sábado, 29 de junio de 2013

Junio 26 de 2013

Crónicas Leticianas 46
“Emergencia a bordo”

A finales de la década de los ochenta, otra de las bonanzas que se unió al descalabro de la región del Amazonas fue la del oro  que se presentó cerca de  La Pedrera, población situada a orillas del río Caquetá.
Esta bonanza produjo  una ola de ambición en el Amazonas de tal magnitud, que la gente en Leticia vendía todas sus pertenencias para conseguir algún dinero  para poder viajar a la Pedrera en  busca del preciado  metal.
Yo ya había salido de Leticia y me encontraba casualmente trabajando en Villavicencio, como gerente de  una  importante empresa aérea de pasajeros y carga que, con cuatro aviones tipo D-3 con motores  a pistón, cubríamos las rutas  a diferentes lugares de los territorios nacionales.
Al enterarme de esta nueva bonanza y de la dificultad que  la gente  tenía  para viajar al sitio de la aparición de la veta en la Pedrera, solicité permiso a la Aeronáutica Civil para hacer esa ruta, entidad que nos autorizó  viajar: Villavicencio- La Pedrera – Leticia - La pedrera - Villavicencio con un tiempo de  más de 5 horas de vuelo,  desde el inicio en  Villavicencio hasta  el final en Leticia.
Volábamos los sábados desde  Villavicencio hasta La Pedrera y continuábamos hasta Leticia  en donde se pernoctaba, y nos regresábamos al día siguiente, o sea el domingo, por la misma ruta.
Todos los vuelos salían con cupo completo, copando toda su capacidad  con veinticuatro pasajeros y tres toneladas de carga, la cual en su mayoría eran víveres, cerveza y gaseosas, plantas eléctricas,  palas, picas, motores fuera de borda, rollos de paroy, gallinas, cerdos y toda clase de elementos  para negociar en la región.
Las reservas para los vuelos  permanecían llenas, pues era mucha la gente que estaba viajando  desde Leticia y desde Villavicencio a rebuscarse la vida en esta nueva bonanza amazonense.
Así empezamos a experimentar esta nueva ruta que benefició a muchas  personas y por supuesto a la empresa. 
En uno de los vuelos del fin  de semana, como siempre, el avión decoló a las 6 am con el fin  de hacer el recorrido selvático con la luz del sol, por si acaso se presentaba alguna emergencia que precisara el  regreso  del avión o el aterrizaje en alguna pista de  las tantas que se encuentran  sobre  la ruta, ya fueran legales  o  del narcotráfico.
Yo siempre acompañaba ese vuelo, para disfrutar la alegría de compartir con mis viejos amigos esos dos días en tierra amazonense, recordar viejas épocas pasadas, y por ende,  colaborar con la causa.
El día de la emergencia, como de costumbre, salimos temprano sin ninguna novedad con buen clima y buena visibilidad; posteriormente, al dejar el llano y empezar a volar sobre selva,  el avión entró a una tormenta  que nos acompañó por mucho tiempo.
Ese día llevábamos  más  o menos tres y media horas de vuelo, en medio de ese torrencial aguacero que impedía la visibilidad metros más adelante. Sin embargo todo era normal, la comunicación con la torre de control de Villavicencio funcionaba bien. De un momento a otro el motor No 1 que corresponde al lado izquierdo del piloto, empezó a “escopetear”- como dicen en la jerga aeronáutica - el cual es un sonido parecido a la tos. Esto ya no era normal, porque lo mínimo que había que hacer en este caso, era apagarlo, para que no se fuera a fundir, pero en las circunstancias en que volábamos, con el avión lleno era algo riesgoso, aunque ese avión puede volar con un solo motor sobre todo a la altura en que íbamos, más aún, es tan seguro ese avión que a esa altura  puede perder los dos motores y  puede planear  debido a la posición de sus alas,  dando tiempo de buscar en donde aterrizar. La situación no dejaba  de ser   preocupante.
A los pocos minutos  ocurrió lo que tenía que ocurrir, el motor se “perfiló” es decir, se paró.
Ya noté la inquietud de la tripulación,  sobre todo cuando me manifestaron que la radio- ayuda en la Pedrera se había apagado. Ahí si me asusté, porque se  estaban dando tres condiciones para un accidente aéreo: sin radio-ayuda, con tempestad, con un motor fuera de servicio y el avión con  carga completa.
El temor de la tripulación era que al quedar un solo motor éste tenía que suplir la potencia del otro que falló, lo cual lo forzaría más y podía ocurrir lo mismo: fundirse,  razón por la cual había que tomar una determinación lo antes posible.
Al preguntarme el comandante qué hacer le respondí: comandante, yo soy el gerente en tierra,  usted en el aire es el dueño del avión, así que haga lo que tenga que hacer en beneficio de  las treinta personas que vamos a bordo.
La solución inmediata que nos puede favorecer - me dijo - es botar al vacío toda la carga a bordo, toda es toda, inclusive la herramienta del avión, con el fin de aligerar el peso de la aeronave y bajarle revoluciones al motor bueno para que no vaya a “sacar la mano”.
Listo comandante, esa es una orden, y de inmediato se le comunicó a los pasajeros la determinación la que no fue del agrado de algunos pues,  para la mayoría , la carga era el plante que llevaban hacia la mina a rebuscarse el sustento, desafortunadamente aquí importaba más la vida de todos.
De inmediato el mecánico y el auxiliar de vuelo se amarraron por la cintura con una cuerda, la que a su vez se amarró a una parte segura del avión, con el fin de evitar que la fuerza del aire los sacara de la aeronave.
Una vez hecha esta operación, se procedió a acercar la carga a la puerta principal del avión, que constaba de dos alas, se abrió una de ellas y empezó la tediosa y arriesgada maniobra del lanzamiento de la carga al vacío, lo cual debía hacerse con mucho cuidado y precisión, de manera que al arrojarla no se estrellara  contra la cola de la aeronave, porque así se complicarían  más las cosas.
Cajas de cerveza y gaseosas,  bultos con papas, bultos con víveres, rollos de paroy- que es una tela impermeable para hacer cambuches - maletas, maletines  guacales con gallinas, generadores  eléctricos, motores fuera de borda pequeños, palas, picas y en fin todo lo que pesara y estuviese a bordo excepto los pasajeros, todo había que tirarlo. Sólo  quedamos con lo que llevábamos puesto.
Ese día, para mayor  trauma, nos tocó presenciar  en “vivo y en directo” la  arrojada al vacío de un cerdo de unos 50 kilos que iba a bordo, que cosa tan impresionante presenciar éste espectáculo, pues por los chillidos estertóreos que emitía el animal al sujetarlo, parecía presentir que la muerte le había llegado. Ver la repulsa que ejercía para no dejarse arrojar era una sensación inhumana de crueldad, desafortunadamente había que hacerlo por las vidas humanas que íbamos a bordo. Una vez terminada esta operación, sentimos que el rugir del motor disminuyó al bajarle la potencia el comandante.
Como nos encontrábamos cerca de la Pedrera, según  el tiempo volado y por la ruta demarcada por coordenadas, el comandante procedió a tratar de sacar el avión de la tempestad y buscar a ojo  el río Caquetá que les sirviera de guía,  lo cual hizo bajando  de altitud.
Efectivamente, cuando el avión bajo millares de pies  a una altura prudente sobre el verdor de la espesa selva, la lluvia amainó y la visibilidad aclaró,  permitiéndole al copiloto divisar el rio.  
Como otra medida de seguridad el comandante ordenó a todos los pasajeros colocarse en posición fetal, o sea con la cabeza sobre las rodillas y  cinturones de seguridad amarrados porque iba a bajar el avión al límite de altura de sustentación  para sobrevolar  rasante sobre el río, de manera que si el otro motor fallaba, acuatizaría de inmediato.
En el interior del avión solo se escuchaba el murmullo de mucha gente rezando y algunos niños llorando.
Cuando el avión empezó el descenso a sobrevolar el rio, en lontananza también se divisó lo que parecía ser la población de la Pedrera, visión que animó a la tripulación y a la gente que íbamos a bordo. Esta felicidad no duró mucho cuando el motor empezó a escopetear, señal que también  estaba empezando a fallar, las oraciones se acrecentaron pidiendo resistencia al motor para que nos permitiera llegar al aeropuerto  y no acuatizar en río.
Así songo sorongo como se dice coloquialmente, el avión se fue acercando poco a poco hasta tener al frente el aeropuerto de la Pedrera; los gritos y aplausos se sintieron por todo el avión  y así, tras hora y media más o menos de desasosiego - desde que se presentó la emergencia - pudimos aterrizar  sanos y salvos.
Cuando el avión se estacionó y apagó el motor la gente se tiraba por  la puerta y,  llorando arrodillados, daban gracias a Dios.
Yo recuerdo que me pasaron media de aguardiente para que  ingiriera un trago y casi me la tomo  toda, pues el susto aún estaba vigente.
De inmediato  fui en procura de un teléfono para comunicarme con  Villavicencio para reportar la novedad, y que informaran a la aeronáutica sobre el feliz desenlace de la emergencia  y  ordenar el envío de otro avión con mecánicos, para desvarar el avión en tierra y continuar el recorrido, avión que llegó sin ninguna novedad  a la Pedrera pasadas las cinco de la tarde, con los mecánicos solicitados que irían a desmontar el motor que se había fundido y posteriormente mandarlo a reparar a Bogotá.
Como todo en la vida no es felicidad, una vez hubo pasado el susto y los pasajeros se tranquilizaron, vino el reclamo por sus pertenencias arrojadas al vacío,  pues nos aseguraban que  ese era el plante que tenían para rebuscarse en la mina: creo que  tenían razón, pero siendo una situación de fuerza mayor la cosa era diferente, reclamo que me alteró por la falta de solidaridad de los pasajeros.  Les comente que  para responder por ello debía comunicarme con los seguros para darles una respuesta definitiva.  Por la tarde me comuniqué con uno de los socios de la empresa, al cual le expuse la situación  aceptando que había que pagarles para evitar un problema mayor, que todo eso lo cubriría el seguro.
Por la noche me reuní con ellos   haciendo un acuerdo económico con cada uno, basado en los kilos que llevaban como carga y equipaje, adelantándoles dinero en efectivo para que se solventaran mientras llegaba el resto de la plata, solucionándose todo satisfactoriamente.
Esa noche hubo fiesta en la población por cuenta de la empresa.
Al otro día muy temprano salimos para Leticia en el otro avión que llegó a reforzarnos, para terminar la ruta truncada por la emergencia, tanquear y devolvernos de inmediato a  la Pedrera para tener tiempo de llegar a Villavicencio antes del anochecer.
Dejando el avión averiado a buen recaudo en manos de los mecánicos que llegaron a atender el desperfecto, salimos  a cumplir  el último tramo La Pedrera-Villavicencio llegando al atardecer sin ninguna novedad.
Esta fue otra de las tantas aventuras vividas en esa hermosa tierra amazonense, la cual fue sorteada positivamente debido a la experiencia de los comandantes de la empresa  y al buen mantenimiento dado a las aeronaves, en donde quedó demostrado que éstos aviones tipo D-3 fueron de los mejores fabricados para la época de la segunda guerra mundial, en la cual  brillaron por su versatilidad.
El avión averiado permaneció más de un mes en la Pedrera mientras hacían la reparación del motor,  posterior a su instalación, voló de nuevo a la sede en Villavicencio, en donde aún, sigue volando.
Carlos Javier Londoño O.  


sábado, 22 de junio de 2013

Junio 16 de2013


Crónicas leticianas 45
Y a propósito de elecciones….
“Algunos tips para continuar  con la tradicional política amazonense”

Si usted, como nativo amazonense o amazonense por adopción, piensa lanzarse como candidato para ser elegido en alguno de los cargos públicos  que con tanto ahínco se pelean en la región, llámese político, gobernador, alcalde, representante, diputado,  o concejal   entre otros, cumple con la mayoría de los “tips” que enumeraré a continuación  y,lo más importante, quiere seguir la misma línea  política tradicionalista que se maneja en  el departamento, usted es la persona ideal  que cumple con los requisitos para regir o representar los destinos de un pueblo, que con su permisividad y apoyo a éstas irregularidades les ha dado patente de corso a los elegidos, para disponer de los bienes del departamento como si fuera una finca de su propiedad, razón por la cual tienen que soportar su conducta deshonesta durante el tiempo de su desempeño en el cargo.
Y  va también contigo,  joven amazonense, como protagonista principal en el futuro de tu región, ¿piensas también lanzarte a esas lides politiqueras con que se maneja la gobernabilidad regional?  Con el respeto que me mereces, piénsalo muy bien, porque la fila es larga para aprender de  las mañas  que  los políticos veteranos manejan desde hace mucho  tiempo  y que van trasmitiendo por tradición a sus sucesores, para no dejarse quitar esa “teta” que han cuidado y manipulado  desde que el Amazonas  fuera declarado departamento.
Pero si usted es un personaje trabajador por su región, que le duele su terruño, que tiene sentido de pertenencia, de mentalidad moderna,  sin dinero sucio para hacer una campaña estilo amazonas, con ganas de ver el cambio y  voluntad  para hacer algo por su departamento, pelee su ambición y hágase sentir, porque esa patología política ya hizo metástasis  y ha invadido la mente de la mayoría de los aspirantes  de turno, adoctrinados por las sanguijuelas  de la corrupción que no van a permitir que usted rompa los esquemas que allí se manejan.
De ahí que si desea pertenecer a esa rosca debe tener las cualidades  descritas más abajo, a no ser que usted sea un rebelde con causa, que no le teme a los retos para tratar de modificar las cosas, en una ciudad en donde prima la ambición económica, sobre la honestidad de sus funcionarios.
Estos son los esquemas que hay que romper   si quieren ver el cambio en la región y a la vez son los  tips para continuar con la tradición:
1) Tenga muy presente  la mentalidad vigente, que ser político o gobernante  en la región es sinónimo de figuración y mejoramiento económico, es decir que prime el bien personal sobre el bienestar regional.
2) pertenecer  a alguna de las familias políticas tradicionales o, en su defecto, confabularse con los manejadores del presupuesto y de la corrupción, presentes  desde hace tiempo en la administración.
3) Tener un buen asesor (patrón) que apoye económicamente su campaña.
4) En contraprestación con su asesor, devolverle atenciones adjudicándoles la mayoría delos contratos que genere la administración, en detrimento  de las promesas con las que engañó al electorado.
5) Tener el poder económico o el de la  convicción oral,  para engatusar  al pueblo como lo reza el delito de estupro: “Prometer para meter y una vez metido, olvidar lo prometido”.
6) Tener buenas conexiones comerciales para  que cuando empiece la campaña, en manguala con los curacas, presidentes de acciones comunales, y oportunistas de todas las  pelambres, que son los que manejan y mueven el electorado, dispongan  del cemento, tejas, motos , botes, motores fuera de borda, plantas eléctricas, comilonas y dinero en efectivo para  asegurar los votos.
7) Practicar y conocer muy bien las materias básicas para acceder a la elección como son: la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el peculado por apropiación, el prevaricato, el cohecho  entre otros, temas muy conocidos por el gremio politiquero y los funcionarios públicos.
8) No tener sentido de pertenencia, ser apático e indolente con las necesidades básicas de la región, además de ser gran  malversador de fondos  en espectáculos  de pan y circo para tener entretenido al electorado.
9) Después de la elección, enclaustrarse en la oficina  para no tener contacto con el pueblo que lo eligió, porque no tienen como corresponderles  con las promesas electoreras de su campaña por estar atendiendo  los favores que deben a sus patrocinadores.
10) No tener experiencia administrativa ni ser diestro en el manejo del presupuesto, pues para eso están  los “ enquistados”  o secretarios  de turno que  manejan la situación, quienes automáticamente lo incluyen en el porcentaje del “cómo voy yo” de los contratos  aprobados, convirtiéndolo en el firmón de turno.
11) No pensar en proyectos “macros” porque estos no son rentables y además es  muy fácil    detectarles cualquier anomalía, es mejor aquello de “poquito pero cada ratico”, pues con los porcentajes  que les adjudican la cosa se vuelve  más rentable.
11) Salir a viaticar con el dinero de los amazonenses y, cuando regrese de viaje, no dar información de la gestión  ante un pueblo que no le interesa exigir.
12) Hacerse el “onanismo mental” de que porque el pueblo no protesta ni exige, las cosas marchan muy bien en el departamento.
13) Tratar que el departamento no figure  a nivel nacional por algún proyecto o hecho  positivo.
14) Ser “tránsfuga” para que cambie de partido como cambiar de calzoncillos, pues eso es válido para encajar y acomodarse en otras toldas según sus ambiciones políticas.
15) Y por último, no dejarse quitar el record nacional  como el departamento que más funcionarios públicos tiene investigados.                                                       
Como yo sé que esta crónica a no va a ser  de mucho agrado, los invito a la reflexión y a que hagamos memoria  desde el  día  Octubre 04 de 1991 cuando Leticia dejó de ser Comisaria Especial del Amazonas para convertirse - según decreto   presidencial No 2274 - en el departamento del  Amazonas, con el señor Paulino Acosta   como su primer mandatario, hasta el día de hoy bajo la gobernación del señor Carlos Arturo Celis, y hagan un análisis de los gobernantes que han pasado desde ese entonces rigiendo los destinos de la región y se pregunten;  ¿Cuál gobernante ( creo debe haber alguna excepción)  ha pasado a la posteridad como el  mandatario ejemplar, que ha dejado en alto el nombre del Amazonas a nivel nacional por descollar en su administración, por obras, acciones, monumentos, o proyectos  de significación para él y para su pueblo, de los cuales puedan enorgullecerse ustedes como electores? .
¿En dónde están las obras con proyección  macro y futurista  hechas en la región para bien del departamento y de sus habitantes, fuera de las mansiones, fincas, o apartamentos  comprados o construidos en la región y fuera de ella,  posteriores al  mandato y con el dinero de los amazonenses?
¿En dónde están las sanciones significativas aplicadas a algún funcionario, aparte  de darle casa por cárcel  como premio a su malversación?
Y de los “honorables” representantes:  ¿Cuál de ellos ha pasado con honor y gloria por el Senado o Congreso, dejando huella positiva en lugar de las investigaciones y pérdida de investidura en donde algunos han incurrido?
Muestren algún proyecto de importancia que haya salido de sus gestiones,  aparte de los ya existían  en la región los cuales  refaccionan y acomodan, haciendo aprobar algún acápite  para atribuirse su paternidad y sacarlos a relucir como propios en épocas electoreras y, como el pueblo no verifica, pasan como  el trabajo dispendioso, hecho por ellos con esfuerzo, con amor al pueblo y con sacrificio, en aras de favorecer al  pueblo que los eligió.
Y si nos ponemos a hablar de la Asamblea Departamental y del Concejo Municipal, ocurre la  misma vaina porque  la mayoría está allí por sus intereses particulares. A los que no obran así y si quieren hacer algo por la región, no los dejan actuar porque son minorías que son apabullados al momento de la votación.
Toda regla tiene su excepción, desafortunadamente en la región no priman las excepciones.
Éstas son algunas de las tantas preguntas que pueden hacerse, ya que  como electores están permitiendo que la región cada día  se deteriore más y más por   elegir personajes que, por intereses mezquinos y personales y con la anuencia de muchos de ustedes, hacen de las suyas  y el pueblo siempre termina llevando las de perder.

Carlos Javier Londoño O.

viernes, 14 de junio de 2013

Junio 14 de 2013


Crónicas Leticianas 44

“Llámalo como quieras: rezo, brujería o chamanismo, pero fue una realidad”

Cuando en la época de la bonanza cocalera en la Amazonía  colombo-peruana llegaron los ajustes de cuentas y los atracos en el río para despojar de la droga a los transportadores que se dirigían a Leticia, las  desapariciones y la muerte se hicieron comunes en esta vía fluvial, convirtiendo al Amazonas en el cementerio hídrico más grande del mundo.
Fueron muchos  los colombianos y peruanos  los que perdieron la vida,  y arrojados  a la profundidad del rio, principalmente en el trayecto  Iquitos- Leticia, vía principal en el transporte de la droga ilícita.
Entre los desaparecidos en el río en esa época,  que tuvo   relevancia posterior por la forma, - digamos así- sobrenatural como fue encontrado su cadáver, figura el caso del esposo de una paisa muy reconocida en la región, mujer trabajadora, echada para adelante que no se amilanaba ante  cualquier reto que la vida le deparara.
Cuando supo la tragedia del homicidio  de su esposo, se dio a la tarea de investigar por su propia cuenta con amigos y conocidos  sobre lo sucedido, pudiendo averiguar que,  después de  muerto, su cadáver había sido arrojado a las aguas del rio Yavarí en territorio brasileño.
 Desde el día  en que supo  de la muerte de su ser querido, juró que no descansaría hasta encontrar el cuerpo, para darle cristiana sepultura.
Para lograr su objetivo se desplazó hasta Tefe,  una población pesquera  situada a orillas del  río Amazonas en  Brasil. Allí se contactó con un brujo que le habían  recomendado y asegurado que con sus rezos y  poderes  le ayudaría a rescatar a su esposo.
Una vez hubo hablado con él  y hecha la negociación, regresó a Leticia a iniciar los preparativos para la operación de búsqueda y rescate del cuerpo del finado, en el río. En la ciudad pidió la colaboración de los cuerpos de socorro y de algunos amigos, quienes  prepararon  todo  para la  llegada del  misterioso  personaje.
Según  palabras de la paisa, el brujo  era un señor  de avanzada edad,   de pelo cano y luenga barba, que vestía una especie de saya, calzaba unas sandalias de cuero, y cargaba una mochila terciada al cuerpo, indumentaria que acompañaba con un grueso tabaco  que fumaba pausadamente.
 El brujo, la paisa y demás acompañantes, se subieron al bote que los trasladaría al sitio en donde supuestamente fue arrojado el cadáver.
Para esta operación los socorristas llevaban unas manilas largas, que terminaban en unos garfios metálicos.
Todos iban muy escépticos  con ésta operación  a excepción de la viuda que se veía optimista y confiada en el rescate.
Emprendieron el recorrido desde Leticia, río Amazonas abajo, hasta su confluencia con el rio Yavarí. Al llegar al sitio, por insinuación de ella, el bote fue apagado dejando que la corriente lo arrastrara, explicándole al brujo que por los datos por ella conocidos, ese era el área en donde supuestamente habían arrojado el cadáver de su esposo.
De inmediato el brujo se aprestó para iniciar el ritual. El silencio reinó en el bote.  Acto seguido, el personaje  prendió un tabaco, sacó de su mochila una cuya(totuma) y una vela blanca, la cual encendió y pegó en el centro de aquella acompañada por bocanadas de humo y por rezos que, entre portugués nativo y lenguaje indígena, musitaba en voz baja.  Inclinándose sobre la borda del bote puso lentamente la totuma sobre la superficie del agua, la  cual empezó a girar y a desplazarse llevada por la corriente, al mismo tiempo que enfatizaba en que le pusieran mucho positivismo al ritual para que éste fuera efectivo y explicó que en el sitio en donde se detuviera la totuma, ese sería el lugar en donde se encontraría el cuerpo y allí había que iniciar la búsqueda.
Todos se miraron incrédulos al ver la totuma desplazarse lentamente sobre la fuerte corriente. El bote seguía de cerca la totuma con la vela encendida que como caso raro, nunca se apagó a pesar del viento que sopla ordinariamente sobre el río.
Mientras tanto, durante el trayecto, el brujo seguía  fumando, rezando y sudando copiosamente.
Al llegar a la confluencia de los dos ríos, el Amazonas y el Yavarí,  en un rizado que se observaba en la superficie, la totuma se detuvo misteriosamente girando sobre sí misma a pesar de la corriente.
 De inmediato el brujo invitó a los socorristas a iniciar la búsqueda en el sitio. La tarea fue penosa y ardua, con lanzamientos y sacadas repetitivas de las cuerdas  del río, las cuales con los ganchos sacaban a la superficie todo lo que agarraban: madera, chamizos, llantas y cuanto material puede estar retenido en una empalizada, como aquella sobre la cual estaban buscando.
Llegaba la tarde y los ánimos decaían, pues hasta esa hora los resultados eran nulos.
Cuando ya desistían de la operación, uno de los socorristas sintió que había enganchado algo. Comenzó a halar y cuál no sería la sorpresa  de todos los ocupantes del bote, cuando vieron que una osamenta con ropas raídas y escasa de carnes- pues los peces la habían devorado- empezó a salir a flote.
La paisa pegó un grito de alegría por la recuperación del cadáver y de dolor al reconocer por las ropas al que fuera su esposo. Después de subir los restos a bordo, retornaron a Leticia en donde esta recuperación y rescate se convirtió en todo un espectáculo.
Los que estuvieron en ese operativo no lo podían creer, pero fue una realidad a pesar de los misterios que ello conlleva. La paisa recuperó el cuerpo de su esposo como lo había jurado dándole cristiana sepultura.
Este caso saturado de misterio, en uno de los muchos que se ven en la insondable selva amazónica.

Carlos Javier Londoño O.

domingo, 9 de junio de 2013

 Junio 07 de 2013



Crónicas Leticianas 43



Personajes que hicieron historia en Leticia: “Sor Metralla”




Hubo en la región ciertos personajes, unos autóctonos y otros venidos de otras ciudades colombianas, que de una u otra manera merecen ser mencionados en la historia de la región. Los cuales fueron famosos por su comportamiento, sus particularidades, su aspecto o sus excentricidades y pasaron por esa tierra dejando una huella en el folclor amazonense.
La mayoría eran reconocidos por sus apodos, razón por la cual si los mencionamos por sus nombres de pila, mucha gente no va a saber de quien se trata.
Era la época de la bonanza cocalera cuando la mayoría de los habitantes de Leticia,
de una manera u otra, directa o indirectamente dependíamos de esa furtiva economía que tanto daño hizo a la región, como lo confirmaba monseñor Canyes en una de sus homilías dominicales, en la cual refiriéndose al tema del narcotráfico en la ciudad, decía: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”
Y mucha razón tenía, porque ni el clero ni las monjas se escaparon a la contaminación de ésta triste realidad, pues fue para esa época cuando apareció sor Adiela Gil, una monja paisa de esas echadas para adelante, con espíritu de sacrificio, trabajadora de raca mandaca, benéfica y colaboradora con los necesitados de la región  por los cuales se proyectó construir unas casitas sin costo alguno y sin ningún interés político, sin esperar una dádiva o un voto a cambio, como el caso que se presenta actualmente con las famosas casas de interés social, paliativo que se inventó el gobierno para asegurar una reelección.
Como ella observaba que el derroche de dinero se veía por doquier por parte de los  emergentes o traquetos -para llamarlos por su nombre- que estaban vigentes en la ciudad, vio en ello la oportunidad de realizar  el sueño de construir las casas. Así que por intermedio de un amigo se acercó a ellos, con miras a obtener una colaboración pecuniaria para sacar adelante su proyecto, el cual fue apoyado por la mayoría de ellos, que le prometieron voluntariamente donarle el dinero necesario.
Desde ese día sor Adiela se convirtió en la protegida  de sus colaboradores quienes la bautizaron “sor metralla”, por el disparo de plata que les hizo desde el primer día.
En cierta ocasión, cuando después de una cabalgata encabezada por los Ochoa,y el mejicano, entre otros,  sus benefactores se encontraban bebiendo en una de las famosas heladerías de la ciudad,  la monja atinó a pasar por el lugar y, ni corta ni perezosa se les acercó  a saludarlos y por ende a recibir las dádivas  prometidas para su obra. Allí estuvo un rato compartiendo con ellos, cuando llegó la hora de recibir  lo prometido, uno de ellos que se encontraba algo ebrio, para quedar bien con los demás procedió a regalarle el caballo de paso que estaba montando.
Todos aplaudieron el gesto y ella quedo muy agradecida, pero todos se preguntaban ¿Qué va a hacer una monja con un caballo de paso?.
Al dar las gracias y explicar los inconvenientes que tendría al recibir el regalo, no faltó quien le propusiera que lo ofreciera en venta entre ellos y así fue; uno de ellos le propuso el cambio del solípedo por una moto y dinero en efectivo para su obra. Como buena paisa ella aceptó,  quedando todos contentos con la negociación.
Al otro día, la monja se paseaba por toda la ciudad muy campante en la moto producto de la transacción, pero la superiora no vio con buenos ojos que una monja estuviera  recorriendo las calles  de la ciudad en moto, razón por la cual se la prohibió. Ella otra vez, ni corta ni perezosa le expuso la situación a uno de sus colaboradores quién, conociendo de la necesidad de transporte de la monja, le cambió la moto por una bicicleta y le encimó dinero con el cual estaba sacando adelante su obra y con el cual había construido  algunas casitas.
Cierto día, para agradecer las donaciones y congraciarse con sus benefactores, la monjita invitó  a un seleccionado grupo de emergentes a un almuerzo preparado por ella.
Muy puntuales estuvimos en el sitio, y digo estuvimos porque yo, como enlace, también fui invitado.
Sentados en una humilde mesa en el comedor de una de las casas construida por ella con dinero de ellos, nos sirvieron el significativo almuerzo consistente en un crocante bocachico frito acompañado de arroz, patacones y ensalada como plato fuerte, como  sobremesa nos repartieron una cerveza fría y como postre manjar blanco. Todos degustamos con satisfacción la humilde invitación.
Una vez terminado el almuerzo  la monja se dirigió a  los invitados con las siguientes palabras: “Quiero agradecerles su presencia en esta humilde casa, la cual construí con los aportes que ustedes me dieron y que hace feliz a una humilde familia de esta ciudad..Dios les ha de pagar, pero los invité, mas que todo, para que se den cuenta de lo que me falta por construir”.
Todos soltamos la carcajada, la monjita se había salido de nuevo con la suya. Al otro día quedó de pasar por la nueva contribución.
Posteriormente, por estar haciendo obras con dinero del narcotráfico, la monja fue trasladada a Barranquilla en donde murió. Estas eran las vivencias que en camaradería se vivían y se disfrutaban en la región.
                                                                 
Carlos Javier Londoño O.