lunes, 8 de abril de 2013


Abril 07 de 2013        




“La salud en Colombia...negocio de vida o muerte.”



Que bien lo expresa la doctora  Ghislaine Sanctot, en su libro “La Mafia Médica” al cuestionar el sistema médico, diciendo que la medicina actual fomenta la enfermedad  y no la salud culpando de esto a la OMS, las multinacionales farmacéuticas los hospitales y los médicos que a veces colaboran inocentemente con ésta causa, aseveración que le costó el retiro de su licencia  médica.
Libro polémico que además, comparte el premio Nobel de Medicina  Dr Richard J. Roberts quien afirma  que: “fármaco que cura del todo no es rentable”.
Y ante este   comentario, Colombia no es ajena a esta realidad y más ahora que nos estamos dando cuenta de que la salud se convirtió en un negocio que redunda en el incremento patrimonial de las famosas EPS (entidades para desangrar) en detrimento de la salud del pueblo colombiano.
Ante éste atropello que favorece las arcas de éstas “entidades sanguijuelas”, no podemos permanecer callados pues eso de  observar todos los días en noticieros y periódicos la vulnerabilidad a la que han sometido al pueblo de estratos inferiores y en especial a los adultos mayores, embarazadas y discapacitados a quienes violándoles todos sus derechos, los someten a hacer largas filas en estos centros, desde tempranas horas  de la mañana para solicitar una cita o una autorización, madrugada y fila que a veces les cuesta la vida, acto deplorable repudiado por todos  en esta Colombia del Sagrado Corazón.
Porque acceder a estos servicios se hace cada vez más traumático: la tramitología, las tutelas, los paseos de la muerte, los incontestables call center de las atenciones primarias, la autoridad fascista de ciertos porteros que ya hasta dictaminan y recetan, entre otros, hacen que el buen servicio a la salud básica como urgencias o normal  sean un martirio para el usuario.
Y esto sin contar cuando se trata de una cita especializada o un procedimiento, los cuales agendan para tres o cuatro meses después. ¿Será que el Dane posee las estadísticas de cuántas personas mueren durante ese intervalo de tiempo en espera de esa atención?
Estoy de acuerdo con la doctora Sanctot, pues esos paliativos que nos formulan a diario que alivian los síntomas pero no la enfermedad, a veces con manifestaciones colaterales que agravan más la situación y que nadie sabe, es la pura verdad, pues esas drogas en vez de favorecer al paciente, favorecen las EPS, los laboratorios y  las multinacionales que manejan esos productos. Basta con hacerse esta pregunta: ¿cuánto es el  valor de la factura que genera la rotación de los medicamentos que a diario le recetan a millones de colombianos tales como: el acetaminofén, el naproxeno, el metronidazol, la amoxicilina el betoprolol, la lovastatina, la medformina, la loratadina, el losartán, el Asa, la ranitidina, el carvedidol, la hidroclorotiazida y muchos más, que a   veces son repetitivos por días o por meses? Ahí les dejo la inquietud de si ¿es o no, la salud, un buen negocio?
Y mientras esto ocurre en todo el país, en los epicentros de corrupción como el Congreso y el Senado, los “honorables representantes”  se amangualan para  regularse con leyes auto favorecedoras, y el pueblo que los eligió… que se salve como pueda.
Las “mafias” ya no son de uso exclusivo de los narcotraficantes, ya son empresas enquistadas en muchos entes gubernamentales a nivel  nacional como son la referida salud, las contrataciones, el transporte, la educación, las pensiones entre otras y todo esto con la anuencia de ciertos “patrones” que legislan desde el gobierno.
¿Creen ustedes que puede haber paz en esta sufrida Colombia ante estas injusticias y desigualdades propiciadas por nuestros gobernantes?
La salud es un derecho de los colombianos, no una limosna.
                                                                        
                                                                      Carlos Javier Londoño O.

No hay comentarios:

Publicar un comentario