Abril
07 de 2013
“La salud en Colombia...negocio de vida o muerte.”
Que bien lo expresa la
doctora Ghislaine Sanctot, en su libro “La Mafia Médica ” al
cuestionar el sistema médico, diciendo que la medicina actual fomenta la
enfermedad y no la salud culpando de
esto a la OMS ,
las multinacionales farmacéuticas los hospitales y los médicos que a veces
colaboran inocentemente con ésta causa, aseveración que le costó el retiro de
su licencia médica.
Libro polémico que además,
comparte el premio Nobel de Medicina Dr
Richard J. Roberts quien afirma que:
“fármaco que cura del todo no es rentable”.
Y ante este comentario, Colombia no es ajena a esta
realidad y más ahora que nos estamos dando cuenta de que la salud se convirtió
en un negocio que redunda en el incremento patrimonial de las famosas EPS
(entidades para desangrar) en detrimento de la salud del pueblo colombiano.
Ante éste atropello que favorece
las arcas de éstas “entidades sanguijuelas”, no podemos permanecer callados
pues eso de observar todos los días en
noticieros y periódicos la vulnerabilidad a la que han sometido al pueblo de
estratos inferiores y en especial a los adultos mayores, embarazadas y
discapacitados a quienes violándoles todos sus derechos, los someten a hacer
largas filas en estos centros, desde tempranas horas de la mañana para solicitar una cita o una
autorización, madrugada y fila que a veces les cuesta la vida, acto deplorable
repudiado por todos en esta Colombia del
Sagrado Corazón.
Porque acceder a estos servicios se
hace cada vez más traumático: la tramitología, las tutelas, los paseos de la
muerte, los incontestables call center de las atenciones primarias, la
autoridad fascista de ciertos porteros que ya hasta dictaminan y recetan, entre
otros, hacen que el buen servicio a la salud básica como urgencias o
normal sean un martirio para el usuario.
Y esto sin contar cuando se trata
de una cita especializada o un procedimiento, los cuales agendan para tres o
cuatro meses después. ¿Será que el Dane posee las estadísticas de cuántas
personas mueren durante ese intervalo de tiempo en espera de esa atención?
Estoy de acuerdo con la doctora
Sanctot, pues esos paliativos que nos formulan a diario que alivian los
síntomas pero no la enfermedad, a veces con manifestaciones colaterales que agravan
más la situación y que nadie sabe, es la pura verdad, pues esas drogas en vez
de favorecer al paciente, favorecen las EPS, los laboratorios y las multinacionales que manejan esos
productos. Basta con hacerse esta pregunta: ¿cuánto es el valor de la factura que genera la rotación de
los medicamentos que a diario le recetan a millones de colombianos tales como:
el acetaminofén, el naproxeno, el metronidazol, la amoxicilina el betoprolol,
la lovastatina, la medformina, la loratadina, el losartán, el Asa, la
ranitidina, el carvedidol, la hidroclorotiazida y muchos más, que a veces son repetitivos por días o por meses?
Ahí les dejo la inquietud de si ¿es o no, la salud, un buen negocio?
Y mientras esto ocurre en todo el
país, en los epicentros de corrupción como el Congreso y el Senado, los
“honorables representantes” se
amangualan para regularse con leyes auto
favorecedoras, y el pueblo que los eligió… que se salve como pueda.
Las “mafias” ya no son de uso
exclusivo de los narcotraficantes, ya son empresas enquistadas en muchos entes
gubernamentales a nivel nacional como
son la referida salud, las contrataciones, el transporte, la educación, las
pensiones entre otras y todo esto con la anuencia de ciertos “patrones” que
legislan desde el gobierno.
¿Creen ustedes que puede haber
paz en esta sufrida Colombia ante estas injusticias y desigualdades propiciadas
por nuestros gobernantes?
La salud es un derecho de los
colombianos, no una limosna.
Carlos Javier Londoño O.
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