Marzo 16 de 2015
“Sálvese quien pueda de
las EPS”
La lucha diaria contra la muerte en este país es una realidad
que se volvió cosa del común. Aparte de estar expuestos a que en alguna de
estas aglomeradas calles céntricas y aledañas a la ciudad, por robarte un
celular, te atraquen y te propinen varias heridas mortales que la mayoría de
las veces dan al traste con tu vida, hay que andar prevenidos, pues cuando
menos lo piensas, un carro conducido por
un ebrio, ahora con todas las garantías, más si es de estrato 6, se sube a tu
acera, te atropella y acaba contigo. ¿Y qué decir de los actos violentos contra
las mujeres llamados feminicidios, la violencia intrafamiliar, las balas perdidas, los atraco con muerte incluida
a taxistas y en fin a todos esos actos de intolerancia que producen muertes por
doquier?
A todo lo anterior hay que sumarle la pelea con la muerte que
tenemos que vivir a diario los niños, empleados, pensionados personas de la tercera edad, propiciada por
entidades, que autorizadas por el gobierno, colaboran con esta mortalidad
nacional ya sea por negligencia o falla en el servicio ocurridas en clínicas, centros de salud y atención de
urgencias, sitios en donde es más fácil morir que sobrevivir, sobre todo cuando
se trata de una urgencia o una cita prioritaria. Entidades con ánimo de lucro llamadas EPS y a las cuales el gobierno, ahora
que se habla tanto de paz, no ha llamado
a “dialogar” sobre la cantidad de muertes que producen a diario por su culpa y para subsanar con ellas, este atropello
contra un derecho inalienable como es el de la salud.
Para no ir muy lejos contaré esta anécdota, que con la
complicidad de una médica de un centro de atención al usuario, hicimos el año
pasado, ante la negligencia oportuna de un servicio.
Durante algunas de mis prácticas deportivas matinales, empecé
a sentir una especie de ardor en el lado izquierdo de mi cuerpo, cosa que para
mí no era normal. Como el mejor médico que uno tiene en la vida es uno mismo,
pues es el que sabe de sus dolencias, de sus síntomas o cosas por el estilo que
experimenta su cuerpo, al otro día pedí una cita prioritaria para detectar lo
que me estaba ocurriendo. Acudí al centro de atención al usuario de mi EPS
dando con una médica con la cual tuve una buena afinidad, empezando porque era
paisana. Yo soy una de esas personas que piensa cuando uno encuentra compatibilidad con su
médico, ya está solucionado la mitad del problema. Después delos exámenes preliminares me
aconsejó hacerme una prueba de esfuerzo para empezar a encontrar el motivo de
mi dolencia. Afortunadamente empecé bien pues al solicitar la cita, me la
dieron para el tercer día.
Durante la prueba, el
médico me dice: si siente algo parecido a lo que le ha venido sintiendo, me
avisa de inmediato. Empezamos la prueba en una caminadora eléctrica la cual
aumentaba la frecuencia de velocidad con el paso de algunos minutos.
Transcurridas más o
menos media hora de ejercicio empecé a sentir el malestar, razón de mi
consulta, le informé al médico quien detuvo
la maquina finalizando la prueba.
De inmediato se sentó a hacer el informe para presentarle a la doctora
remitente. Después de haberme pasado el malestar de la prueba, regresé a mi
casa.
Al otro día regresé en
horas de la mañana donde la doctora a
mostrarle los resultados.
Abrió el sobre leyó su contenido y me dijo: Don Carlos usted
ayer durante la prueba tuvo un pre infarto. Con la tranquilidad que me
caracteriza le respondí: doctora, con el respeto que usted me merece, si lo que sentí ayer fue un pre infarto pues le
digo que por lo menos me han dado como
10 pues esa sensación es la que estoy sintiendo desde hace muchos días y es la causa de mi
consulta. La doctora se quedó mirándome incrédula diciéndome: de todas maneras
ese dolor suyo no me gusta para nada, le interrumpí y le contesté: ni a mí
tampoco doctora. Para descartar algún problema cardíaco le voy a mandar un
“cateterismo de urgencia” y fue así como me extendió una orden “prioritaria”
para el examen. Despidiéndome de ella le agradecí sus deferencias y me fui a
pedir la cita ahí mismo en el edificio
en donde me encontraba.
Después de presentar la orden, me informaron que sólo había
una cita para dentro de un mes. Al ver que la cita era “prioritaria” cuyo
significado es: que tiene prioridad o preferencia respecto de otra cosa,
desistí en pedirla y me devolví a hablar
de nuevo con la doctora a exponerle la situación con respecto a la demora en hacerme el cateterismo.
Ojalá todos los médicos tuvieran esa actitud ante una
situación de éstas. Al explicarle que mi cita prioritaria sólo era efectiva para dentro de un mes, no disimuló su contrariedad ante esta
información diciéndome que por eso andaba tan mal la salud en este país y que
por esa razón moría tanta gente. Comentario que me parecía imposible de
escuchar de una joven médica, la cual
estaba muy consciente de su juramento hipocrático como era el de salvar
vidas, caso raro en esta época de las
multinacionales farmacéuticas, en donde la mayoría de médicos vienen con el chip
impuesto por la OMS, rectora mundial de la salud, como lo manifiesta la doctora Ghislaine
Lanctot en su libro “La Mafia Médica” al cuestionar el sistema médico actual,
aduciendo que la medicina actual fomenta la enfermedad , no la salud, culpando
de ello, entre otros a la OMS .
De inmediato la doctora un poco aireada me dijo: está usted
dispuesto a colaborarme en lo que voy hacer, lo cual no es correcto pero no hay
razón para desatender una cita con
carácter de urgencia.
-Listo doctora cuente conmigo, de qué se trata?
Ya lo voy a remitir en una ambulancia a una clínica de la ciudad con el diagnostico de un “pre infarto”.
-Listo hagámosle-
De inmediato se comunicó con la
operadora del centro solicitando una ambulancia.
Al poco rato llegó el vehículo medicalizado
para atender mi traslado, al cual
ingrese caminando un poco lento para seguir con la trama.
Una vez acostado dentro del vehículo empezaron
con el proceso de canalización para ponerme suero. La ambulancia procedió a
iniciar su recorrido encendiendo su sirena
desplazándose rauda por las calles de la ciudad hasta la clínica de mi
destino. Yo por dentro me reía al pensar que sólo la doctora y yo sabíamos lo
que estaba pasando. Ellos para saber lo que me ocurría, debían preguntármelo o
hacerme los exámenes respectivos y de eso precisamente se trataba, que me
hicieran lo que tenían que hacer para ver cuál era la causa de mi dolencia.
Al llegar a la clínica fui llevado
directamente a la recepción en donde entregaron los papales y sin leer dijeron
que había que esperar. Al escuchar esto y siguiendo con la farsa basado en
mis conocimientos médicos le pregunté a
la enfermera que si ella sabía que era un dolor precordial, que esa era la
razón por la cual había sido remitido de urgencias. Al escuchar esa palabra, la
enfermera encargada procedió a dar la
orden de seguir directo a la sala de urgencias en donde empezaron con los
exámenes rutinarios, un electrocardiograma, tomas de muestras de sangre e inyecciones intravenosas.
Yo estaba tranquilo porque sabía lo
que pasaba. Después de “estabilizarme” según ellos, me llevaron a una sala de
recuperación a donde más tarde dejaron entrar a mi hija. Ahí estuve todo el
medio día relajado, esperando que llegara el especialista, un médico cardiólogo, quien
apareció después de las 5 pm. Entro, me
saludo y me preguntó cómo me sentía. Después
de leer los resultados de los exámenes se acercó de nuevo a hablar conmigo a decirme que por los exámenes todo estaba
muy bien , pero en lo referente al dolor que a él tampoco le gustaba, razón por
la cual me esperaría al otro día a las 7 am para hacerme un cateterismo y
descartar alguna isquemia miocárdica. Solté una leve sonrisa al pensar para mis
adentros: coronamos, ese era el objetivo, el cateterismo a tiempo para salir de dudas. Después de las 6 pm salí de
la clínica con un andar apacible. En el camino a tomar un taxi pensaba:
Conforme esta “emergencia” no fue de vida o muerte, ¿qué tal que sí lo hubiese
sido? , si espero un mes para la cita lo más seguro era que si el infarto era efectivo, hubiera acabado con
mi vida.
Cuanta gente muere a diario por esta
negligencia pre concebida, pues para
éstas entidades, aunque no lo manifiestan, es más rentable que usted muera a
ser mantenido con droga o ser sostenido en una clínica por alguna intervención
quirúrgica y sobre todo estas de alto riesgo.
Al otro día a las 6 am ya acostado en
una camilla me alistaban para efectuarme
el cateterismo.
Este es un procedimiento que se hace
con anestesia local, en donde el catéter es introducido a nivel de la ingle por
la arteria femoral y en donde uno como paciente está viendo en una pantalla el
procedimiento en vivo y en directo ya que el médico le va preguntando a uno
sobre lo que siente.
Después de 30 minutos finalizó la intervención
con un resultado negativo a obstrucción arterial
a corto plazo.
Lo que si me comentó el médico era que
si había un leve quemoncito en el
corazón, no significativo, el cual
podía contrarrestarse con droga.
Después de permanecer varias horas en recuperación la cual fue de intensa quietud para evitar una hemorragia
interna salí hacia mi casa en compañía de mi hija, llamando sobre el camino a
la doctora para contarle lo sucedido y agradecerle su colaboración.
Desde ese día continuo con mis
caminatas más confiado con mi salud a sabiendas de que mi dolencia, no es el
principio de un infarto.
Y aquí viene mi reflexión: si eso me
ocurrió a mí que conozco mis derechos y se la forma de defenderme ante una
situación de estas, que será de esa pobre gente del régimen subsidiado y del Sisben ante tanta negligencia en el
servicio por parte de estas entidades que
conlleva a la muerte de muchas de estas personas en las puertas y pasillos de algunos centros hospitalarios?
Aquí es donde uno también tiene que
valerse de artimañas para poder sobrevivir ante estas mafias de la salud llamadas EPS.
Carlos Javier Londoño O