viernes, 26 de abril de 2013


Abril 25 de 2013



Crónicas leticianas 37

“Miopía Administrativa”


Este nuevo siglo, con la llegada de la tecnología, el acelere que nos depara la vida moderna, la calidad de vida que solemos llevar, la variedad de alimentos chatarra que consumimos, entre otros, nos esta llevando a una serie de enfermedades que hacen de nuestro cuerpo su hábitat preferido.
Ya es común hablar de estrés, colon irritable, cáncer en todas partes del cuerpo, enfermedades psicosomáticas generalizadas y, en fin, males de todas las clases para todas las especies.
Pero la enfermedad que mas  extrañeza esta causando  que se está proliferando en todo el territorio colombiano, en especial en el área  gubernamental de las poblaciones lejanas a la capital del país  en donde - los entes fiscalizadores y controladores son escasos o deficientes - es la enfermedad conocida con el nombre de” miopía administrativa”.
Los síntomas se dan especialmente entre los gobernantes  elegidos,  quienes desde el inicio y en el transcurso del ejercicio de sus funciones, se obnubilan ante la problemática de su administración, llámese corrupción, ingobernabilidad, favorecimiento de contratos, problemas comunes de la comunidad y en fin toda esa clase de problemas que hay que corregir, atacar y resolver  para lo cual fueron nombrados
Esta enfermedad los ataca impidiéndoles ver la realidad, primero porque se enclaustran en sus oficinas y no se enteran de lo que esta  pasando a sus alrededores, sobre todo en los entes bajo su control, en donde tienen  lugar   toda clase de artimañas y confabulaciones que atentan contra el presupuesto de la ciudad y, segundo,  por que hay que tener la cabeza despejada cuando se presentan  “cosas” que son mas rentables y producen mas dividendos.
Ellos saben que  los problemas existen, pero les importa muy poco tratar de solucionarlos porque su  misión es otra, como lo es el quedar bien con  los benefactores económicos que le auspiciaron sus campañas y con los cuales, beneficiándolos, se auto favorecen.
En otras palabras es “hacerse el de la vista gorda” durante su gestión sin importar  lo que pase, ya que ellos se aseguran económicamente con lo cual se defienden al dejar la administración; es aquí en donde se efectúa, como por arte de magia, la cura de su miopía, porque desde ese momento ven toda clase de fallas y errores  en la nueva administración , los que  ellos no vieron en la suyas sabiendo de que allí estaban; desde ese momento se convierten en los opositores , detractores y críticos  de sus predecesores, sobre las mismas  falencias en la  que ellos incurrieron y no hicieron nada por corregirlas.
Que buena salida la de nuestros gobernantes, no hacer nada favorecedor al pueblo y, cuando terminan su mandato, salir a despotricar de sus sucesores y de sus acciones para crear la famosa “cortina de humo” que desvíe las investigaciones sobre lo que no hizo o hizo mal.
Esa es la nueva política con que se maneja nuestro país.
Si de pronto salen comprometidos con  alguno de los  delitos comunes de la administración y no conciliaron o  transaron con alguna de las entidades que los investiga, ni se inmutan  porque para eso el es dinero, que como fruto de sus martingalas guardan para defenderse o para pedir una casa por cárcel, desde donde  disfrutan de su bellaquería  y se ríen del pueblo que los eligió.

sábado, 20 de abril de 2013


Abril 15 de 2013.




Crónicas Leticianas 36



Que no sea demasiado tarde: es hora de actuar”


Ya comienzan, en el ámbito politiquero amazonense para las próximas elecciones de representantes a la Cámara en  la contienda electoral del 2014, el guacaqueo y la remabaramba como dice nuestro amigo locutor y periodista.
Con un año de antelación, empiezan a vislumbrarse nombres y partidos que se disputarán las curules en el negocio más lucrativo que existe en la región.
Es época de mangualas, alianzas, estrategias, y coaliciones entre los partidos y los nombres que se lanzan a la palestra política, unos con miras a no soltar esa glándula mamaria a la que han estado vinculados por años y desean permanecer atornillados, otros con anhelo de ocupar esos puestos  en donde “figuración y dinero” son las dos palabras principales que los motiva a su acción.
Vienen las estratagemas, con las mismas aranas y vicisitudes a las que el pueblo está acostumbrado, a cambio de un significativo manjar o una dádiva  que  les mitiga por un día la necesidad, pero que -con su voto- someten al pueblo a una entrega política de la que después estarán arrepentidos.
Como “ellos” no duermen por estar gestando sus tácticas, y están en lo que están, es hora de que el pueblo también se pellizque y exija “hechos concretos” y comprobables de las acciones  ejercidas por los  actuales representantes  en beneficio del pueblo que los eligió y que aspiran de nuevo a continuar, para que observen si se justificó dicha elección y, si no -aceptar como se dice coloquialmente- “que esa platica se perdió” y no volver a votar por ellos.
Y los que aspiran  a tomar esas riendas por primera vez, que muestren su hoja de vida y sus  aptitudes para desempeñarse en esos puestos desde donde van supuestamente a luchar por darle a su terruño algo significativo que justifique el sueldo que el pueblo , con su elección, los va a mandar a  devengar.
Que esas elecciones no sean como siempre, por tradición política de apellidos mandados a recoger, por cuestiones económicas o por favores políticos, elecciones de las cuales, con el tiempo, van a  lamentarse y nada va a pasar porque muchos no tienen el valor suficiente  para  revocar el mandato por la ineficiencia de alguno de los  elegidos.
Es hora  de romper esquemas y salirse de lo normal, votando por una solución diferente a las que están acostumbradas. ¿Qué tal votar por un candidato de aceptación popular  nacido de la necesidad de hacer algo desinteresado por su región, que no tenga su alma vendida al diablo, y que no necesite trabajar, como otros, en pro  de los facilitadores del dinero que lo llevaron a su elección?
Como dice el dicho: “es mejor prevenir que tener que lamentar” o “Soldado advertido no muere en guerra”.
En manos de   ustedes, amigos amazonenses, esta la reivindicación de esa tierra, la que como siempre he dicho, no merece la suerte que esta llevando por culpa de unos insensibles que sólo piensan en su bienestar y en el incremento de sus arcas, pero para el pueblo la consigna será: “Sálvese quien pueda”. Estamos a tiempo.

                                                                                     Carlos Javier Londoño O. 

martes, 9 de abril de 2013


Abril 1 de 2013


Crónicas leticianas 35

“Carta de un turista inconforme a quien pueda interesar”

Como colombiano, con el espíritu aventurero que nos caracteriza a los paisas,
conocedor de muchos sitios turísticos, artesanales, indígenas  y ciudades  de avanzada de este privilegiado país y del exterior - las cuales tuve la oportunidad de recorrer en compañía de dos francesas durante mis andanzas  en los años mozos - y entre las cuales Leticia  no fue la excepción, pues cuando la conocí, fue tal el impacto positivo que me causó la ciudad en aquella época que al experimentar la tranquilidad, la hermandad, el don de gentes de sus habitantes y la belleza del entorno, me quede viviendo allí más de 20 años.
Caminé por su selva, navegué por su río, penetré por sus recovecos,  cuando salíamos a disfrutar de la pesca,  a través del trayecto de 170 kmts  que nos pertenece a los colombianos.
Participe en varias bolsas turísticas, entre ellas la famosa “Bolsa Internacional de  Turismo de Avianca” efectuada en  Medellín, cuando encabezando una representativa  delegación como presidente de la Cámara de Comercio del Amazonas con Capax y su anaconda, Hans Heydler como guía turístico independiente,  Rolf Heumman  en representación de Amazonía Tour, máxima  empresa del turismo nacional e internacional en el Amazonas  de la época con  Mike Tsalickis a la cabeza, Mario y Fernando  Gómez  como gerentes nacional y de Leticia de la empresa La  rana Tours, Fabio Dickson en representación del Hotel Anaconda; Alberto Orrego como fundador de la empresa Amaturs, Alberto  Charry gerente de Avianca Leticia, la reina del Amazonas de la época Ana María Padilla y una buena representación indígena quienes deleitaron con sus cantos, bailes y tradiciones a los visitantes, todos como promotores turísticos importantes de la región.
Amazonas fue el atractivo principal para empresarios turísticos colombianos y extranjeros, al poner  en alto -esta delegación- en la palestra del turismo nacional, los colores verde y blanco de la Comisaría, en aquel entones.
Por esa y por muchas otras razones, quiero aportar mi granito de arena y poner a su consideración algo de mis  conocimientos los cuales pueden servirles de base para hacer algo y, aunque por no ser leticiano, puede que no tenga credibilidad, si tengo experiencia en éste y otros temas.
Esto lo hago con miras a tratar de  mejorar muchos aspectos del esquema turístico, que se maneja en  la región, ya que a pesar de que algunos se auto flagelan diciendo que las cosas marchan bien turísticamente por el hecho de ver llegar los vuelos totalmente llenos a la ciudad,  o por salir  a viaticar  a vitrinas turísticas, otra cosa muy diferente es escuchar las quejas de los turistas cuando uno tiene acceso a ellos como lo hice yo en mi negocio comercial, en donde escuché muchas veces sus quejas y traumas cuando, al llegar a la ciudad, presenciaban  en vivo y en directo la triste realidad de la región, la cual era totalmente diferente a la idea que les vendieron, razón por la cual muchos se sentían engañados; realidad que  ustedes gobernantes, desconocen por estar “enclaustrados” en sus oficinas pendientes de cosas muy ajenas  al desarrollo de la ciudad que  los eligió para esos menesteres y ahora no se atreven a dar la cara en público y compartir con ellos sino están escoltados,  por miedo a una represalia popular por haberlos defraudado.
Primero que todo voy hablar como un turista que viajo por cuenta y riesgo propio, que me gusta llegar a una ciudad a admirar  su infraestructura, sus obras , costumbres, sus atractivos, su música, su gastronomía  y, sobre todo,  observar lo que yo quiero ver y disfrutar, muy diferente al turista que les esta llegando y  viaja “amarrado” por las empresas “monopolistas” que manejan el turismo en Colombia y en la región, que solo les permiten ver lo que a ellos les conviene que el turista vea,  y en donde se sale a  los recorridos como caballo cochero mirando hacia delante, sin tener contacto con el pueblo para interactuar con ellos con el fin de  conocer  algo de su idiosincrasia. 
Estos son  los turistas que son recogidos en el aeropuerto  desde donde salen directo al malecón en donde una embarcación los transporta  hacia sus enclaves hoteleros para permanecer   tres o cuatro  días en el monte con programas prefabricados que son una  novedad para alguien que nunca en su vida había tenido esa experiencia y de la cual sale a contar maravillas solamente  sobre eso que conocieron.
A otros los llevan del aeropuerto  al hotel desde donde les manipulan todas las actividades. Estos son los turistas y el turismo que no le deja muchas ganancias a la ciudad, aparte de la basura y contaminación, pues la mayor parte de ese dinero queda en las arcas de la capital de la república.
Y es que Leticia anda mal turísticamente desde el día en que no supieron aprovechar y pedir para la región el control y manejo  de los sitios como  el Parador Ticuna, La isla de los Micos y el Parque Amacayacú desde donde podrían estar produciendo buenas ganancias para la ciudad, que ahora se llevan los pulpos del turismo en Colombia, en detrimento de la región. Ese es el trabajo y los hechos de los cuales deben estar pendientes los “honorables representantes” y autoridades gubernamentales,  para hacer respetar el patrimonio, pero ahí están los resultados,  como siempre, a  nadie le importó y ahora quieren subsanar esas falencias  con impuestos “leoninos” que si bien se utilizaran correctamente serían de gran ayuda  para contrarrestar las fallas que se están presentando; impuestos  como el que tiene que pagar el turista para conocer su propio territorio colombiano y del cual conoce su pago  solamente cuando ya se encuentra en la plataforma del aeropuerto Vásquez Cobo,  en donde no le queda mas alternativa que pagar,  dinero que se maneja como una caja menor sin ningún control ni utilización para lo que fue estipulado, como sería para darle  una cara  amable  a la ciudad ornamentando, aseando y refaccionando sus calles y avenidas, o como  montar una oficina de turismo bien dotada y presentada en el aeropuerto en donde el recién llegado encuentre la información  necesaria para evitar que se aprovechen de él, como actualmente lo hacen algunos inescrupulosos.
Cuando alguien desea visitar el Amazonas, lo primero que se le viene a la mente es cambiar la estresante selva de cemento por el verdor, exhuberancia y frescura de esa selva tropical y, si es posible, adentrarse en ella  a buscar la paz  aunque sea por unas pocas horas, observando el paisaje, su flora y su fauna, cosas que son difíciles de ver  a no ser que se vaya selva adentro.
Conocer la magnitud del río Amazonas, navegar por él disfrutando de los encantos naturales que nos ofrece, como ver la danza de los delfines rosados únicos en el mundo, pescar una piraña y porqué no -con las precauciones del caso- echarse una zambullida en sus aguas o en los lagos existentes, experiencia gratificante sobre todo cuando uno viaja con los hijos.
Y  es aquí en donde radican algunas de las falencias turísticas de la ciudad, por culpa de los manejadores de esa industria sin chimeneas.
Son tantas las cosas que hay para mejorar y así  mostrarle al visitante una casa bien presentada, que el tema daría para un libro, pero trataré a  grosso modo alguna de las principales
Afortunadamente, para ver los animales representativos del amazonas como son el jaguar, el pirarucú, la piraña, la gamitana y muchos otros ya no tenemos que viajar a esa región para observarlos porque ya sabemos que no los hay, ni tienen el sitio, y aunque muchos no lo saben, en el Parque Explora de Medellín  o en el zoológico Matecaña de Pereira los podemos ver sin ningún problema, y, si ya estamos en Leticia, ya Tabatinga se les adelantó y en el zoológico que inauguraron -aunque no es nada del otro mundo- por lo menos el turista puede admirar parte de la fauna amazonense y dejar allí su dinero  como una de las cosas que quieren hacer  tanto los adultos como los niños.¡Que ironía!.
Otras de las fallas nocivas para el turismo es el desaseo y desperfecto de algunas de las calles, la polución sonora de  ciertos  locales comerciales, el caos vehicular de la motos,  que son un fastidio para el espíritu y que en nada favorecen  la tan buscada tranquilidad que quieren disfrutar los visitantes en una ciudad que se jacta de ser un remanso de paz. El abuso  por parte de ciertos comerciantes de las aceras  y conductores que impiden el paso peatonal. Y qué decir de los centros nocturnos de diversión en donde su majestad el ruido desentona con la tranquilidad de las noches de luna amazonense.
Que bueno sería fomentar el uso de la bicicleta para el desplazamiento por la ciudad, como epicentro ecológico de Colombia que  Leticia se jacta de ser; llegar al aeropuerto y desplazarse por la avenida que  conduce  al centro, observando el aspecto encantador de sus calles bien pavimentadas, sus árboles bien podados y con un toque de color, apreciar el colorido de los anuncios publicitarios que se encuentran al lado de la vía,  bien demarcados pero no por el moho, si no por los colores vivos  que contrasten con el verdor que se observa por doquier, para causar   impacto al visitante.
Del parque Santander y Orellana ya he hablado bastante al respecto y las cosas siguen igual, sin que nadie medie por remediar la situación, de donde el pueblo puede deducir  que los proyectos que no son rentables económicamente para que los que están en el curubito del gobierno, no les interesa: he ahí una muestra de la indolencia en esos dos parques, y del mal que padecen desde muchos años atrás.
Otra inquietud que tengo  tiene que ver con el área arborizada  en donde se encuentra  el homenaje a la corrupción y apatía de los gobernantes llamado “Hotel Victoria Regia”.
Seria muy interesante que la denominada “plazoleta de los artesanos”, fuese transformada, desalojando primero que todo a los vivientes que  usufructúan esa propiedad  desde hace muchos años sin pagar un solo peso con la anuencia  de algunos gobernantes, y restaurar esa histórica edificación como era originalmente, convirtiéndola en un museo, en un centro de conferencias o algo llamativo para los visitantes. 
Adoquinar e iluminar ese parque para convertirlo en un bulevar, en donde con unas pintorescas y modernas casetas bajo el control gubernamental, expendan unos deliciosos   jugos de frutas exóticas, artesanías, algo de gastronomía típica, unos buenos cócteles y una tarima en donde ciertas noches deleiten a los turistas con música  y actos folclóricos alusivos a la región.
¿Y que tal que la visión que le presentan a los turistas al bajar al malecón y observar el aspecto tuguriesco de las casas de la Isla de la Fantasía y de las situadas a lo largo de la  orilla del río mejoraran? Como se verían todas esas casas pintadas con unos colores  llamativos al estilo San Andrés, que dan vistosidad y alegría al paisaje o al menos  que le den decoro a la pobreza en que habitan esas personas?
Es mucho lo que hay por hacer y sé que muchos lo están haciendo con el sudor de sus manos,  personas con empuje y visión futurista y sin ayuda gubernamental, que al menos con su esfuerzo salvan  la situación  mostrando algo representativo, por que si fuera  por los gobernantes…qué pena con los turistas pero no habría nada que mostrar. Y con todo respeto, esa es la casa que hay que mejorar para mostrarles a nuestros visitantes, no la descuidada ciudad de ahora, que muchos se jactan de promocionar en el interior del país y que a veces no los dejan bien librados.
Continuaré con mis apuntes por que hay tema para mucho rato.                                                            
Carlos Javier Londoño O.

lunes, 8 de abril de 2013


Abril 07 de 2013        




“La salud en Colombia...negocio de vida o muerte.”



Que bien lo expresa la doctora  Ghislaine Sanctot, en su libro “La Mafia Médica” al cuestionar el sistema médico, diciendo que la medicina actual fomenta la enfermedad  y no la salud culpando de esto a la OMS, las multinacionales farmacéuticas los hospitales y los médicos que a veces colaboran inocentemente con ésta causa, aseveración que le costó el retiro de su licencia  médica.
Libro polémico que además, comparte el premio Nobel de Medicina  Dr Richard J. Roberts quien afirma  que: “fármaco que cura del todo no es rentable”.
Y ante este   comentario, Colombia no es ajena a esta realidad y más ahora que nos estamos dando cuenta de que la salud se convirtió en un negocio que redunda en el incremento patrimonial de las famosas EPS (entidades para desangrar) en detrimento de la salud del pueblo colombiano.
Ante éste atropello que favorece las arcas de éstas “entidades sanguijuelas”, no podemos permanecer callados pues eso de  observar todos los días en noticieros y periódicos la vulnerabilidad a la que han sometido al pueblo de estratos inferiores y en especial a los adultos mayores, embarazadas y discapacitados a quienes violándoles todos sus derechos, los someten a hacer largas filas en estos centros, desde tempranas horas  de la mañana para solicitar una cita o una autorización, madrugada y fila que a veces les cuesta la vida, acto deplorable repudiado por todos  en esta Colombia del Sagrado Corazón.
Porque acceder a estos servicios se hace cada vez más traumático: la tramitología, las tutelas, los paseos de la muerte, los incontestables call center de las atenciones primarias, la autoridad fascista de ciertos porteros que ya hasta dictaminan y recetan, entre otros, hacen que el buen servicio a la salud básica como urgencias o normal  sean un martirio para el usuario.
Y esto sin contar cuando se trata de una cita especializada o un procedimiento, los cuales agendan para tres o cuatro meses después. ¿Será que el Dane posee las estadísticas de cuántas personas mueren durante ese intervalo de tiempo en espera de esa atención?
Estoy de acuerdo con la doctora Sanctot, pues esos paliativos que nos formulan a diario que alivian los síntomas pero no la enfermedad, a veces con manifestaciones colaterales que agravan más la situación y que nadie sabe, es la pura verdad, pues esas drogas en vez de favorecer al paciente, favorecen las EPS, los laboratorios y  las multinacionales que manejan esos productos. Basta con hacerse esta pregunta: ¿cuánto es el  valor de la factura que genera la rotación de los medicamentos que a diario le recetan a millones de colombianos tales como: el acetaminofén, el naproxeno, el metronidazol, la amoxicilina el betoprolol, la lovastatina, la medformina, la loratadina, el losartán, el Asa, la ranitidina, el carvedidol, la hidroclorotiazida y muchos más, que a   veces son repetitivos por días o por meses? Ahí les dejo la inquietud de si ¿es o no, la salud, un buen negocio?
Y mientras esto ocurre en todo el país, en los epicentros de corrupción como el Congreso y el Senado, los “honorables representantes”  se amangualan para  regularse con leyes auto favorecedoras, y el pueblo que los eligió… que se salve como pueda.
Las “mafias” ya no son de uso exclusivo de los narcotraficantes, ya son empresas enquistadas en muchos entes gubernamentales a nivel  nacional como son la referida salud, las contrataciones, el transporte, la educación, las pensiones entre otras y todo esto con la anuencia de ciertos “patrones” que legislan desde el gobierno.
¿Creen ustedes que puede haber paz en esta sufrida Colombia ante estas injusticias y desigualdades propiciadas por nuestros gobernantes?
La salud es un derecho de los colombianos, no una limosna.
                                                                        
                                                                      Carlos Javier Londoño O.

martes, 2 de abril de 2013


Marzo 25 de 2013


Crónicas leticianas 34

De que están llegando, es una realidad


Corría el año 2011. En una tórrida mañana de unos de esos días en que el sol abrasador deposita los rayos sobre la ciudad escoceando la piel de sus habitantes, el verdor de los uniformes, banderas y pancartas alusivas a la rendición de cuentas que el órgano de control llamado Policía Nacional del Amazonas  expondría a la ciudadanía, se veía por doquier  en las instalaciones de la biblioteca del Banco de la República, en la ciudad de Leticia.
Por ese color esmeraldino esparcido por toda esa área parecía que parte  de la selva se hubiera adentrado en la ciudad.
Las medidas de seguridad para ese acto se apreciaban por los alrededores del recinto bibliotecario.
Yo desde  temprano, abrí mi establecimiento comercial que quedaba al frente de la biblioteca, con miras a aprovechar la situación.
Agentes de seguridad camuflados de civil se sentaron en las afueras del negocio,  para prestar vigilancia a los superiores que entraban al recinto a exponer sus argumentos en la rendición de sus cuentas.
Todo era normal, la venta de agua y bebidas refrescantes se acrecentó, pues el calor aumentaba a medida que el día transcurría. Ese día la mayor afluencia a mi negocio estaba conformada  por integrantes de esa entidad armada.
En el transcurso de la mañana, entre los numerosos clientes que me visitaron, llegó un joven de unos 23 años, bien parecido con motilado estilo militar ropa y zapatos de marca cuya pinta delatadora, para los conocedores que hemos tenido la oportunidad de vivir en tierras de conflicto, me daba a entender que pertenecía o perteneció a esas entidades non sanctas de las que pululan por esta tierra colombiana.
De entrada con  educación y respeto  se expresó:
-Señor, muy buenos días, que bonito su negocio, cuénteme ¿usted vende cerveza aquí?  - Claro que si, le respondí-
-¿Me puede vender una?
-Con mucho gusto- y procedí a destaparle  el pedido,
El se quedo parado en la barra observando hacia fuera y me preguntó: ¿Qué ocurre al frente que hay tanto policía?.
-Pues por las pancartas que están colgadas en las afueras, hoy es el día en que la institución policiva va a rendir cuentas a la ciudadanía- le contesté-
-Y parece que en este pueblo hay mucho policía- me preguntó de nuevo-
Eso si, le dije,  aquí hay mas policías que gente - respuesta ante la cual se sonrió.
Continuando con sus preguntas  a guisa de conseguir información,
continuó con su interrogatorio: ¿ pero el señor no es de aquí?-
Afirmativo, yo soy paisa- le respondí.
- Es que yo soy del putumayo- me dijo -.
-Que bien, bienvenido a esta tierra ¡ah! Y a propósito, perdone que le pregunte tan de frente  pero ¿porqué esta llegando a la ciudad tanta gente de esos lados del Putumayo, del Caquetá y de los Llanos?
-Vea patrón, (cuando me respondió en esta forma, pude comprobar mi sospecha de que algún nexo tenía o tuvo con alguna entidad  irregular del país) lo que pasa en que la situación por esos lados esta muy difícil debido a la presión  de  las autoridades, razón por la cual “los “patrones” nos dijeron que nos viniéramos para acá, que esto con el tiempo se iba a poner muy bueno y por eso estamos llegando. (Todavía me pregunto el porqué de su infidencia siendo ella para mí, confidencial y máxime sin saber quien era yo…o sí).
Al momento me llamaron  para atender  una mesa, razón por la cual me dijo- tras haber terminado su cerveza- que cuanto me debía. Me pagó diciéndome que regresaría  de nuevo. Poniendo mi negocio a sus órdenes nos despedimos.
Este mini-dialogo me dio mucho para pensar sobre la situación que se estaba presentando en la región con la llegada de tanta gente extraña, situación que todo  el mundo conoce inclusive las  mismas autoridades, y que se está volviendo común en la ciudad  y para la cual no se vislumbraban correctivos para sortearla, por lo menos hasta que yo me vine.
A los pocos días  ese joven volvió a pasar por el frente de mi negocio, acompañado por tres personas más con las mismas características, pero en esta ocasión no entró si no que pasó derecho, sin embargo, como yo me encontraba adentro, no me vio pero yo a él, sí.
Preocupante  es la respuesta de muchos de los pobladores de la ciudad al preguntarles su opinión sobre la cantidad de gente que está llegando al pueblo sin ningún control, la  respuesta  de muchos es que a ellos lo que más  les interesa es que llegue gente para que así haya mas movimiento y entradas en sus negocios.
Para mí,  es una respuesta muy respetable pero vuelvo y repito, no deja de ser preocupante.
De que están llegando, no es para nadie desconocido ¿que irá a pasar? ..el tiempo lo dirá.
¿O de esa fecha para  acá ya está pasando y el tiempo lo está diciendo?


Carlos Javier Londoño O.