Mayo 09 de 2016
Crónicas leticianas
“Los efectos de una adicción excesiva”
En vista de la buena aceptación
que han tenido mis rememorativas crónicas leticianas de personajes,
acontecimientos, hechos, e historias
amazonenses entre otras, crónicas que han sido del agrado de muchos de
mis seguidores en las páginas de Facebook a unos porque les
refresca la memoria sobre situaciones pasadas, a otros porque les interesa conocer
lo que pasaba en épocas anteriores y algunos jóvenes deseosos de saber sobre el
pasado histórico de su tierra, algotros porque gustan de mi estilo de escritura en donde la
picaresca paisa no puede dejarse perder. Por todos estos seguidores, amigos motivantes, seguiré escribiendo mis crónicas
sobre los diversos temas de los que soy
conocedor.
Cuando llegue al Amazonas por
allá en los años 70 el boom del negocio de la marihuana estaba en su apogeo en
toda Colombia y Leticia no fue la excepción, pues para ese entonces era la
droga más consumida a nivel nacional, ya
que la cocaína y sus derivados como el bazuco no habían hecho su aparición y
cuando lo hicieron, desplazaron el consumo de la anterior.
La de mayor comercialización por
sus efectos era la llamada “punto rojo” traída de la Guajira y la costa norte del país en donde se cultivaba, la cual
llegaba a diario a la región camuflada en la carga que traían los vuelos
chárter que aterrizaban en el aeropuerto Vásquez Cobo en donde al efectuar las requisas aduaneras y de
policía, era más la droga que entraba que la que decomisaban pues el negocio se hacía muchas veces con la
anuencia de las autoridades.
Para esa época llegaba mucho
turista informal al Amazonas, llámense mochileros o hippies de los años 60
ansiosos de experimentar droga colombiana que por su propaganda a nivel mundial
era muy apetecida y por ende un buen negocio. Aparte de eso llegaban con miras
a buscar en la selva hongos alucinógenos que mezclados con leche condensada o
miel los hacia viajar por lo etéreo de esa manigua.
La juventud empezó a frecuentar
el consumo de esta droga psicoactiva la cual asimilada por un cuerpo mal
alimentado, con los calores calcinantes del trópico y si a eso le mezclaban
lecturas filosóficas poco asimilables o entendibles, la situación era bastante
calamitosa para el consumidor, pues el efecto no se hacía esperar rayando a
veces en la intoxicación y por qué no decir en la locura pues una “traba”, con estas características en contra, distorsionaba la
mente más cuerda, como le sucedió al
hermano de un gran amigo quien después de una intoxicada psicoactiva, al medio
día con un calor de 35 grados, se dirigió
a las instalaciones del antiguo “CUS” en el Parque Santander y al frente
de la guardia se descerrajó el cráneo con un tiro en la cabeza, causando
conmoción en la ciudad por esta muerte violenta
auto ejecutada por primera vez, y el otro caso se refiere a un personaje paisa llegado a la región a
rebuscarse con su trabajo conocido como el “Loco Cano”( Aquí hago una
aclaración que ese apellido Cano no corresponde a ningún familiar de los Canos
políticos y comerciantes de la ciudad, esto con el fin de evitar malos
entendidos en un pueblo en donde algunos de sus habitantes son especialistas en contravenir sin conocimiento de causa
cualquier comentario o escrito que alguien manifieste, con tal de perturbar la
paciencia).
Como decía esta personaje se
embarcó también en los vicios del licor y la droga y a veces se excedía tanto
en su consumo que perdía toda noción mental como de tiempo, caso que le ocurrió el día trágico en que excedido en
su vicio clamaba que era Jesús y que caminaría sobre las aguas, en este caso
sobre el río Amazonas.
Todos lo que escucharon su
versión pecaron por incrédulos pues no se imaginaban cuáles eran sus
intenciones.
Ese día, levantando las manos en
alto comenzó a bajar por el puerto civil desde la esquina de la antigua Casa
Gamboa despidiéndose de todo los amigos que se encontraba por el camino
diciendo que iba a caminar sobre las aguas. Nadie le paraba bolas a sus
aseveraciones.
Hizo todo el recorrido trágico bajando
por el puerto civil pregonando sus
intenciones seguido por varias personas que querían ver el desenlace de lo que
estaba diciendo.
Al llegar al planchón metálico
que servía de muelle al puerto prosiguió sobre éste su caminata en dirección al rio.
Ante la mirada atónita de la
gente prosiguió su caminar y sin
detenerse se le acabó el trayecto del muelle cayendo al rio en donde desapareció de inmediato.
A los pocos minutos llegó el Cuerpo de Bomberos de la ciudad a efectuar la operación de rescate
tratando por todos los medios de localizar su cadáver el cual no apareció por
lado alguno. A los tres días, fue encontrado río abajo después de la población de Tabatinga.
Como dato curioso: De las
varias personas que por una u otra causa
cayeron en esa parte del muelle casi
ninguna fue encontrada en el sitio, pareciera que el rio las absorbiera y las
hiciera desaparecer, posteriormente se encontraban aguas abajo muy lejos del sitio del accidente, lo que daba a entender que allí existía una fuerte
corriente subterránea que desaparecía y arrastraba todo lo que caía en el
sitio.
Carlos Javier Londoño O.