Mayo 17 de 2014.
“Reflexiones sobre los años que transcurren”
Hoy que arribo a otro año más de
vida, primero que todo quiero dar gracias a Dios por permitirme llegar a este
nuevo aniversario con positivismo, alegría, salud y bienestar; segundo, dar
reconocimiento a mi familia quienes, como la rosa de los vientos, me dan la
guía y el estímulo para seguir hacia el norte; y tercero, no olvidar a mis
amigos a los que he cultivado con el tiempo, que aunque muchos no lo crean,
cuando uno descubre los verdaderos son un factor de ayuda importante en esta
edad, pues al compartir con ellos esa amistad desinteresada, tertulias y
rememorar los momentos felices que juntos pasamos y compartimos en los años
mozos de nuestras vidas, dan una inyección de vitalidad, motivación y
esparcimiento.
Doy Gracias a Dios, además, por permitirme ver y participar de esos cambios que han ocurrido en el mundo al través del paso de mis años, como también de los que nos está imponiendo la vida moderna de los cuales afortunadamente no me he dejado absorber, razón por la cual no incluyo en mi vida palabras de moda como estrés, acelere, problemas somáticos, consumismo y sobre todo vacuidad, entre otras.
Los eruditos dicen: “la madurez viene con la experiencia, no con la edad”. Y aunque yo pienso que estas dos expresiones son afines, gracias a Dios poseo algo de las dos, las cuales me han dado enseñanzas de veracidad y conocimiento para esbozar y tocar ciertos temas basado en las vicisitudes por las que mi vida ha transcurrido.
Para empezar, veo con asombro cómo la tecnología está cambiando este mundo, convirtiendo a muchas personas - sobre todo a los adolescentes - en unos idiotas robotizados a los cuales el cerebro y la inteligencia se les trasladó a un par de pulgares con los cuales, con la cabeza baja haciéndole venia a la susodicha, manejan su constante diaria, situación y posición que les impide ver lo que ocurre a su alrededor, no dándose cuenta de los abusos que los productores de esos juguetes cometen, ni de los abusos de los gobiernos de turno que se aprovechan de esa distracción para sacar avante sus bellaquerías; por esa indiferencia, como decimos en Antioquia, vamos de culo para el estanco.
Yo recuerdo que durante mis años de estudio ( décadas de los 60 y 70, éstas acciones me costaron la expulsión de la Universidad de Antioquia) ante cualquier acto desleal del gobierno o intromisión internacional que atentara contra la familia, el pueblo o la soberanía de la nación, el estudiantado a nivel general, con las universidades Nacional, Antioquia y la UIS de Santander a la cabeza, éramos los primeros en salir a protestar y hacernos sentir como fuerza viva nacional. Pero hoy los educandos, por estar en un paseo muy diferente al que les compete como forjadores del futuro de la patria, los gobiernos los pisotean, los degradan, los abofetean y ellos tranquilos manipulando las maquinitas que les inventaron para que no vean la realidad, maquinitas que les perfeccionan frecuentemente para que estén actualizados y no pierdan esa capacidad robótica que no los deja pensar.
Es triste y nada motivante ver como esta juventud bajo las presiones de esta sociedad consumista, propaganda mediática y la tecnología actual, se están desligando familiarmente en donde ese amor y calor de hogar presidido por los padres se ha perdido, lo mismo que el diálogo. Son muy pocos los jóvenes que se atreven a interactuar con un adulto, porque su léxico, debido a que no leen y poco les interesa el idioma, es muy reducido en palabras lo que les da únicamente para conversar con los mismos de su especie. Nosotros, como adultos mayores, desde la tribuna y con un disco duro antiguo lleno de aplicaciones, tal vez obsoletas para algunos
pero que nos han servido para manejar la " letra menudita" con la que enredan a los incautos como la malicia, la deducción, la inventiva, el cálculo el ingenio, el romanticismo la picaresca y la lógica entre otras, con un periódico o un libro debajo del brazo, observamos con paciencia adonde irán a parar las cosas.
Está bien que el dinero es bueno y nos da la capacidad económica para comprar muchas cosas, pero es doloroso ver en la actualidad la vehemente idolatría por él, que no les permite a muchos visualizar la palabra “ambición” como palabra positiva que conlleva proyectos, por tener en mente la palabra “codicia” que es hacer dinero fácil sin hacer nada, situación que nos está llevando a la degradación de la sociedad en donde los valores morales ya no se respetan, empezando por la integridad física y la vida que nos son despojadas por un mísero celular o por la intolerancia de algunos bárbaros, que por el solo hecho de ver un contrario portar una camiseta alusiva a algún equipo de fútbol arremeten contra él con nefastas consecuencias; esto sin contar los frecuentes feminicidios, violaciones, arrojos de ácido en la cara, entre otras barbaries.
Y mientras esto sucede, para contrarrestar, al futuro de este país lo deleitan con el pan y circo que les ofrece el gobierno de turno, distractores que ellos saben manejar a la perfección para entretener la plebe, como el fútbol, los conciertos, reinados, festivales etc, sumándole a esto, los aparatos tecnológicos modernos que a diario les inventan para su entretención mientras que aquél, con los politiqueros de turno a la cabeza, se aprovechan de la situación para desangrar y vender el país a las multinacionales y a otros gobiernos con los famosos TLC, sin importarle las consecuencias y con tal de sacar una buena partida.
Nos jodimos en este país en donde los padres y profesores pasaron a un segundo plano en autoridad, dignidad y gobierno, pues con los formatos educativos importados están dando al traste con la buena marcha de la familia; hay colegios en donde reinan la permisividad y la indisciplina entre - otras falencias - que estamos facilitando y en donde ya estamos viendo que para conseguir el amor y el buen desempeño de los hijos en las aulas hay que comprarlos con dádivas. Menos mal que ya han muerto muchos abuelos porque cuán decepcionados estarían.
Con tristeza y nostalgia por los mejores tiempos vividos, vemos como cada día los males modernos llámense corrupción, intolerancia, homicidios, robos, delincuencia juvenil, droga y pandillas se apoderan de pueblos y ciudades, a veces con la anuencia de ciertas autoridades, en un país en donde la justicia cojea pero solamente le llega a los menos favorecidos que no tienen la capacidad económica de comprar conciencias, como si la tienen los “ladrones de cuello blanco” quienes al ser elegidos por el mismo pueblo y con el patrocinio del gobierno hacen de las suyas unidos por un concubinato alevoso y artero.
Desafortunadamente esto es lo que muchos quieren vivir. Y mientras todo eso sucede, nos mandan un mundial de fútbol como el paliativo y estimulante amnésico, que nos invita a olvidar la triste realidad de lo que está pasando.
Afortunadamente, a nuestra edad ya somos conscientes de todas esas situaciones cuya solución la dejamos en manos de las juventudes nacientes. Ya nosotros hicimos y vivimos en un alto porcentaje lo que teníamos que hacer y vivir llegando por lo menos hasta el día de hoy, gran reto que tendrán que afrontar los componentes de esta nueva generación a los cuales les va a quedar difícil llegar hasta donde nosotros hemos llegado, pues con su apatía por los problemas del país, su facilismo delicioso y su amor por la plata fácil, vemos que el futuro del país no será nada halagüeño. Y agrego: sin autoridad y respeto, las cosas nunca han funcionado.
Sólo me resta pedir a Dios continuar con la calidad de vida que trato de llevar, tolerancia y mucho respeto por los demás, convivencia que me ayudará a compartir unos días más de paz y tranquilidad, burlando la enfermedad y la terquedad, palabras que tenemos que superar si queremos tener una vejez gratificante.
Y como complemento a una buena calidad de vida, una buena copa de vino.
Doy Gracias a Dios, además, por permitirme ver y participar de esos cambios que han ocurrido en el mundo al través del paso de mis años, como también de los que nos está imponiendo la vida moderna de los cuales afortunadamente no me he dejado absorber, razón por la cual no incluyo en mi vida palabras de moda como estrés, acelere, problemas somáticos, consumismo y sobre todo vacuidad, entre otras.
Los eruditos dicen: “la madurez viene con la experiencia, no con la edad”. Y aunque yo pienso que estas dos expresiones son afines, gracias a Dios poseo algo de las dos, las cuales me han dado enseñanzas de veracidad y conocimiento para esbozar y tocar ciertos temas basado en las vicisitudes por las que mi vida ha transcurrido.
Para empezar, veo con asombro cómo la tecnología está cambiando este mundo, convirtiendo a muchas personas - sobre todo a los adolescentes - en unos idiotas robotizados a los cuales el cerebro y la inteligencia se les trasladó a un par de pulgares con los cuales, con la cabeza baja haciéndole venia a la susodicha, manejan su constante diaria, situación y posición que les impide ver lo que ocurre a su alrededor, no dándose cuenta de los abusos que los productores de esos juguetes cometen, ni de los abusos de los gobiernos de turno que se aprovechan de esa distracción para sacar avante sus bellaquerías; por esa indiferencia, como decimos en Antioquia, vamos de culo para el estanco.
Yo recuerdo que durante mis años de estudio ( décadas de los 60 y 70, éstas acciones me costaron la expulsión de la Universidad de Antioquia) ante cualquier acto desleal del gobierno o intromisión internacional que atentara contra la familia, el pueblo o la soberanía de la nación, el estudiantado a nivel general, con las universidades Nacional, Antioquia y la UIS de Santander a la cabeza, éramos los primeros en salir a protestar y hacernos sentir como fuerza viva nacional. Pero hoy los educandos, por estar en un paseo muy diferente al que les compete como forjadores del futuro de la patria, los gobiernos los pisotean, los degradan, los abofetean y ellos tranquilos manipulando las maquinitas que les inventaron para que no vean la realidad, maquinitas que les perfeccionan frecuentemente para que estén actualizados y no pierdan esa capacidad robótica que no los deja pensar.
Es triste y nada motivante ver como esta juventud bajo las presiones de esta sociedad consumista, propaganda mediática y la tecnología actual, se están desligando familiarmente en donde ese amor y calor de hogar presidido por los padres se ha perdido, lo mismo que el diálogo. Son muy pocos los jóvenes que se atreven a interactuar con un adulto, porque su léxico, debido a que no leen y poco les interesa el idioma, es muy reducido en palabras lo que les da únicamente para conversar con los mismos de su especie. Nosotros, como adultos mayores, desde la tribuna y con un disco duro antiguo lleno de aplicaciones, tal vez obsoletas para algunos
pero que nos han servido para manejar la " letra menudita" con la que enredan a los incautos como la malicia, la deducción, la inventiva, el cálculo el ingenio, el romanticismo la picaresca y la lógica entre otras, con un periódico o un libro debajo del brazo, observamos con paciencia adonde irán a parar las cosas.
Está bien que el dinero es bueno y nos da la capacidad económica para comprar muchas cosas, pero es doloroso ver en la actualidad la vehemente idolatría por él, que no les permite a muchos visualizar la palabra “ambición” como palabra positiva que conlleva proyectos, por tener en mente la palabra “codicia” que es hacer dinero fácil sin hacer nada, situación que nos está llevando a la degradación de la sociedad en donde los valores morales ya no se respetan, empezando por la integridad física y la vida que nos son despojadas por un mísero celular o por la intolerancia de algunos bárbaros, que por el solo hecho de ver un contrario portar una camiseta alusiva a algún equipo de fútbol arremeten contra él con nefastas consecuencias; esto sin contar los frecuentes feminicidios, violaciones, arrojos de ácido en la cara, entre otras barbaries.
Y mientras esto sucede, para contrarrestar, al futuro de este país lo deleitan con el pan y circo que les ofrece el gobierno de turno, distractores que ellos saben manejar a la perfección para entretener la plebe, como el fútbol, los conciertos, reinados, festivales etc, sumándole a esto, los aparatos tecnológicos modernos que a diario les inventan para su entretención mientras que aquél, con los politiqueros de turno a la cabeza, se aprovechan de la situación para desangrar y vender el país a las multinacionales y a otros gobiernos con los famosos TLC, sin importarle las consecuencias y con tal de sacar una buena partida.
Nos jodimos en este país en donde los padres y profesores pasaron a un segundo plano en autoridad, dignidad y gobierno, pues con los formatos educativos importados están dando al traste con la buena marcha de la familia; hay colegios en donde reinan la permisividad y la indisciplina entre - otras falencias - que estamos facilitando y en donde ya estamos viendo que para conseguir el amor y el buen desempeño de los hijos en las aulas hay que comprarlos con dádivas. Menos mal que ya han muerto muchos abuelos porque cuán decepcionados estarían.
Con tristeza y nostalgia por los mejores tiempos vividos, vemos como cada día los males modernos llámense corrupción, intolerancia, homicidios, robos, delincuencia juvenil, droga y pandillas se apoderan de pueblos y ciudades, a veces con la anuencia de ciertas autoridades, en un país en donde la justicia cojea pero solamente le llega a los menos favorecidos que no tienen la capacidad económica de comprar conciencias, como si la tienen los “ladrones de cuello blanco” quienes al ser elegidos por el mismo pueblo y con el patrocinio del gobierno hacen de las suyas unidos por un concubinato alevoso y artero.
Desafortunadamente esto es lo que muchos quieren vivir. Y mientras todo eso sucede, nos mandan un mundial de fútbol como el paliativo y estimulante amnésico, que nos invita a olvidar la triste realidad de lo que está pasando.
Afortunadamente, a nuestra edad ya somos conscientes de todas esas situaciones cuya solución la dejamos en manos de las juventudes nacientes. Ya nosotros hicimos y vivimos en un alto porcentaje lo que teníamos que hacer y vivir llegando por lo menos hasta el día de hoy, gran reto que tendrán que afrontar los componentes de esta nueva generación a los cuales les va a quedar difícil llegar hasta donde nosotros hemos llegado, pues con su apatía por los problemas del país, su facilismo delicioso y su amor por la plata fácil, vemos que el futuro del país no será nada halagüeño. Y agrego: sin autoridad y respeto, las cosas nunca han funcionado.
Sólo me resta pedir a Dios continuar con la calidad de vida que trato de llevar, tolerancia y mucho respeto por los demás, convivencia que me ayudará a compartir unos días más de paz y tranquilidad, burlando la enfermedad y la terquedad, palabras que tenemos que superar si queremos tener una vejez gratificante.
Y como complemento a una buena calidad de vida, una buena copa de vino.
Carlos Javier Londoño O.