miércoles, 10 de octubre de 2012





Crónicas leticianas 13…

Acoso, negocio o enfermedad.

Que una persona de edad acose sexualmente a una joven es lo más lógico, pero que una joven  acose a un adulto la cosa es diferente, salvo que el adulto sea  un adonis, posea dinero o tenga dotes de Don Juan.
Pues este fue otro de los casos que me ocurrió en  Leticia, durante mi última estadía de año y medio  en la ciudad.
Tal vez por la  afluencia de las tres culturas que se conjugan es esa frontera es común  que se presente una variedad de acontecimientos  que la hacen una ciudad sui generis Estos sucesos como lo dije anteriormente, pueden ser comunes para sus habitantes por lo habitual de su acontecer, pero para un turista o  recién llegado pueden ser inusuales. Una soleada mañana, entré a la oficina de un amigo con el ánimo de saludarlo, tomarnos un tinto y  charlar con él.
Al entrar, parada en la puerta se encontraba una joven  cuya edad para mi, oscilaba entre los 17 y 18 años, que sin ser una beldad, lucia unos rasgos indígenas atractivos y un buen cuerpo que contrastaba con la minifalda que lucía.
Me senté a platicar con él, observando que la joven permanecía allí parada mirando hacia nosotros con una sonrisa picaresca dibujada en su rostro.
Después de un rato, al ver que aún permanecía allí adosada a la pared sin modular frase alguna, le pregunté a mi amigo  que de quién se trataba y que quería.
Ingiriendo un sorbo de su tinto me contestó:
-Pues esa es una joven  que parece que  tiene su problemita, pero en vez de ser retrasada es como acelerada y lo mas verraco es que le gustan las personas de edad como nosotros,  anda detrás de mí, me espera a la salida, me pone conversación  y  me acompaña hasta la casa, yo la despisto le echo travesías pero siempre se me aparece adelante porque camina más rápido que yo.
No le paró bolas pero ahí sigue detrás de mí hablándome y preguntándome cosas. Es más en estos días que llegue a la casa a almorzar, ella,  aprovechando que no se encontraba  mi esposa, sólo mi hija, se entró con el pretexto de que necesitaba hablar conmigo, cuando entré estaba tomando jugo y charlando con mi hija. Ahí si me asusté pues ya se me había entrado a la casa, con el respeto del caso le dije que abandonara la casa y que no se volviera aparecer por ella, pues no quería problemas con mi señora, pero eso no le valió porque siempre se me aparece por estos lados,
Estábamos en esta conversación cuando noté que ya no estaba parada en la  puerta.
Parece que ya se fue? -Le pregunté a mi amigo-
- Se fue... debe estar afuera esperando que yo salga- me respondió-
Queriendo constatar la veracidad de lo que me dijo me despedí de él.
Salí y me ubique en un sitio estratégico desde donde podía ver  a mi amigo saliendo de su oficina.
Dicho y hecho la joven también estaba ubicada estratégicamente observando lo mismo pero donde yo estaba ella no me veía  pero yo si.
Y preciso cuando  él abandono la oficina y tomo la calle para dirigirse a su casa, ella inmediatamente salió de su acecho y se le pegó al lado a conversarle y así siguieron hasta que doblaron la esquina.  Ahí si me di cuenta de que la chica estaba en lo que estaba.
Pasaron varios días sin volverla a ver, hasta cierta tarde en que  yo me encontraba sólo en mi negocio, cuando ella llegó, la reconocí al instante por su corta y seductora minifalda.
 Entró hasta el fondo,  en donde yo me encontraba.
A la orden  en que le puedo servir? -le pregunté-
Respuesta que me contestó con otra pregunta: Usted es el dueño del negocio?
-Si como no, yo soy el dueño- - me puede regalar un vaso con agua?
-con mucho gusto.-.
Le serví el vaso con agua y continuó con las preguntas.
-Y usted como se llama?
Dándole un nombre diferente al mío, -le respondí Pedro
 Y continuó con su interrogatorio ya preguntándome con el nombre falso que le di.
- y don Pedro usted no necesita  quien le colabore en el negocio o alguien que le asee el apartamento-
-No señorita muchas gracias, por ahora no necesito a nadie para esos menesteres - le respondí-
 Terminándose el vaso con agua me dijo: A listo por aquí seguiré pasando  por si algún día me necesita- y despidiéndose dirigió a la puerta.
Al llegar exactamente a la salida, dejó caer un papel que llevaba en la mano y al agacharse de una manera sugestiva, me exhibió su tanga brasilera.
Al observar esta provocación pensé para mis adentros “este huevo quiere sal”. Ella después de enderezarse, volteándose risueña  se retiró.
 Las cosas no pasaron a más.
Pasaron varios días cuando regresó de nuevo, notando que siempre llegaba cuando estaba solo y   su disculpa era el vaso con agua.
En esta oportunidad el del interrogatorio fui yo quien le preguntó que si estudiaba y que cuantos años tenía.
Me contestó que no estudiaba y que tenía 20 años.
-No te creo la edad -le contesté-
- deje y verá que la próxima vez le traigo la contraseña de la cédula para que me crea, y vea aquí le dejo este papelito, el cual ya estaba previamente escrito con su nombre y su celular, por si necesita quien le colabore  o le asee el apartamento volvió a repetirme y entregándomelo se retiró contorneándose cadenciosamente.
Ya estas visitas no me estaban gustando para nada  y a sabiendas de como son las cosas en ese pueblo, podía suceder que la gente al verla salir de mi negocio, hicieran un montaje en mi contra pues a lo mejor ella y mucha gente que no me conocía pensaban que yo era nuevo en el pueblo y que desconocía de esa estrategia  pues por su plan de  conquista  e  insinuaciones, para un novato, es la forma mas sencilla para caer.
Al otro día le comenté a unas amigas y a mi amigo sobre las visitas constantes de la joven el cual me aconsejó: Pilas marica, que el papá de ella es mala gente y muy jodido, no vaya a dar papaya.
-tranquilo viejo que ya sé como es la cosa-
Esa misma tarde llamé a mi esposa a comentarle la situación, la cual me dijo: Pilas pues, menos mal que ya usted tiene experiencia  y sabe como funcionan las mujeres en esa tierra-
-tranquila mija que si no caí cuando era soltero y  joven, ahora menos.
 En otra ocasión, como de costumbre abrí  el negocio y estaba afuera barriendo cuando apareció,  me saludo muy efusiva, -don Pedro como le va- y se dirigió al interior del establecimiento, yo me fui de tras de ella preguntándole. Cuénteme en que le puedo servir? Mire don Pedro aquí esta la contraseña de mi cédula para que vea mi edad.
-Y cual es su interés en que yo conozca su edad le pregunté-
- Ah como usted me dijo que yo era menor de edad entonces vea que no es  así.
Tomando la contraseña en mis manos, pude observar que en realidad si tenía 20  años lo que me daba a entender que tenía la vía libre para cualquier relación y por lo menos tenía la edad para no  ser acusado por violación a menor, como es la costumbre, ya que a veces a pesar de ser menores de edad, ciertas jóvenes  practican la profesión desde temprana edad y hacen caer al mas avezado  conquistador.
Iba  como siempre con su insinuadora minifalda, pero a esto le agregó una camiseta apretada al cuerpo sobre la cual dejaba ver, al no llevar sostenes puestos, la turgencia de sus senos.
 Ese día parece que iba dispuesta a todo, pues me solicitó que si le regalaba una cerveza. Pensé en negársela, pero me dije, vamos a ver hasta donde llega esta situación.
Tomó un sorbo de  la cerveza y preguntó de nuevo: don Pedro usted vive aquí.
Si señorita yo vivo aquí  y ahí adentro tengo mi apartamento.
-Puedo mirar? Me dijo maliciosamente.
_ no, no puede entrar, - le contesté- que tal que alguien la vea saliendo de ahí adentro, me meto en un problema con su papá.
Como noté que la cosa se estaban tornando delicada y ella estaba empecinada que la invitara a conocer el apartamento, para quitármela de encima le dije en tono fuerte:
Sabe qué, si su papá no fuera tan mala gente y tan jodido, hace tiempo ya la hubiera tirado en la cama que tengo adentro--
Sonriendo me contestó: -tranquilo que mi papá no es tan bravo como dicen-
Invitándola a que saliera del negocio le complementé la despedida con esta información: - le pido un favor, no vuelva aparecer por  estos lados que mi esposa  llega esta semana y  se queda a vivir conmigo  y además es muy celosa y no quiero problemas, ni con ella ni con usted.
Afortunadamente como que se dio cuenta que conmigo las cosas no eran fáciles y no volvió a visitarme, pero siempre que pasaba por el frente paraba  y maliciosamente me sonreía.

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