Crónicas leticianas 13…
Acoso, negocio o enfermedad.
Que una persona de edad acose sexualmente a una joven es lo
más lógico, pero que una joven acose a
un adulto la cosa es diferente, salvo que el adulto sea un adonis, posea dinero o tenga dotes de Don
Juan.
Pues este fue otro de los casos que me ocurrió en Leticia, durante mi última estadía de año y
medio en la ciudad.
Tal vez por la afluencia de las tres culturas que se conjugan
es esa frontera es común que se presente
una variedad de acontecimientos que la
hacen una ciudad sui generis Estos sucesos como lo dije anteriormente, pueden
ser comunes para sus habitantes por lo habitual de su acontecer, pero para un
turista o recién llegado pueden ser
inusuales. Una soleada mañana, entré a la oficina de un amigo con el ánimo de
saludarlo, tomarnos un tinto y charlar
con él.
Al entrar, parada en la puerta se encontraba una joven cuya edad para mi, oscilaba entre los 17 y 18
años, que sin ser una beldad, lucia unos rasgos indígenas atractivos y un buen
cuerpo que contrastaba con la minifalda que lucía.
Me senté a platicar con él, observando que la joven
permanecía allí parada mirando hacia nosotros con una sonrisa picaresca
dibujada en su rostro.
Después de un rato, al ver que aún permanecía allí adosada a
la pared sin modular frase alguna, le pregunté a mi amigo que de quién se trataba y que quería.
Ingiriendo un sorbo de su tinto me contestó:
-Pues esa es una joven que parece que tiene su problemita, pero en vez de ser
retrasada es como acelerada y lo mas verraco es que le gustan las personas de
edad como nosotros, anda detrás de mí,
me espera a la salida, me pone conversación
y me acompaña hasta la casa, yo
la despisto le echo travesías pero siempre se me aparece adelante porque camina
más rápido que yo.
No le paró bolas pero ahí sigue detrás de mí hablándome y
preguntándome cosas. Es más en estos días que llegue a la casa a almorzar,
ella, aprovechando que no se encontraba mi esposa, sólo mi hija, se entró con el
pretexto de que necesitaba hablar conmigo, cuando entré estaba tomando jugo y
charlando con mi hija. Ahí si me asusté pues ya se me había entrado a la casa,
con el respeto del caso le dije que abandonara la casa y que no se volviera
aparecer por ella, pues no quería problemas con mi señora, pero eso no le valió
porque siempre se me aparece por estos lados,
Estábamos en esta conversación cuando noté que ya no estaba
parada en la puerta.
Parece que ya se fue? -Le pregunté a mi amigo-
- Se fue... debe estar afuera esperando que yo salga- me
respondió-
Queriendo constatar la veracidad de lo que me dijo me
despedí de él.
Salí y me ubique en un sitio estratégico desde donde podía
ver a mi amigo saliendo de su oficina.
Dicho y hecho la joven también estaba ubicada estratégicamente
observando lo mismo pero donde yo estaba ella no me veía pero yo si.
Y preciso cuando él
abandono la oficina y tomo la calle para dirigirse a su casa, ella
inmediatamente salió de su acecho y se le pegó al lado a conversarle y así
siguieron hasta que doblaron la esquina. Ahí si me di cuenta de que la chica estaba en
lo que estaba.
Pasaron varios días sin volverla a ver, hasta cierta tarde
en que yo me encontraba sólo en mi
negocio, cuando ella llegó, la reconocí al instante por su corta y seductora
minifalda.
Entró hasta el fondo,
en donde yo me encontraba.
A la orden en que le
puedo servir? -le pregunté-
Respuesta que me contestó con otra pregunta: Usted es el
dueño del negocio?
-Si como no, yo soy el dueño- - me puede regalar un vaso con
agua?
-con mucho gusto.-.
Le serví el vaso con agua y continuó con las preguntas.
-Y usted como se llama?
Dándole un nombre diferente al mío, -le respondí Pedro
Y continuó con su
interrogatorio ya preguntándome con el nombre falso que le di.
- y don Pedro usted no necesita quien le colabore en el negocio o alguien que
le asee el apartamento-
-No señorita muchas gracias, por ahora no necesito a nadie para
esos menesteres - le respondí-
Terminándose el vaso
con agua me dijo: A listo por aquí seguiré pasando por si algún día me necesita- y despidiéndose
dirigió a la puerta.
Al llegar exactamente a la salida, dejó caer un papel que
llevaba en la mano y al agacharse de una manera sugestiva, me exhibió su tanga
brasilera.
Al observar esta provocación pensé para mis adentros “este
huevo quiere sal”. Ella después de enderezarse, volteándose risueña se retiró.
Las cosas no pasaron
a más.
Pasaron varios días cuando regresó de nuevo, notando que
siempre llegaba cuando estaba solo y su
disculpa era el vaso con agua.
En esta oportunidad el del interrogatorio fui yo quien le
preguntó que si estudiaba y que cuantos años tenía.
Me contestó que no estudiaba y que tenía 20 años.
-No te creo la edad -le contesté-
- deje y verá que la próxima vez le traigo la contraseña de
la cédula para que me crea, y vea aquí le dejo este papelito, el cual ya estaba
previamente escrito con su nombre y su celular, por si necesita quien le
colabore o le asee el apartamento volvió
a repetirme y entregándomelo se retiró contorneándose cadenciosamente.
Ya estas visitas no me estaban gustando para nada y a sabiendas de como son las cosas en ese
pueblo, podía suceder que la gente al verla salir de mi negocio, hicieran un
montaje en mi contra pues a lo mejor ella y mucha gente que no me conocía
pensaban que yo era nuevo en el pueblo y que desconocía de esa estrategia pues por su plan de conquista e insinuaciones, para un novato, es la forma mas
sencilla para caer.
Al otro día le comenté a unas amigas y a mi amigo sobre las
visitas constantes de la joven el cual me aconsejó: Pilas marica, que el papá
de ella es mala gente y muy jodido, no vaya a dar papaya.
-tranquilo viejo que ya sé como es la cosa-
Esa misma tarde llamé a mi esposa a comentarle la situación,
la cual me dijo: Pilas pues, menos mal que ya usted tiene experiencia y sabe como funcionan las mujeres en esa
tierra-
-tranquila mija que si no caí cuando era soltero y joven, ahora menos.
En otra ocasión, como
de costumbre abrí el negocio y estaba
afuera barriendo cuando apareció, me
saludo muy efusiva, -don Pedro como le va- y se dirigió al interior del establecimiento,
yo me fui de tras de ella preguntándole. Cuénteme en que le puedo servir? Mire
don Pedro aquí esta la contraseña de mi cédula para que vea mi edad.
-Y cual es su interés en que yo conozca su edad le pregunté-
- Ah como usted me dijo que yo era menor de edad entonces
vea que no es así.
Tomando la contraseña en mis manos, pude observar que en
realidad si tenía 20 años lo que me daba
a entender que tenía la vía libre para cualquier relación y por lo menos tenía
la edad para no ser acusado por
violación a menor, como es la costumbre, ya que a veces a pesar de ser menores
de edad, ciertas jóvenes practican la
profesión desde temprana edad y hacen caer al mas avezado conquistador.
Iba como siempre con
su insinuadora minifalda, pero a esto le agregó una camiseta apretada al cuerpo
sobre la cual dejaba ver, al no llevar sostenes puestos, la turgencia de sus
senos.
Ese día parece que
iba dispuesta a todo, pues me solicitó que si le regalaba una cerveza. Pensé en
negársela, pero me dije, vamos a ver hasta donde llega esta situación.
Tomó un sorbo de la
cerveza y preguntó de nuevo: don Pedro usted vive aquí.
Si señorita yo vivo aquí
y ahí adentro tengo mi apartamento.
-Puedo mirar? Me dijo maliciosamente.
_ no, no puede entrar, - le contesté- que tal que alguien la
vea saliendo de ahí adentro, me meto en un problema con su papá.
Como noté que la cosa se estaban tornando delicada y ella
estaba empecinada que la invitara a conocer el apartamento, para quitármela de
encima le dije en tono fuerte:
Sabe qué, si su papá no fuera tan mala gente y tan jodido,
hace tiempo ya la hubiera tirado en la cama que tengo adentro--
Sonriendo me contestó: -tranquilo que mi papá no es tan bravo
como dicen-
Invitándola a que saliera del negocio le complementé la
despedida con esta información: - le pido un favor, no vuelva aparecer por estos lados que mi esposa llega esta semana y se queda a vivir conmigo y además es muy celosa y no quiero problemas,
ni con ella ni con usted.
Afortunadamente como que se dio cuenta que conmigo las cosas
no eran fáciles y no volvió a visitarme, pero siempre que pasaba por el frente
paraba y maliciosamente me sonreía.
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