lunes, 20 de abril de 2020


Abril 20 de 2020

Crónicas paisas 16
" Estación de servicio Esso No 5"


Como bien lo dije en la crónica 15 anterior, la bomba de gasolina Esso No 5 pasó a la historia en Medellín, pues fue  una fuente de empleo para muchas personas, aparte de las muchas historias y anécdotas que allí se vivieron. Más de 20 personas laborábamos allí, empezando por nosotros que éramos tres hermanos, cuya especialidad, con los eufemismos de ahora se llamaría “alistador de vehículos automotores” pero hablando coloquialmente  éramos simples ”lavadores de carros”. Fuera de nosotros había mucha más gente al rebusque, allí encontrabas: monta llantas, polichadores, cambiadores de aceite, reparación de frenos, viciosos, ladrones de partes automotores y jugadores profesionales de cara y sello, machuca, y a las placas de los carros, todo esto con la anuencia del propietario señor Hugo Gutiérrez Morales, que nos acolitaba, razón por la cual era muy estimado por sus trabajadores y su buena clientela de taxistas, aparte también de clientela de caché como médicos del Hospital San Vicente, locutores de radio de la empresa RCN como Pastor Londoño, Eucario Bermúdez, Julio Arrastía Brica, Carlos Arturo Rueda C. fuera de abogados y gente prestante de Medellín y por qué no decirlo, malandros de todas las pelambres.
Contaré, entre otras, algunas realidades allí vividas como parte histórica de esa estación de servicio generadora de empleos.
Cuando a algún cliente le robaban el radio del carro, la llanta de repuesto, las plumillas limpiavidrios, las tapas de con que se engallaban los rines o la herramienta,  que eran los robos más comunes  de la época, acudían temprano a la bomba a comentarle al patrón la necesidad que tenía en recuperar lo robado o cómpralo de  nuevo. Y tomemos como ejemplo, que lo robado fuera una llanta de repuesto  rin 16 o un radio, por decir algo referencia Zenit 230  El patrón de inmediato comentaba a los “ratas” que se encontraban merodeando por ahí cerca sobre la necesidad del cliente y las referencias de lo robado. De inmediato salían al rebuscar lo solicitado. El patrón le decía al cliente que por favor volviera por la tarde.
Cuando el cliente llegaba en la tarde a la bomba, ya había allí mínimo dos llantas o dos radios de la referencia solicitada, coincidiendo a veces que el mismo radio o llanta eran los mismos que le  habían robado. Se hacia la negociación y todos ganaban, pero nadie veía ni oía  nada.
La siguiente anécdota me ocurrió personalmente a mí, cierta tarde llegó un cliente elegantemente vestido buscando a alguno de nosotros, los hermanos, para que le lavaran el carro, pues teníamos fama de buenos lavadores. Ese día estaba yo de turno. El carro en que llegó nuestro cliente era un Plymouth modelo 57 de los llamados “Colepato”, carro engallado con todos los juguetes como se dice literalmente.
El cliente se llamaba Ramón Antonio Aristizábal Ramírez  de quien, si no les digo su alias, de seguro no van a saber de quién se trata, pues era nada menos que “Ramón Cachaco” gran atracador de bancos,  iniciador del narcotráfico y pionero de los sicarios en moto en Medellín.  Todo muy respetable como cliente, el en su trabajo, nosotros en el nuestro.
Cuando arribó, me le acerque a ofrecerle mis servicios pues como era nuestro cliente y a pesar de que daba  buena propina, allí se respetaba esa prioridad. Cuando estacionó el carro en el lavadero me dijo: “ bien lavadito y bien polichado, y cuando termine me lo tanquea”,… que quede como una uva, me reitero, Tranquilo patrón que le va a quedar como nuevo –le contesté- y se encaminó hacia la oficina a esperar el carro mientras hablaba con el patrón.
Yo me dedique a lo mío.
Después de muchos minutos en mi labor y quedar lista la nave, procedí a tanquearlo y aquí fue, busqué la bendita tapa para llenar el tanque y no la encontré por ningún lado, ni por delante, ni por detrás, ni por los lados, ni en el piso del carro. Lo que si observé fue que desde la oficina, tanto el cliente como el patrón me estaban observando y riéndose al ver mi  ante el desespero por encontrar la tapa.
En vista de que no la encontraba  y el ya se iba a ir me dijo: venga mijo le muestro en donde está  y arrimándose al carro por la parte trasera junto al stop izquierdo, con su mano derecha hizo girar todo el stop hacia la derecha mostrando de inmediato la tapa, si él no me la hubiera mostrado, todavía la estaría buscando. Innovación aprendida  desde ese día, producto del modernismo de la época.    
   

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