Enero 06 de 2014
Crónicas leticianas 62
“Verdades y reflexiones para el 2014”
Ha finalizado otro año y el nuevo
apenas comienza.
Con buenas expectativas y
prevenciones hacia los planes y proyectos venideros, complementados con salud,
positivismo y ánimos, esperamos sortear los avatares que este año nos depara.
Después de una maravillosa estadía en Medellín, con mi cabeza llena de nuevas
experiencias, vuelvo a mi tarea de escribir acerca de los diferentes problemas
que afectan a mi país y, por ende, continuar con las crónicas leticianas
con temas razonables para algunos y
motivo de controversia para otros, sobre
todo cuando de decir verdades se trata.
Sin pecar de regionalista, en
esta nueva visita a mi privilegiada tierra, un año después de no visitarla, pude observar durante mis
recorridos las innovaciones, nuevas construcciones y obras representativas por
las cuales nos hemos ganado el calificativo
de la ciudad más innovadora del mundo, producto que se debe a las
acciones de sus gentes y de sus gobernantes, que aunque no son la máxima
expresión de la honestidad, ni son la
excepción en la corrupción ( entre otros defectos) si son plausibles sus obras
que a largo plazo favorecen la buena marcha de la ciudad, la cual, a pesar de sus lunares de inseguridad, los problemas
sociales de las comunas, el desempleo, la corrupción - como en todas partes de
Colombia - entre otros, tratan de sacar
adelante.
Y esto es lo que ambicionamos
todos los colombianos en nuestras regiones para el 2014 y años venideros, que
sus gobernantes y autoridades actúen con honestidad, buen criterio, sentido de
responsabilidad, sentido de pertenencia y buen manejo del presupuesto para impulsar
los proyectos que con inversión
futurista vayan a ejecutar a favor de su terruño, presupuesto no direccionado a intereses
personales a lo cual están acostumbrados estos aprovechados del erario, a quienes
ya va siendo hora de cambiarlos de la lista de “ los mismos con las mismas”.
Caminando por los barrios
aledaños a Medellín, como El Poblado,
Envigado, Sabaneta, Itagüí, entre otros, disfrutando del verdor de sus
arborizadas calles y avenidas, pude
observar con asombro cómo mariposas de
varias especies revoloteaban alegremente por árboles y jardines dándole
colorido a la ciudad.
Cómo los pájaros conviven con los habitantes y es espectacular
ver como en los restaurantes estas especies silvestres se acercan a las mesas,
sin ser molestadas, a compartir las migajas con los turistas comensales.
Todo esto se debe a la invitación
que hacen los moradores de éstos pueblos a las aves, poniéndoles comederos para
atraerlos.
Ya es común ver por ciertas avenidas arborizadas de la ciudad, avisos
como: “Transite con precaución, cruce de ardillas”.
Y lo que más me llamó la atención
fue el parloteo de varias guacamayas, también silvestres, que están haciendo su
aparición en las arboledas de varios
barrios del Valle de Aburrá.
Y ni hablar de los árboles cargados con sus frutos (mangos, guayabas,
limones) que se aprecian por ciertas zonas,
los cuales son el atractivo a coger por parte de los caminantes que practican en la mañana este deporte
como calidad de vida.
Así que la ecología está haciendo
su agosto en la capital paisa y lo más importante es que la están haciendo
respetar, y para muestra un botón con lo
sucedido en la movilización masiva que
hicieron los habitantes de El Poblado y Envigado quienes, cantando el himno
nacional y el himno antioqueño, forraron los árboles de la avenida el Poblado
con la bandera nacional impidiendo la tala
del llamado túnel verde, árboles que
iban a destruir para el paso del moderno metroplús.
Fue aquí cuando evoqué mi añorada
ciudad de Leticia en los años setenta y ochenta, cuando la arborización de sus
calles daban frescura y confort a la ciudad, cuando la juventud se agrupaba en
pandillas, no para perturbar la tranquilidad pueblerina sino para divertirse
subiéndose a los árboles a tumbar pomarrosas, mangos, guayabas, cancharanas,
marañones en la diversidad de árboles que existían, cuando las mariposas y aves
se veían por la ciudad, con excepción de los pericos y golondrinas que tienen
su dormitorio desde hace muchos años en el parque Santander.
Da pena hacer éste comparativo entre
Medellín y Leticia, por las diferencias
en número de habitantes, el monto del
presupuesto, la cultura, el regionalismo infundido, entre otros, pero
proporcionalmente, si da tristeza ver la realidad de una
ciudad que se jacta de ser pulmón del mundo, ecológica, ambientalista y
turística por demás, que éstas cosas que
son mínimas no se estén dando.
Pues para ver hoy
en día una mariposa en los contornos de la ciudad un turista debe internarse en la selva, si desea ver una
guacamaya debe ir a Puerto Nariño y si es un observador de pájaros debe caminar
monte adentro por muchas horas para poder verlos en su hábitat. Si el turista
desea ver animales propios de la región que son un atractivo para los niños,
deben ir al zoológico de Tabatinga y,
como lo dije en otra crónica, si quieren ver una gamitana o un pirarucú en su estado
natural deben ir al parque Explora en Medellín en donde los podrán observar en
vivo y en directo. Es inaudito que esta situación se presente en la capital
leticiana como centro turístico nacional y ninguna entidad se pronuncie.
He aquí la diferencia de nuestro
regionalismo y de nuestro sentido de pertenencia paisa con la idiosincrasia leticiana,
la cual es muy respetable pero no aceptable en esta época en donde, ante el
avance del modernismo y de la tecnología, debemos estar al tanto para reclamar nuestros derechos y no
dejarnos pisotear.
¿Cómo es posible que estén sin
servicio de agua “potable” una semana y la indiferencia reine en la ciudad?, ¿Cómo
es posible que la violencia cada día se apodere de la ciudad ante la indolencia
de las autoridades y nadie diga nada? ¿Cómo es posible que los politiqueros,
contratistas y manejadores del erario esquilmen el presupuesto regional, con
conocimiento general y nadie haga una denuncia? Y de los problemas que desde hace muchas décadas atañen a la ciudad como la falta de
agua potable, acueducto y alcantarillado, la carestía del Kw-hora de energía, el más caro de Colombia, la decadente salud y educación el deterioro de su red vial y muchos
problemas más, entre otros, y la indolencia reine por doquier.
Ya es hora de que empiecen a
pensar como ciudadanos de la capital del departamento del Amazonas, no con la
mentalidad existente de pueblerinos resignados.
Ya es hora de hacer valer sus
derechos, exigiendo mega obras con
proyección futurista que hablen bien de la ciudad y de sus gobernantes, no con
“obritas” de baja calidad, ni programas de “pan y circo” para entretención del
vulgo como los que se manejan actualmente, para mantener el gobernante una falsa popularidad.
Ya es hora de borrar la imagen de
ser la ciudad corrupta de Colombia y pasar ser la ciudad del
futuro con los servicios públicos básicos que todos necesitamos.
Por eso invito, con el respeto
que me merecen los manejadores de la
región, a que viajen al interior del
país y se unten de progreso e innovación, visitando y pidiendo ayuda a otras ciudades importantes cosa que cuando vuelvan a
la región apliquen los conocimientos
adquiridos en pro de un departamento que tanto lo necesita.
La hora de manifestarnos está
llegando, si queremos que todas estas bellaquerías gubernamentales, inicien su proceso de cambio o desaparezcan, debemos
de pronunciarnos sentando un precedente
en las próximas elecciones por el bien de esta finca llamada Colombia,
manejada con nuestra votación por cinco o seis familias de apellido y por la
mayoría de congresistas que no quieren destetarse del poder, pero que ya es
hora que desocupen.
Y Leticia no es la excepción, en
ustedes está la solución, superar esa hecatombe a la que están sometidos o
seguir impávidos ante la situación reinante, apoyando los
personajes que no les interesa que la ciudad progrese para seguirla manejando como
un pueblo, como una caja menor a favor de sus intereses.
Carlos Javier Londoño O.
No hay comentarios:
Publicar un comentario