viernes, 3 de agosto de 2012


Agosto 4 de 2012


Crónicas leticianas 14


“Las Heladas del Brasil”

Como recuerdo  mi  primera experiencia ocurrida en Leticia,  cuando en un mes de junio, los fríos procedentes del sur del  continente comúnmente llamadas  “las heladas del Brasil”, repercutieron en esta amazonía colombiana, en donde pasar de 38º de temperatura  a 14º a 18º en promedio es algo significativo.. En Leticia se le llama a este fenómeno “friachas”  “heladas” o “helajes”.
Bien lo recuerdo como en la madrugada de  su primer  día de inicio, un frío poco normal recorrió mi cuerpo, pensé que era una molestia de tipo febril, me levanté, apagué el ventilador y procuré una cobija para arroparme. Cuando entré en calor, noté que el frío era producto de un cambio de clima en la ciudad, fenómeno climático para mi desconocido.
Me levanté normalmente con la salvedad  que al bañarme el agua estaba súper fría y que me toco buscar la chaqueta que toda persona en la región guarda en su armario para utilizarla cuando se desplazan a Bogotá.
El ambiente en las calles era mustio y nublado acompañado de un aire fresco bastante agradable.
Las personas que pasaban motorizadas portaban para protegerse del frío, ropas en todas  las tallas y  especificaciones como suéteres, chaquetas, ponchos, ruanas, sacos cruzados pasados de moda que a su paso producían hilaridad.
Consulté con los veteranos de la región sobre  este acontecimiento explicándome que esto ocurre cada año en toda la zona, en donde estas heladas  procedentes del Brasil y famosas por los estragos que producen en la cosecha de café de esa nación permanecen con nosotros casi ocho días durante los cuales el sol radiante y abrasador, desaparece, reemplazado por una bruma oscura que cubre la ciudad y sobre todo el río impidiendo una buena visibilidad.
Como caso raro, las aguas del río Amazonas disminuyendo el oxígeno del agua, lo que obliga a los peces a salir a la superficie a respirar o “boquiar” como se dice coloquialmente.
Un amigo me comentó que esa era una buena ocasión para salir en la madrugada a pescar porque los peces se cogían hasta con la mano.
Para comprobarlo, una noche de esas friolentas salimos hacia un caño que queda en la ribera peruana muy bueno para la pesca.
Íbamos armados de todos los implementos para protegernos del frío, aparte de las chaquetas, una buena dotación de café y licor, además de los accesorios nativos de pesca como eran la atarraya, los arpones y hasta un arco con flechas pues la experiencia se basaba en capturar los peces con estos elementos ya que el anzuelo era de poca utilidad y el amigo quería demostrarme la benevolencia de este  fenómeno climático.
 Entramos al sitio guiados por linternas y a pesar de que la canoa tenía un pequeño motor llamado “peque peque”, una parte del trayecto lo hicimos a remo buscando una buena pesca.
Llegamos a un remanso en donde el agua parecía hervir, pero en realidad era  el sinnúmero de peces que estaban boqueando, buscando el oxigeno del aire. Nuestro amigo mas experimentado  dio la primera demostración al arrojar con toda su fuerza un arpón al epicentro del hervidero, resultado dos hermosos pintadillos atravesados por el mismo artefacto. Después hizo la demostración con la atarraya  teniendo que pedir ayuda para poderla subir a bordo por la cantidad de especimenes capturados. Allí había  pintadillos, palometas, pirañas, carahuazús, bocachicos y sábalos entre otros, ese espectáculo parecía la pesca milagrosa pues en verdad eran tanto los peces que afloraban en la superficie que hasta con la mano se cogían.
Allí permanecimos en la faena hasta el amanecer disfrutando de un buen café con licor desafiando el frío al calor de una hoguera  preparando “moqueado“ , procedimiento que consiste en asar en una buena brasa tal como salen del agua con vísceras  y todo algunos peces de escamas caídos en la redada..
Este proceso le da un sabor exquisito a los peces, sabor experimentado únicamente en las especies  extraídas de esas maravillosas y proliferas aguas de la amazonía colombiana, peruana y brasilera, cuando la contaminación de sus aguas no se había  hecho presente.
En la mañana regresamos al puerto de Leticia. en donde nos tocó regalar la mayoría de esta  exuberante pesca pues como decimos los paisas alcanzó  hasta  “ para dar y convidar”.
Increíble espectáculo, si uno no lo hubiera visto con sus propios ojos y experimentado físicamente.

2 comentarios:

  1. Javier,

    Definitivamente estás haciendo una recopilación de datos muy interesante y además entretenida. Felicitaciones y por favor sigue compartiendo con tus lectores toda esa vivencia. Gracias!

    Ruth

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  2. Gracias Ruth por tus sinceros y motivantes comentarios

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