martes, 28 de enero de 2014

Enero 22 de 2014

Crónicas leticianas 64
“El valor de la palabra y del compromiso”

Sería raro que una historia como la que vamos a narrar se presentara en la época actual, dado a que la gente ha cambiado sus valores.
Sucedió  cuando la bonanza cocalera estaba en su furor en la Amazonía colombiana; época cuando la palabra empeñada constituía un acto de fe y de respeto, porque  se creía en ella y tenía valor como prenda de garantía para otorgar  crédito a los negocios. Era una especie de código de honor, a pesar de los personajes que la utilizaban.
Vivía en Leticia el señor Jaime Corrales, quien como gerente del Banco Ganadero regía los destinos de esa entidad en la ciudad , en una época en donde el dinero abundaba por doquier.
En una noche de farra de un fin de semana cualquiera, se encontraba el susodicho compartiendo con varios amigos y clientes en la cafetería de un prestigioso hotel, cuando fue abordado por un “emergente” de la época,  quien - como buen cliente del banco - era  conocido suyo.
Afortunadamente,  en aquella época  no existían los rígidos protocolos  bancarios  como los vigentes a la época; así,  cualquier sitio público podía convertirse en una oficina  bancaria.
La  finalidad  del acercamiento  entre ambos personajes, era  la solicitud, por parte  del comerciante,  de que el gerente le autorizara  un sobregiro por 10 millones de pesos, una suma considerable para entonces; era mucho dinero, pero fácil de conseguir si se estaba en el “negocio” y de eso si sabían los gerentes.
El empleado bancario accedió a la petición del emergente autorizándole el sobregiro, orden que estaría dando a cuentas corrientes al otro día en horas de la mañana.
Él sabía que dicho sobregiro le acarrearía una dádiva por parte del beneficiado, ya que ellos pagaban con creces los favores de ese tipo: esa era una de las formas como casi todos los gerentes conseguían una entrada adicional a su sueldo.
Al retirarse el emergente de la mesa y darles las gracias  mostrándole los cinco dedos de la mano  derecha abierta,  quiso decirle que le daría  500 mil pesos de regalo a cambio del favor, una suma bastante halagüeña.
Las cosas quedaron así, el gerente continuó departiendo con los amigos en la noche de ese viernes  y el emergente se fue a su apartamento a empacar maletas, pues al día siguiente viajaría a la capital del país.
Llegó el día lunes y el banco abrió sus puertas normalmente; todos los empleados llegaron a cumplir con sus funciones, a excepción del gerente que no apareció.
En horas de la tarde, en vista que el gerente no se reportaba, fueron a buscarlo a su sitio de vivienda, con tan mala suerte que lo encontraron sin vida, muerte ocurrida por efectos naturales , según el reporte oficial,  desde el sábado en la madrugada; es decir, que hacía dos días  había fallecido.
Su fallecimiento causó gran estupor y pesar en la ciudad; posteriormente sus restos fueron trasladados a Lorica,  su lugar de origen, para darle cristiana sepultura.
Mientras esto ocurría, el emergente se encontraba en  la capital del país haciendo algunas diligencias sin  tener conocimiento del insuceso.
Días después, estando en su oficina en la capital, fue  visitado por un amigo de confianza que había llegado de la capital del amazonas.
Al preguntarle por las novedades del pueblo este le manifestó: Sabe qué compa, el que  nos abandono fue don Jaime el gerente del Banco Ganadero. - ¿Cómo así que murió don Jaime, qué pasó?. Pues según los comentarios murió de un infarto.
Conturbado por la noticia lamentó lo sucedido comentándole al amigo lo siguiente: Que vaina, el viejo se fue sin recibir la platica que le había prometido, pero como la palabra es la palabra y  promesa es promesa, a partir de hoy lo encargo para que busque a la familia y le haga llegar los 500 mil pesos que ya se había ganado.
De inmediato le ordenó a la secretaria diligenciar un cheque por ese valor  para saldar esa deuda.
Después de recibido el cheque, el amigo lo guardó en su billetera prometiéndole que haría esa diligencia y que ese dinero se lo haría llegar a alguno de sus deudos.
Varias semanas estuvo el cheque en el bolsillo de este amigo, hasta el día en que viajó a Montería a visitar unos familiares y aprovechar acercarse hasta la población de Lorica  a buscar a los parientes del finado.
Fue así como preguntando, dio con un hermano del extinto  a quien le explico el motivo de su visita.
Éste no podía creer lo que le estaba contando.
El pariente le manifestó que la familia del gerente se había ido del pueblo pocos días después del entierro, pero que casualmente en la población se encontraba un hijo que había acabado los estudios de medicina y estaba buscando quien le prestara 150 mil pesos para pagos de derechos de graduación.
Sin pensarlo dos veces le solicitó al tío que le ayudara a encontrarlo, pues ese dinero que él debía de entregarle le caería como anillo al dedo.
Anduvieron por varios sitios del pueblo hasta encontrar el muchacho; sentados en un cafetín, le explicaron el motivo de su búsqueda, situación que no podía creer después de que le contaron la historia. Con los ojos llorosos agradeció este gesto de honradez y cumplimiento, por parte del emergente y del amigo que se propuso a cumplir con la orden.
Para comprobar  la entrega del cheque el joven le preguntó al amigo qué  donde le firmaba, sin mucho protocolo el mensajero abrió una  cajetilla de cigarrillos vacía y le dijo que se la firmara a modo de recibo.
Hoy el muchacho es un gran médico gracias al gesto oportuno de ese amigo quien, siendo otro, como los casos que se están viendo actualmente, en vista del fallecimiento del gerente, se hubiera hecho el desentendido con el compromiso adquirido con el difunto.
Carlos Javier Londoño O.


     

miércoles, 22 de enero de 2014

Enero 20 de 2014

Crónicas leticianas 63
“Remoquetes que hacen parte de la historia de Leticia”

Continuando con mis crónicas leticianas, hoy voy a rememorar los personajes que de una u otra manera fueron y son reconocidos en la región por sus remoquetes, algunos personajes de los cuales  ni los mismos leticianos conocen sus nombres de pila.
No quiero con esta recordación, crear polémicas, herir susceptibilidades ni mucho menos ofender a nadie: simplemente en una referencia a muchos leticianos,  foráneos, amigos y conocidos que tuvieron que ver; para bien o para mal, con el diario vivir de la ciudad, el folclor y la historia amazonense, cuyos apodos eran puestos por personas dedicadas a ese menester, que se sentaban en  la cafetería del Hotel Anaconda con ese propósito, apodos que dependían de su actividad, problemas físicos, parecidos con otra especie etc,  cuando Leticia era una sola familia y casi todos nos reconocíamos haciendo parte  de ese entorno fronterizo en donde la  lucha por el mismo  ideal era el de sacar adelante la ciudad.
Con el respeto que todos  me merecen, unos haber fallecido, otros por vivir en la actualidad, otros por ser padres, abuelos o familiares de “personajes importantes” en la región que a lo mejor desconocen de estos remoquetes, los voy a relacionar porque la historia es la historia y no puede pasar desapercibida, menos en una región en donde todo el mundo conoce su realidad  pero no hay nada escrito al respecto.
Éramos tan conocidos entre nosotros en la ciudad  en esa época que esto dio para que se presentaran ciertas situaciones y anécdotas. Cuando alguien conocido en el pueblo llegaba al aeropuerto Vásquez Cobo  de Leticia procedente de Bogotá y tomaba un taxi,   solo bastaba decirle al conductor, el nombre, sobrenombre o nombre del local del visitado y allá lo llevaban, sin pedirle ninguna dirección. Por esa razón, cuando un gran amigo  salió por primera vez  de Leticia a Bogotá y se subió en un taxi en el aeropuerto El Dorado, a la pregunta del taxista: ¿a donde lo llevo?, él con la tranquilidad del caso respondió: donde mi tía. El taxista pensó que le estaba tomando del pelo y riéndose procedió a preguntarle: ¿De dónde viene el señor? y él contestó que de Leticia-Amazonas, el taxista ya entendió la situación y le contestó a modo de  ilustración: vea amigo, usted se encuentra en la capital del país y para ir donde su tía, mínimo me tiene que dar la dirección y el barrio en donde vive.
Después de hacer del momento algo chistoso fue conducido donde la tía.
 Así es que empezamos con la lista de los personajes con sus  remoquetes y sus respectivos nombres de pila:
“El Grillo”= Francisco Javier Ortiz                                   “Gringo Negro”= Juan Domingo Rodríguez.
 “Pinocho”= Jorge Domínguez                                       “Millón y medio”= Octavio Tobón
“Dr Linterna”= José Jesús Cataño                                   “Niño Cano”= Aristóbulo Cano
“Mosca loca”= Guillermo Cárdenas                                “Siete pintas”= Hernán de Jesús Pemberty
“El opita”= Oliverio Cabrera                                                “Porky”= Libardo Torres
“Charapa”= Robinson Parra                                            “Panucho”= Jaime Núñez
“El Loro” =Carlos  Perdomo                                             “Sabañón”= William Sánchez
“Chancleta”= Hugo Moreno (el costeño)                         “Barú”= Darío Londoño
“Pielrojita”= José Salazar                                                  “El Pasmado”= Jaime Barbosa
“Espadita” = José Domingo Puentes                                 “Manuel Mugre”= Manuel Puentes
“Polvo fiado” =Roberto Muñoz                                         “Mico frito”= Álvaro Porras
“Pecueca”= Iván Porras                                                      “Gallo giro”= Jaime Naranjo
“Muela de gallo”= Carlos Puentes                                     “Macaco”= Oscar Vega Cachique
“Cusumbo”= Alonso Abadía                                               “Trapito”= Alejandro Cuevas
“Pescadito”= Hernán Suárez                                              “El Diablo”= José Barbosa
“Sachavaca”= Ignacio Lozano                                             “Kapax”= Alberto Rojas Lesmes
“Frankestein”= Tiberio Toro                                               “Pató”= Pastor Fernández
“La Cabra”= Alirio Bastos                                                   “Camungo”= Arcadio Velásquez
“Jairo Caballo”= Jairo Correa Alzate                                  “Anjomar”= Antonio José Martínez
“veneno”= Oscar Londoño                                                 “Muñocito”= Luis Alfredo Muñoz
“Zuluaguita”=Rodrigo Zuluaga Román                              “Pastuso” =Daniel Martínez
“Parlamento”= Horacio Jiménez                                        “Ruco”= Álvaro Rubio
“Queridito”= Gilberto Trujillo                                            “Cabezón”= Manuel Cruz Aguirre
“Los Panchos”= hermanos Landázuri                                “Los Politos”= Familia Ávila
“Tatá”= Mario Cano                                                           “Chico Malo”= Carlos Landaeta
“Careguayaba”= Monseñor Canyes                                   “Mano de vitrola”= Domingo Moré
“Regalía”= Benhur Agudelo                                               “Periquita”= Octavio González
“Vergonha”= Jorgito Porras                                               “Neko”= Ernesto Fernández
“El viejo Cuba”= Luis Almeida                                            “Pito Cano”= William Cano
“Renzeta”= Julio Zenón Rengifo                                                 “Tortilla el rico”= Sergio Tulio Ardila
“Tolimita”=Rodrigo Valderrama                                             “País país”= José Jaramillo
“Microbús”= Roberto Hernández
Los anteriores son los personajes que evoca mi memoria y, aunque hubo más, de otros  sólo recuerdo alguno de sus apellidos o apodos, entre los cuales tenemos: El negro Balanta, Bayuca, El indio Benjumea, Ramón paja, Tuta,  Mincho, Barriga de leche, Petete, Bala perdida, Pirulí, Camaleón Torres, Chiribico, Patemazo, Lechona, El viejo Tolima, Cigüeñal, Forcha, Totó, El tigre, Titileo, Cabuco, El Bagre, Bolillo, Boca de sapo,  Bolinha, El mono gallero, Buena vida, Patillas y Mala lengua, entre otros.
A todos esos personajes  les importaba poco que los llamaran por sus remoquetes o nombres, a excepción de “Masca Bola” quien era un viejo ex presidiario de la colonia penal de Araracuara que hacía muchos años vivía en Leticia. Era un viejo enjuto y huraño, de piel curtida por el encierro, hombre aparentemente tranquilo, inescrupuloso y sin ningún sentido de la vida, quien andaba por la ciudad como Pedro por su casa armado de peinilla, revólver y garrote dispuesto a castigar a quien lo llamara por su apodo.
Si alguien por desconocimiento  o por verlo enardecido le gritaba “mascabolas”  era candidato a morirse, pues le importaba muy poco hacer uso de su arsenal para castigar la ofensa y fueron varios los heridos que hubo por esa situación.
Por ser muy desconfiado y con delirio de persecución, dormía en su casa con puertas y ventanas cerradas con cadenas y candados, razón por la cual, cuando su casa se le incendió, los bomberos lo encontraron pegado a la puerta, tratando de abrir un candado para salir.
De las mujeres también hablaré de sus remoquetes, pues también los tuvieron y muy interesantes.
Carlos Javier Londoño O


lunes, 13 de enero de 2014

Enero 06 de 2014
Crónicas leticianas 62

“Verdades y reflexiones para el 2014”

Ha finalizado otro año y el nuevo apenas comienza.
Con buenas expectativas y prevenciones hacia los planes y proyectos venideros, complementados con salud, positivismo y ánimos, esperamos sortear los avatares que este año nos depara.
Después de una maravillosa estadía  en Medellín, con mi cabeza llena de nuevas experiencias, vuelvo a mi tarea de escribir acerca de los diferentes problemas que afectan a mi país y, por ende, continuar con las crónicas leticianas con  temas razonables para algunos y motivo de controversia  para otros, sobre todo cuando de decir verdades se trata.
Sin pecar de regionalista, en esta nueva visita a mi privilegiada tierra, un año después  de no visitarla, pude observar durante mis recorridos las innovaciones, nuevas construcciones y obras representativas por las cuales nos hemos ganado el calificativo  de la ciudad más innovadora del mundo, producto que se debe a las acciones de sus gentes y de sus gobernantes, que aunque no son la máxima expresión de la honestidad, ni son  la excepción en la corrupción ( entre otros defectos) si son plausibles sus obras que a largo plazo favorecen la buena marcha de la ciudad, la cual, a pesar de  sus lunares de inseguridad, los problemas sociales de las comunas, el desempleo, la corrupción - como en todas partes de Colombia - entre  otros, tratan de sacar adelante.
Y esto es lo que ambicionamos todos los colombianos en nuestras regiones para el 2014 y años venideros, que sus gobernantes y autoridades actúen con honestidad, buen criterio, sentido de responsabilidad, sentido de pertenencia y buen manejo del presupuesto para impulsar  los proyectos que con inversión futurista vayan a ejecutar a favor de su terruño,  presupuesto no direccionado a intereses personales a lo cual están acostumbrados estos aprovechados del erario, a quienes ya va siendo hora de cambiarlos de la lista de “ los mismos con las mismas”.
Caminando por los barrios aledaños a Medellín,  como El Poblado, Envigado, Sabaneta, Itagüí, entre otros, disfrutando del verdor de sus arborizadas  calles y avenidas, pude observar con asombro cómo mariposas  de varias especies revoloteaban alegremente por árboles y jardines dándole colorido a la ciudad.
Cómo los pájaros  conviven con los habitantes y es espectacular ver como en los restaurantes estas especies silvestres se acercan a las mesas, sin ser molestadas, a compartir las migajas con los turistas comensales.
Todo esto se debe a la invitación que hacen los moradores de éstos pueblos a las aves, poniéndoles comederos para atraerlos.
Ya es común ver por ciertas  avenidas arborizadas de la ciudad, avisos como: “Transite con precaución, cruce de ardillas”.
Y lo que más me llamó la atención fue el parloteo de varias guacamayas, también silvestres, que están haciendo su aparición  en las arboledas de varios barrios del Valle de Aburrá.
Y ni hablar de los árboles  cargados con sus frutos (mangos, guayabas, limones) que se aprecian por ciertas zonas,  los cuales son el atractivo a coger por parte de los caminantes  que practican  en la mañana este  deporte  como calidad de vida.
Así que la ecología está haciendo su agosto en la capital paisa y lo más importante es que la están haciendo respetar,  y para muestra un botón con lo sucedido en la movilización masiva  que hicieron los habitantes de El Poblado y Envigado quienes, cantando el himno nacional y el himno antioqueño, forraron los árboles de la avenida el Poblado con la bandera nacional impidiendo  la tala del llamado túnel verde, árboles que  iban a destruir para el paso del moderno metroplús.
Fue aquí cuando evoqué mi añorada ciudad de Leticia en los años setenta y ochenta, cuando la arborización de sus calles daban frescura y confort a la ciudad, cuando la juventud se agrupaba en pandillas, no para perturbar la tranquilidad pueblerina sino para divertirse subiéndose a los árboles a tumbar pomarrosas, mangos, guayabas, cancharanas, marañones en la diversidad de árboles que existían, cuando las mariposas y aves se veían por la ciudad, con excepción de los pericos y golondrinas que tienen su dormitorio desde hace muchos años en el parque Santander.
Da pena hacer éste comparativo entre Medellín y Leticia,  por las diferencias en número de habitantes,  el monto del presupuesto, la cultura, el regionalismo infundido, entre otros, pero proporcionalmente, si da  tristeza  ver la  realidad  de  una ciudad que se jacta de ser pulmón del mundo, ecológica, ambientalista y turística por demás,  que éstas cosas que son mínimas no se estén dando.
Pues  para  ver  hoy en día una mariposa en los contornos de la ciudad un turista  debe internarse en la selva, si desea ver una guacamaya debe ir a Puerto Nariño y si es un observador de pájaros debe caminar monte adentro por muchas horas para poder verlos en su hábitat. Si el turista desea ver animales propios de la región que son un atractivo para los niños, deben ir al zoológico de Tabatinga  y, como lo dije en otra crónica, si quieren ver una gamitana o un pirarucú en su estado natural deben ir al parque Explora en Medellín en donde los podrán observar en vivo y en directo. Es inaudito que esta situación se presente en la capital leticiana como centro turístico nacional y ninguna entidad se pronuncie.
He aquí la diferencia de nuestro regionalismo y de nuestro sentido de pertenencia paisa con la idiosincrasia leticiana, la cual es muy respetable pero no aceptable en esta época en donde, ante el avance del modernismo y de la tecnología, debemos estar  al tanto para reclamar nuestros derechos y no dejarnos pisotear.
¿Cómo es posible que estén sin servicio de agua “potable” una semana y la indiferencia reine en la ciudad?, ¿Cómo es posible que la violencia cada día se apodere de la ciudad ante la indolencia de las autoridades y nadie diga nada? ¿Cómo es posible que los politiqueros, contratistas y manejadores del erario esquilmen el presupuesto regional, con conocimiento general y nadie haga una denuncia? Y de los problemas que desde  hace muchas décadas atañen  a la ciudad  como la  falta de  agua potable, acueducto y alcantarillado, la carestía del Kw-hora  de energía, el más caro de Colombia,  la decadente salud y  educación el deterioro de su red vial y muchos problemas más, entre otros, y la indolencia reine por doquier.
Ya es hora de que empiecen a pensar como ciudadanos de la capital del departamento del Amazonas, no con la mentalidad existente de pueblerinos resignados.
Ya es hora de hacer valer sus derechos, exigiendo  mega obras con proyección futurista que hablen bien de la ciudad y de sus gobernantes, no con “obritas” de baja calidad, ni programas de “pan y circo” para entretención del vulgo como los que se manejan actualmente, para mantener  el gobernante una falsa popularidad.
Ya es hora de borrar la imagen de  ser la ciudad   corrupta de Colombia y pasar ser la ciudad del futuro con los servicios públicos básicos que todos necesitamos.
Por eso invito, con el respeto que me merecen los manejadores  de la región, a que viajen  al interior del país y se unten de progreso e innovación, visitando y pidiendo ayuda a otras  ciudades importantes cosa que cuando vuelvan a la región apliquen los  conocimientos  adquiridos en pro de un departamento que tanto lo necesita.
La hora de manifestarnos está llegando, si queremos que todas estas bellaquerías gubernamentales, inicien  su proceso de cambio o desaparezcan, debemos de pronunciarnos sentando un precedente  en las próximas elecciones por el bien de esta finca llamada Colombia, manejada con nuestra votación por cinco o seis familias de apellido y por la mayoría de congresistas que no quieren destetarse del poder, pero que ya es hora que desocupen.
Y Leticia no es la excepción, en ustedes está la solución, superar esa hecatombe a la que están sometidos o seguir  impávidos  ante la situación reinante, apoyando los personajes que no les interesa que la ciudad progrese para seguirla manejando como un pueblo, como una caja menor a favor de sus intereses.
Carlos Javier Londoño O.