Abril 1 de 2013
Crónicas leticianas 35
“Carta de un turista inconforme a quien pueda interesar”
Como colombiano, con el espíritu aventurero que nos
caracteriza a los paisas,
conocedor de muchos sitios
turísticos, artesanales, indígenas y
ciudades de avanzada de este
privilegiado país y del exterior - las cuales tuve la oportunidad de recorrer
en compañía de dos francesas durante mis andanzas en los años mozos - y entre las cuales
Leticia no fue la excepción, pues cuando
la conocí, fue tal el impacto positivo que me causó la ciudad en aquella época
que al experimentar la tranquilidad, la hermandad, el don de gentes de sus
habitantes y la belleza del entorno, me quede viviendo allí más de 20 años.
Caminé por su selva, navegué por
su río, penetré por sus recovecos, cuando salíamos a disfrutar de la pesca, a través del trayecto de 170 kmts que nos pertenece a los colombianos.
Participe en varias bolsas
turísticas, entre ellas la famosa “Bolsa Internacional de Turismo de Avianca” efectuada en Medellín, cuando encabezando una
representativa delegación como
presidente de la Cámara
de Comercio del Amazonas con Capax y su anaconda, Hans Heydler como guía turístico
independiente, Rolf Heumman en representación de Amazonía Tour, máxima empresa del turismo nacional e internacional
en el Amazonas de la época con Mike Tsalickis a la cabeza, Mario y Fernando Gómez
como gerentes nacional y de Leticia de la empresa La rana Tours, Fabio Dickson en representación
del Hotel Anaconda; Alberto Orrego como fundador de la empresa Amaturs,
Alberto Charry gerente de Avianca
Leticia, la reina del Amazonas de la época Ana María Padilla y una buena
representación indígena quienes deleitaron con sus cantos, bailes y tradiciones
a los visitantes, todos como promotores turísticos importantes de la región.
Amazonas fue el atractivo
principal para empresarios turísticos colombianos y extranjeros, al poner en alto -esta delegación- en la palestra del
turismo nacional, los colores verde y blanco de la Comisaría, en aquel entones.
Por esa y por muchas otras
razones, quiero aportar mi granito de arena y poner a su consideración algo de
mis conocimientos los cuales pueden
servirles de base para hacer algo y, aunque por no ser leticiano, puede que no
tenga credibilidad, si tengo experiencia en éste y otros temas.
Esto lo hago con miras a tratar
de mejorar muchos aspectos del esquema
turístico, que se maneja en la región,
ya que a pesar de que algunos se auto flagelan diciendo que las cosas marchan
bien turísticamente por el hecho de ver llegar los vuelos totalmente llenos a
la ciudad, o por salir a viaticar
a vitrinas turísticas, otra cosa muy diferente es escuchar las quejas de
los turistas cuando uno tiene acceso a ellos como lo hice yo en mi negocio
comercial, en donde escuché muchas veces sus quejas y traumas cuando, al llegar
a la ciudad, presenciaban en vivo y en
directo la triste realidad de la región, la cual era totalmente diferente a la
idea que les vendieron, razón por la cual muchos se sentían engañados; realidad
que ustedes gobernantes, desconocen por estar
“enclaustrados” en sus oficinas pendientes de cosas muy ajenas al desarrollo de la ciudad que los eligió para esos menesteres y ahora no se
atreven a dar la cara en público y compartir con ellos sino están escoltados, por miedo a una represalia popular por
haberlos defraudado.
Primero que todo voy hablar como
un turista que viajo por cuenta y riesgo propio, que me gusta llegar a una
ciudad a admirar su infraestructura, sus
obras , costumbres, sus atractivos, su música, su gastronomía y, sobre todo, observar lo que yo quiero ver y disfrutar,
muy diferente al turista que les esta llegando y viaja “amarrado” por las empresas “monopolistas”
que manejan el turismo en Colombia y en la región, que solo les permiten ver lo
que a ellos les conviene que el turista vea, y en donde se sale a los recorridos como caballo cochero mirando
hacia delante, sin tener contacto con el pueblo para interactuar con ellos con
el fin de conocer algo de su idiosincrasia.
Estos son los turistas que son recogidos en el aeropuerto desde donde salen directo al malecón en donde
una embarcación los transporta hacia sus
enclaves hoteleros para permanecer tres
o cuatro días en el monte con programas
prefabricados que son una novedad para
alguien que nunca en su vida había tenido esa experiencia y de la cual sale a
contar maravillas solamente sobre eso
que conocieron.
A otros los llevan del aeropuerto
al hotel desde donde les manipulan todas
las actividades. Estos son los turistas y el turismo que no le deja muchas
ganancias a la ciudad, aparte de la basura y contaminación, pues la mayor parte
de ese dinero queda en las arcas de la capital de la república.
Y es que Leticia anda mal
turísticamente desde el día en que no supieron aprovechar y pedir para la
región el control y manejo de los sitios
como el Parador Ticuna, La isla de los
Micos y el Parque Amacayacú desde donde podrían estar produciendo buenas
ganancias para la ciudad, que ahora se llevan los pulpos del turismo en Colombia,
en detrimento de la región. Ese es el trabajo y los hechos de los cuales deben
estar pendientes los “honorables representantes” y autoridades gubernamentales,
para hacer respetar el patrimonio, pero
ahí están los resultados, como siempre,
a nadie le importó y ahora quieren
subsanar esas falencias con impuestos
“leoninos” que si bien se utilizaran correctamente serían de gran ayuda para contrarrestar las fallas que se están
presentando; impuestos como el que tiene
que pagar el turista para conocer su propio territorio colombiano y del cual
conoce su pago solamente cuando ya se
encuentra en la plataforma del aeropuerto Vásquez Cobo, en donde no le queda mas alternativa que
pagar, dinero que se maneja como una
caja menor sin ningún control ni utilización para lo que fue estipulado, como
sería para darle una cara amable
a la ciudad ornamentando, aseando y refaccionando sus calles y avenidas,
o como montar una oficina de turismo
bien dotada y presentada en el aeropuerto en donde el recién llegado encuentre
la información necesaria para evitar que
se aprovechen de él, como actualmente lo hacen algunos inescrupulosos.
Cuando alguien desea visitar el
Amazonas, lo primero que se le viene a la mente es cambiar la estresante selva
de cemento por el verdor, exhuberancia y frescura de esa selva tropical y, si
es posible, adentrarse en ella a buscar
la paz aunque sea por unas pocas horas,
observando el paisaje, su flora y su fauna, cosas que son difíciles de ver a no ser que se vaya selva adentro.
Conocer la magnitud del río
Amazonas, navegar por él disfrutando de los encantos naturales que nos ofrece,
como ver la danza de los delfines rosados únicos en el mundo, pescar una piraña
y porqué no -con las precauciones del caso- echarse una zambullida en sus aguas
o en los lagos existentes, experiencia gratificante sobre todo cuando uno viaja
con los hijos.
Y
es aquí en donde radican algunas de las falencias turísticas de la
ciudad, por culpa de los manejadores de esa industria sin chimeneas.
Son tantas las cosas que hay para
mejorar y así mostrarle al visitante una
casa bien presentada, que el tema daría para un libro, pero trataré a grosso modo alguna de las principales
Afortunadamente, para ver los
animales representativos del amazonas como son el jaguar, el pirarucú, la
piraña, la gamitana y muchos otros ya no tenemos que viajar a esa región para
observarlos porque ya sabemos que no los hay, ni tienen el sitio, y aunque
muchos no lo saben, en el Parque Explora de Medellín o en el zoológico Matecaña de Pereira los
podemos ver sin ningún problema, y, si ya estamos en Leticia, ya Tabatinga se les
adelantó y en el zoológico que inauguraron -aunque no es nada del otro mundo-
por lo menos el turista puede admirar parte de la fauna amazonense y dejar allí
su dinero como una de las cosas que
quieren hacer tanto los adultos como los
niños.¡Que ironía!.
Otras de las fallas nocivas para
el turismo es el desaseo y desperfecto de algunas de las calles, la polución sonora
de ciertos locales comerciales, el caos vehicular de la
motos, que son un fastidio para el
espíritu y que en nada favorecen la tan
buscada tranquilidad que quieren disfrutar los visitantes en una ciudad que se
jacta de ser un remanso de paz. El abuso
por parte de ciertos comerciantes de las aceras y conductores que impiden el paso peatonal. Y
qué decir de los centros nocturnos de diversión en donde su majestad el ruido
desentona con la tranquilidad de las noches de luna amazonense.
Que bueno sería fomentar el uso
de la bicicleta para el desplazamiento por la ciudad, como epicentro ecológico
de Colombia que Leticia se jacta de ser;
llegar al aeropuerto y desplazarse por la avenida que conduce al centro, observando el aspecto encantador de
sus calles bien pavimentadas, sus árboles bien podados y con un toque de color,
apreciar el colorido de los anuncios publicitarios que se encuentran al lado de
la vía, bien demarcados pero no por el
moho, si no por los colores vivos que contrasten
con el verdor que se observa por doquier, para causar impacto al visitante.
Del parque Santander y Orellana ya
he hablado bastante al respecto y las cosas siguen igual, sin que nadie medie
por remediar la situación, de donde el pueblo puede deducir que los proyectos que no son rentables
económicamente para que los que están en el curubito del gobierno, no les
interesa: he ahí una muestra de la indolencia en esos dos parques, y del mal
que padecen desde muchos años atrás.
Otra inquietud que tengo tiene que ver con el área arborizada en donde se encuentra el homenaje a la corrupción y apatía de los
gobernantes llamado “Hotel Victoria Regia”.
Seria muy interesante que la
denominada “plazoleta de los artesanos”, fuese transformada, desalojando
primero que todo a los vivientes que usufructúan
esa propiedad desde hace muchos años sin
pagar un solo peso con la anuencia de
algunos gobernantes, y restaurar esa histórica edificación como era
originalmente, convirtiéndola en un museo, en un centro de conferencias o algo
llamativo para los visitantes.
Adoquinar e iluminar ese parque
para convertirlo en un bulevar, en donde con unas pintorescas y modernas casetas
bajo el control gubernamental, expendan unos deliciosos jugos de frutas exóticas, artesanías, algo de
gastronomía típica, unos buenos cócteles y una tarima en donde ciertas noches
deleiten a los turistas con música y
actos folclóricos alusivos a la región.
¿Y que tal que la visión que le
presentan a los turistas al bajar al malecón y observar el aspecto tuguriesco
de las casas de la Isla
de la Fantasía
y de las situadas a lo largo de la
orilla del río mejoraran? Como se verían todas esas casas pintadas con
unos colores llamativos al estilo San
Andrés, que dan vistosidad y alegría al paisaje o al menos que le den decoro a la pobreza en que habitan
esas personas?
Es mucho lo que hay por hacer y sé
que muchos lo están haciendo con el sudor de sus manos, personas con empuje y visión futurista y sin
ayuda gubernamental, que al menos con su esfuerzo salvan la situación
mostrando algo representativo, por que si fuera por los gobernantes…qué pena con los turistas
pero no habría nada que mostrar. Y con todo respeto, esa es la casa que hay que
mejorar para mostrarles a nuestros visitantes, no la descuidada ciudad de
ahora, que muchos se jactan de promocionar en el interior del país y que a
veces no los dejan bien librados.
Continuaré con mis apuntes por
que hay tema para mucho rato.
Carlos Javier Londoño O.