezando por los indígenas,  se acostumbraron  a ganar el dinero relativamente fácil, y  nunca pensaron que la bonanza se acabaría  no previendo el futuro ni económicamente ni preparándose con educación para afrontar esta realidad existente y fue ahí en donde apareció y aunque antes ya existía pero no con el descaro patético como se vive actualmente, la “política” como  recurso para seguir delinquiendo pero esta vez con legalidad y  autorización de los gobiernos de turno.
Fue en esa década cuando Don Crisanto Pérez fundó  la famosa “Casa Liberal del Amazonas”  epicentro de las actividades políticas y corruptivas de la región desde donde se subían al poder, comisarios, alcaldes, concejales, diputados y representantes quienes con la ayuda interesada  de este amigo y con el apoyo  de los asiduos emergentes que nos visitaban frecuentemente y los que, si movían la situación política a nivel nacional, como no la iban a mover en un pueblo olvidado que se defendía  a uña y diente para salir adelante, ayudaron también  a los patriarcas, gamonales, comerciantes,  y autoridades  quienes unificando el dinero bueno conseguido con el sudor de su frente con el dinero de las actividades ilícitas, hoy llamado “ lavado de activos” surgieron y tomaron fuerza patrocinando, manipulando  y hasta intimidando  elecciones y nombramientos.
Allí en esa casa y sobre todo en la “casa Grande” en donde las reuniones  eran más fácil que pasaran desapercibidas, hicieron fila para recibir las dádivas con las cuales manejaron sus  campañas, grandes políticos nacionales, sobre todo los del Huila y Caquetá de donde dependíamos políticamente.  Fariseos quienes  se codeaban con matronas y personajes influyentes de la región con don  Crisanto al calor de un whisky  de marca para convenir las estrategias con las cuales se manejaría la región.
Hoy esto es muy poco lo que ha cambiado, pues ya no son los antiguos los que manejan  los hilos de la política si no sus hijos o descendientes, quienes rasgándose las vestiduras quieren pasar inadvertidos y desconocer su pasado y ahora son los “ilustres comerciantes” y personas de bien , pero este karma no lo pueden esconder porque los que vivimos allí sabemos quienes son y como resurgieron económica y políticamente y que si les preguntan por el “amigo”, ahora lo desconocen acordándose de él solo por sus actividades ilícitas  y no porque hicieron fila en su casa en donde les dio la mano  y los ayudó a ser lo que hoy son.
Estas son las descendencias políticas que manejan la región…hipócritas y fariseos.

viernes, 3 de agosto de 2012


Carlos Javier Londoño Ocampo

La justicia cojea, pero no llega

Por: Columnistas elespectador.com

Con la presentación actual del seriado Pablo Escobar. El patrón del mal se siguen evocando aquellos días funestos que vivió nuestra querida Colombia en las décadas de los ochenta y los noventa, caracterizadas por los actos terroristas, asesinatos y demás acontecimientos de barbarie que se desataron cuando empezó la guerra fratricida entre los carteles de la droga y el Gobierno Nacional, sucesos a los que tuvimos la buena suerte de sobrevivir.


Hoy, mi mente me lleva a rememorar tristes recuerdos, producto de esa insensatez, como la muerte de mi caro amigo, el periodista amazonense de corazón, Roberto Camacho Prada, quien fue asesinado el 16 de julio de 1986, cuando en horas de la noche, conduciendo su vehículo, se dirigía a su hogar situado en el barrio Iane de Leticia, en compañía de su señora esposa.
Ad portas de su casa fue abordado por el gatillero a sueldo que acabó con su existencia.
Don Roberto, como lo conocíamos familiarmente, era un periodista cabal, aguerrido en su acción, corresponsal en el Amazonas del diario El Espectador y director ejecutivo de la Cámara de Comercio de la ciudad en donde se distinguió, entre otras obras, por su lucha en unificar el comercio amazonense como estrategia para soportar los avatares de la economía en esa lejana y olvidada frontera tripartita.
Pionero de la avicultura en cuanto a su levante, industrialización y comercialización y uno de los impulsadores en la creación de Cafamaz en Leticia.
Como periodista se destacó por la veracidad e imparcialidad en sus artículos tanto en los publicados en el diario El Espectador como los escritos en su periódico regional Ecos de la Amazonía, en donde analizaba, exaltaba o condenaba la gestión de los gobernantes y autoridades y en donde, sin tener su alma vendida al diablo, resaltaba los problemas sociales que aquejaban la región, entre ellos el narcotráfico. Leticia, como puerta de entrada a Colombia de este nefasto negocio, no escapó a la triste realidad de esta bonanza que tanto daño le hizo a la ciudad.
Como periodista también tenía sus detractores, y más en esta región, en donde denunciar la veracidad de ciertos hechos, como suele suceder actualmente, es motivo de descontento por parte de algunos habitantes.
Y como ocurrió con periodistas de la talla de don Guillermo Cano, director de El Espectador, y de Silvia Duzán, entre otros que fueron víctimas de esta violencia, don Roberto, por denunciar las actividades ilícitas de los capos de la región, patrocinados por los protagonistas del seriado, e impedir que la Cámara de Comercio fuera permeada por las empresas fachadas del negocio, y por su lucha solitaria contra ese monstruo social, los afectados con sus denuncias ordenaron su ejecución.
Hoy, 26 años después, y a pesar de que la mayoría del pueblo supo quién fue o quiénes fueron los determinantes de su muerte, menos las autoridades locales de quienes su silencio y colaboración se compraba con dólares, y a pesar de que el ejecutante del homicidio, un expolicía al servicio del cartel, fue posteriormente asesinado, la justicia nunca actuó.
Su muerte aún permanece impune.
Carlos Javier Londoño Ocampo


Agosto 4 de 2012


Crónicas leticianas 14


“Las Heladas del Brasil”

Como recuerdo  mi  primera experiencia ocurrida en Leticia,  cuando en un mes de junio, los fríos procedentes del sur del  continente comúnmente llamadas  “las heladas del Brasil”, repercutieron en esta amazonía colombiana, en donde pasar de 38º de temperatura  a 14º a 18º en promedio es algo significativo.. En Leticia se le llama a este fenómeno “friachas”  “heladas” o “helajes”.
Bien lo recuerdo como en la madrugada de  su primer  día de inicio, un frío poco normal recorrió mi cuerpo, pensé que era una molestia de tipo febril, me levanté, apagué el ventilador y procuré una cobija para arroparme. Cuando entré en calor, noté que el frío era producto de un cambio de clima en la ciudad, fenómeno climático para mi desconocido.
Me levanté normalmente con la salvedad  que al bañarme el agua estaba súper fría y que me toco buscar la chaqueta que toda persona en la región guarda en su armario para utilizarla cuando se desplazan a Bogotá.
El ambiente en las calles era mustio y nublado acompañado de un aire fresco bastante agradable.
Las personas que pasaban motorizadas portaban para protegerse del frío, ropas en todas  las tallas y  especificaciones como suéteres, chaquetas, ponchos, ruanas, sacos cruzados pasados de moda que a su paso producían hilaridad.
Consulté con los veteranos de la región sobre  este acontecimiento explicándome que esto ocurre cada año en toda la zona, en donde estas heladas  procedentes del Brasil y famosas por los estragos que producen en la cosecha de café de esa nación permanecen con nosotros casi ocho días durante los cuales el sol radiante y abrasador, desaparece, reemplazado por una bruma oscura que cubre la ciudad y sobre todo el río impidiendo una buena visibilidad.
Como caso raro, las aguas del río Amazonas disminuyendo el oxígeno del agua, lo que obliga a los peces a salir a la superficie a respirar o “boquiar” como se dice coloquialmente.
Un amigo me comentó que esa era una buena ocasión para salir en la madrugada a pescar porque los peces se cogían hasta con la mano.
Para comprobarlo, una noche de esas friolentas salimos hacia un caño que queda en la ribera peruana muy bueno para la pesca.
Íbamos armados de todos los implementos para protegernos del frío, aparte de las chaquetas, una buena dotación de café y licor, además de los accesorios nativos de pesca como eran la atarraya, los arpones y hasta un arco con flechas pues la experiencia se basaba en capturar los peces con estos elementos ya que el anzuelo era de poca utilidad y el amigo quería demostrarme la benevolencia de este  fenómeno climático.
 Entramos al sitio guiados por linternas y a pesar de que la canoa tenía un pequeño motor llamado “peque peque”, una parte del trayecto lo hicimos a remo buscando una buena pesca.
Llegamos a un remanso en donde el agua parecía hervir, pero en realidad era  el sinnúmero de peces que estaban boqueando, buscando el oxigeno del aire. Nuestro amigo mas experimentado  dio la primera demostración al arrojar con toda su fuerza un arpón al epicentro del hervidero, resultado dos hermosos pintadillos atravesados por el mismo artefacto. Después hizo la demostración con la atarraya  teniendo que pedir ayuda para poderla subir a bordo por la cantidad de especimenes capturados. Allí había  pintadillos, palometas, pirañas, carahuazús, bocachicos y sábalos entre otros, ese espectáculo parecía la pesca milagrosa pues en verdad eran tanto los peces que afloraban en la superficie que hasta con la mano se cogían.
Allí permanecimos en la faena hasta el amanecer disfrutando de un buen café con licor desafiando el frío al calor de una hoguera  preparando “moqueado“ , procedimiento que consiste en asar en una buena brasa tal como salen del agua con vísceras  y todo algunos peces de escamas caídos en la redada..
Este proceso le da un sabor exquisito a los peces, sabor experimentado únicamente en las especies  extraídas de esas maravillosas y proliferas aguas de la amazonía colombiana, peruana y brasilera, cuando la contaminación de sus aguas no se había  hecho presente.
En la mañana regresamos al puerto de Leticia. en donde nos tocó regalar la mayoría de esta  exuberante pesca pues como decimos los paisas alcanzó  hasta  “ para dar y convidar”.
Increíble espectáculo, si uno no lo hubiera visto con sus propios ojos y experimentado físicamente.