lunes, 13 de enero de 2014

Enero 06 de 2014
Crónicas leticianas 62

“Verdades y reflexiones para el 2014”

Ha finalizado otro año y el nuevo apenas comienza.
Con buenas expectativas y prevenciones hacia los planes y proyectos venideros, complementados con salud, positivismo y ánimos, esperamos sortear los avatares que este año nos depara.
Después de una maravillosa estadía  en Medellín, con mi cabeza llena de nuevas experiencias, vuelvo a mi tarea de escribir acerca de los diferentes problemas que afectan a mi país y, por ende, continuar con las crónicas leticianas con  temas razonables para algunos y motivo de controversia  para otros, sobre todo cuando de decir verdades se trata.
Sin pecar de regionalista, en esta nueva visita a mi privilegiada tierra, un año después  de no visitarla, pude observar durante mis recorridos las innovaciones, nuevas construcciones y obras representativas por las cuales nos hemos ganado el calificativo  de la ciudad más innovadora del mundo, producto que se debe a las acciones de sus gentes y de sus gobernantes, que aunque no son la máxima expresión de la honestidad, ni son  la excepción en la corrupción ( entre otros defectos) si son plausibles sus obras que a largo plazo favorecen la buena marcha de la ciudad, la cual, a pesar de  sus lunares de inseguridad, los problemas sociales de las comunas, el desempleo, la corrupción - como en todas partes de Colombia - entre  otros, tratan de sacar adelante.
Y esto es lo que ambicionamos todos los colombianos en nuestras regiones para el 2014 y años venideros, que sus gobernantes y autoridades actúen con honestidad, buen criterio, sentido de responsabilidad, sentido de pertenencia y buen manejo del presupuesto para impulsar  los proyectos que con inversión futurista vayan a ejecutar a favor de su terruño,  presupuesto no direccionado a intereses personales a lo cual están acostumbrados estos aprovechados del erario, a quienes ya va siendo hora de cambiarlos de la lista de “ los mismos con las mismas”.
Caminando por los barrios aledaños a Medellín,  como El Poblado, Envigado, Sabaneta, Itagüí, entre otros, disfrutando del verdor de sus arborizadas  calles y avenidas, pude observar con asombro cómo mariposas  de varias especies revoloteaban alegremente por árboles y jardines dándole colorido a la ciudad.
Cómo los pájaros  conviven con los habitantes y es espectacular ver como en los restaurantes estas especies silvestres se acercan a las mesas, sin ser molestadas, a compartir las migajas con los turistas comensales.
Todo esto se debe a la invitación que hacen los moradores de éstos pueblos a las aves, poniéndoles comederos para atraerlos.
Ya es común ver por ciertas  avenidas arborizadas de la ciudad, avisos como: “Transite con precaución, cruce de ardillas”.
Y lo que más me llamó la atención fue el parloteo de varias guacamayas, también silvestres, que están haciendo su aparición  en las arboledas de varios barrios del Valle de Aburrá.
Y ni hablar de los árboles  cargados con sus frutos (mangos, guayabas, limones) que se aprecian por ciertas zonas,  los cuales son el atractivo a coger por parte de los caminantes  que practican  en la mañana este  deporte  como calidad de vida.
Así que la ecología está haciendo su agosto en la capital paisa y lo más importante es que la están haciendo respetar,  y para muestra un botón con lo sucedido en la movilización masiva  que hicieron los habitantes de El Poblado y Envigado quienes, cantando el himno nacional y el himno antioqueño, forraron los árboles de la avenida el Poblado con la bandera nacional impidiendo  la tala del llamado túnel verde, árboles que  iban a destruir para el paso del moderno metroplús.
Fue aquí cuando evoqué mi añorada ciudad de Leticia en los años setenta y ochenta, cuando la arborización de sus calles daban frescura y confort a la ciudad, cuando la juventud se agrupaba en pandillas, no para perturbar la tranquilidad pueblerina sino para divertirse subiéndose a los árboles a tumbar pomarrosas, mangos, guayabas, cancharanas, marañones en la diversidad de árboles que existían, cuando las mariposas y aves se veían por la ciudad, con excepción de los pericos y golondrinas que tienen su dormitorio desde hace muchos años en el parque Santander.
Da pena hacer éste comparativo entre Medellín y Leticia,  por las diferencias en número de habitantes,  el monto del presupuesto, la cultura, el regionalismo infundido, entre otros, pero proporcionalmente, si da  tristeza  ver la  realidad  de  una ciudad que se jacta de ser pulmón del mundo, ecológica, ambientalista y turística por demás,  que éstas cosas que son mínimas no se estén dando.
Pues  para  ver  hoy en día una mariposa en los contornos de la ciudad un turista  debe internarse en la selva, si desea ver una guacamaya debe ir a Puerto Nariño y si es un observador de pájaros debe caminar monte adentro por muchas horas para poder verlos en su hábitat. Si el turista desea ver animales propios de la región que son un atractivo para los niños, deben ir al zoológico de Tabatinga  y, como lo dije en otra crónica, si quieren ver una gamitana o un pirarucú en su estado natural deben ir al parque Explora en Medellín en donde los podrán observar en vivo y en directo. Es inaudito que esta situación se presente en la capital leticiana como centro turístico nacional y ninguna entidad se pronuncie.
He aquí la diferencia de nuestro regionalismo y de nuestro sentido de pertenencia paisa con la idiosincrasia leticiana, la cual es muy respetable pero no aceptable en esta época en donde, ante el avance del modernismo y de la tecnología, debemos estar  al tanto para reclamar nuestros derechos y no dejarnos pisotear.
¿Cómo es posible que estén sin servicio de agua “potable” una semana y la indiferencia reine en la ciudad?, ¿Cómo es posible que la violencia cada día se apodere de la ciudad ante la indolencia de las autoridades y nadie diga nada? ¿Cómo es posible que los politiqueros, contratistas y manejadores del erario esquilmen el presupuesto regional, con conocimiento general y nadie haga una denuncia? Y de los problemas que desde  hace muchas décadas atañen  a la ciudad  como la  falta de  agua potable, acueducto y alcantarillado, la carestía del Kw-hora  de energía, el más caro de Colombia,  la decadente salud y  educación el deterioro de su red vial y muchos problemas más, entre otros, y la indolencia reine por doquier.
Ya es hora de que empiecen a pensar como ciudadanos de la capital del departamento del Amazonas, no con la mentalidad existente de pueblerinos resignados.
Ya es hora de hacer valer sus derechos, exigiendo  mega obras con proyección futurista que hablen bien de la ciudad y de sus gobernantes, no con “obritas” de baja calidad, ni programas de “pan y circo” para entretención del vulgo como los que se manejan actualmente, para mantener  el gobernante una falsa popularidad.
Ya es hora de borrar la imagen de  ser la ciudad   corrupta de Colombia y pasar ser la ciudad del futuro con los servicios públicos básicos que todos necesitamos.
Por eso invito, con el respeto que me merecen los manejadores  de la región, a que viajen  al interior del país y se unten de progreso e innovación, visitando y pidiendo ayuda a otras  ciudades importantes cosa que cuando vuelvan a la región apliquen los  conocimientos  adquiridos en pro de un departamento que tanto lo necesita.
La hora de manifestarnos está llegando, si queremos que todas estas bellaquerías gubernamentales, inicien  su proceso de cambio o desaparezcan, debemos de pronunciarnos sentando un precedente  en las próximas elecciones por el bien de esta finca llamada Colombia, manejada con nuestra votación por cinco o seis familias de apellido y por la mayoría de congresistas que no quieren destetarse del poder, pero que ya es hora que desocupen.
Y Leticia no es la excepción, en ustedes está la solución, superar esa hecatombe a la que están sometidos o seguir  impávidos  ante la situación reinante, apoyando los personajes que no les interesa que la ciudad progrese para seguirla manejando como un pueblo, como una caja menor a favor de sus intereses.
Carlos Javier Londoño O.


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