Enero 02 de 2017
“La experiencia se
respeta”
A raíz de la
consolidación por whatsApp del grupo “Liceo 50 años” en donde el concepto “Amistad Incondicional” prima en cada uno de
sus integrantes, voy a contar una situación muy allegada al caso, sobre cómo
manejamos esa conceptualización desde
hace muchos años.
No voy a mencionar los nombres de los amigos y empresas
involucradas en esta crónica, pues lo que trato de resaltar es la desinteresada
amistad que nos ha unido desde que entramos
a estudiar por primera vez a ese recinto sagrado del
saber llamado Liceo Antioqueño de la Universidad de Antioquia.
Y he aquí la historia: para mediados de diciembre de
2015 fui contratado como jefe de
seguridad de una empresa dedicada a la
enseñanza del diseño de páginas Web y
eventos tecnológicos.
Todo comenzó muy bien. Como
requisito inicial para mi ingreso
me exigieron seguridad social la cual
tenía como beneficiario de un hijo y a
la pregunta que si aportaba para jubilación, mi respuesta fue que esa situación
ya estaba superada, pues ya había reclamado mi bono pensional.
Con estos dos requisitos
explicados, fui contratado verbalmente en el puesto con un contrato
supuestamente por prestación de servicios.
Por motivo de vacaciones, la empresa cerro hasta el 7 de
Enero de 2016 fecha en la cual comencé a
trabajar en forma.
Pasaron los días y no se volvió a hablar ni de contrato ni de
requisitos.
Yo desarrollaba mi actividad en forma normal y diaria de lunes a viernes de 4pm a 10
pm, con la subordinación, a falta de una, de dos personas que me daban órdenes.
Si se presentaba algún evento trabajaba los sábados y
domingos considerados como días u horas extras.
Las cosas marchaban muy bien pues ya era persona de confianza
en la empresa la cual me correspondía
cerrar todas las noches bajo todos los
conceptos de seguridad.
Quincenalmente me pagaban las horas trabajadas con una cuenta
de cobro expedida por ellos, la cual firmaba una vez me depositaban el dinero
en una cuenta de ahorros que me hicieron sacar para tal efecto.
Pasaron los primeros seis meses y el sueldo no tenía ninguna variación, si trabajaba
me pagaban y si no lo hacía pues no
había ninguna contraprestación monetaria.
Las cosas continuaron normalmente, hasta octubre de 2016
cuando me llamaron a relación diciéndome que tenía que pagar mi seguridad
social y mi ARL para legalizar el contrato,
requisitos para los que no opuse objeción y averigüé todo lo que debía de hacer para tal legalización.
Posteriormente les informé que tenía todo listo para afiliarme a las
entidades respectivas ante lo cual me respondieron que debía
esperar.
Nunca más se volvió a hablar del tema, pero yo si quede con
una duda, pues estaba cumpliendo con un
horario, estaba subordinado a dos personas y me pagaban por eso, requisitos
indispensables para consolidarse un contrato normal de trabajo. Sin embargo no manifesté
nada al respecto.
Llegó el día 14 de diciembre de 2016 cuando el gerente me
llamó a su oficina y en forma verbal me explicó que debido a restructuración empresarial, hasta ese día
prescindían de mis servicios, exponiendo sobre su escritorio la cuenta que
cobro que me debían por concepto de esos 14 de diciembre trabajados, dinero que
me consignarían al otro día lo cual objeté
de inmediato que si las cosas eran así, me entregaran también de inmediato mi dinero para poder
firmarles. Ante mi actitud desconocida
por ellos y viendo mi reacción procedieron a depositar el dinero y una vez
confirmada la operación procedí a firmarles su cancelación.
Y así como si nada hubiera ocurrido me despedí de ellos,
agradeciéndoles la confianza depositada en mí.
Y es aquí donde comienza la acción. Me fui para la casa, pero
en mi cabeza algo me decía que allí había ocurrido una injusticia, que eso no
era normal, que cómo era posible que
fuera a salir por la puerta de atrás de una empresa a la que me entregué durante
un año y con algunos pesos en el bolsillo que no suplían los gastos del mes de
diciembre.
Esa noche no dormí pensando en la acción a seguir y fue así
como a la mañana siguiente llame a una de las oficinas de trabajo para
concretar una cita en donde expondría mi caso.
Con una amabilidad desconcertante por ser una oficina
estatal, me atendieron con todas las de la ley. A vuelo de pájaro explique
someramente mi situación. Mi interlocutor solo atinó a hacerme tres preguntas:
usted cumplía horario?, era subordinado?
le pagaban por eso? A todas
respondí que sí, respuestas ante lo cual
él me respondió que ese era un caso
típico de un contrato normal de trabajo por lo cual tenía derecho a todas mis
prestaciones de servicio, y procedió a darme una cita para el 11 de enero.
Con esta consulta mis ánimos se subieron al máximo y dije
para mis adentros: la pelea va a comenzar.
Y es aquí en donde me refiero a mis amigos liceístas pues
todos los de esa época tenemos la fortuna de tener los mejores pooles, entre
otros, de abogados, médicos (cirujanos, pediatras, ginecólogos, traumatólogos) asesores jurídicos y financieros, contadores
juramentados, políticos, pues en ese ramillete de egresados tenemos
profesionales en diferentes especialidades, amigos que están prestos a la
consulta desinteresada sobre algún tema que nos ocupa.
Por esta razón procedí a llamar a un gran compañero de
estudios, el as barbado en manejar temas contables, como asesor de grandes
empresas en la capital paisa.
Una vez contactado y
después de exponerle mi situación me enteró de todo lo de ley a lo que tenía
derecho y me remató con un: usted tiene la sartén por el mango, llame al
gerente para que arregle por las buenas, así de fácil. Esas palabras fueron la
segunda inyección de positivismo. Para no caer en ningún error y no porque
desconfiara de lo que me dijo mi amigo, llamé a otro especialista en la materia
para que me hiciera una liquidación tentativa basada en los datos que le
suministre. Al poco rato ya tenía la liquidación en mi correo.
Para completar y tener material para exponer con veracidad la injusticia a la que fui sometido,
otro amigo al que le comente el caso se entró por internet a la página del
Ministerio del Trabajo y en la
plataforma llamada Calculadora Laboral
basado en los mismos datos que le di al anterior amigo, me hizo otra
liquidación virtual la cual era casi del mismo valor de la que ya tenía en mano.
Con todos estos argumentos a mi favor, procedí a llamar al
gerente y explicarle la situación, ante la cual se sorprendió dizque porque yo
lo había engañado. No lo dejé hablar mucho y le resumí: en estos momentos lo
estoy llamando ante la situación nada favorable que tienen ustedes conmigo, así
que espero hagamos algún arreglo
amigable por las buenas, pues a pesar de ese despido tan insospechado en donde
voy a salir por la puerta de atrás por una premisa que a lo mejor tiene otro
significado, yo soy agradecido, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra
cosa y así como no le quito un peso a nadie no permito que nadie me lo quite y
más cuando tengo la razón. Me extraña su actitud - me dijo – a lo cual le
respondí: no se extrañe que estamos en Colombia y más con Santos en donde ser
bandido paga.
Así que sin ser ninguna amenaza, llame a su gente que yo ya
llamé la mía, refiriéndome a mis asesores y abogados amigos.
Espero su llamada - le dije- y colgué.
A los dos días me llamó a ver si nos podíamos entrevistar
para llegar a un acuerdo amigable.
A las 11 am estuve en su oficina armado de mi cartapacio con las liquidaciones
tentativas que me habían hecho y con la información favorable en mi cabeza
que me habían explicado.
Nos sentamos, respiré profundo para escuchar sus argumentos
en donde insistía que yo lo había engañado, estuve a punto de salirme de
casillas pero me acorde de las palabras de mi amigo: “usted tiene la sartén por
el mango” y lo deje que se desahogara.
Al final de su disertación me preguntó: Don Carlos cuáles son
sus aspiraciones?
Respirando profundamente de nuevo le respondí: yo no aspiro a
quitarle el edificio, ni pedirle cosas que no me corresponden, solo aspiro a
que usted como gerente debe saber a las cosas a que tengo derecho como
trabajador con un contrato normal de trabajo a término indefinido por ser
verbal porque el supuesto contrato que
habíamos hecho inicialmente por prestación de servicios se acaba de caer, así
es amigo que esas son mis aspiraciones.
De inmediato sacó una liquidación, la cual me pasó para que
la revisara.
La observe detenidamente dándome cuenta que ya se había
asesorado y que su liquidación casi coincidía con las dos que yo tenía la cuales
no le mostré. Sólo había una diferencia de 263.000 que correspondían al
subsidio de transporte que no me liquidó y de lo cual le informé.
Asombrado me dijo: que cómo así que había esa diferencia?
-
Si
señor así como lo ve tenemos esa diferencia.
De inmediato se paró de la mesa a hacer una llamada. Al rato
regreso solicitándome el favor que le explicara de donde salía esa diferencia.
Con la tranquilidad del caso le dije: espere yo llamo a mi
asesor para que me explique.
Le marqué a mi amigo liceísta
que ya sabía que iba para la reunión quien me contesto: que hubo marica
como le fue? .De inmediatamente sacando
pecho le respondí: Hola mi doctor me encuentro aquí en la oficina del gerente
quien me pide el favor que le explique de donde procede la diferencia de los
263 mil pesos? Respondiéndome: dígale a ese marica que sume esto con esto divida y reste y ahí aparece la diferencia, así
lo hice le expliqué lo que debía hacer
para sacar la diferencia, se fue a otra oficina y al rato regreso con otra
liquidación.
Sólo tenemos una diferencia de 14 mil pesos - me dijo – A lo
cual le contesté : yo por 14 mil pesos no voy a
pelear, consígneme ya ese valor, quedemos de amigo y borrón y cuenta
nueva.
La putería se le veía
por dentro, pero él, muy diplomático, sabía aparentar.
Al momento llegó a informarme que ya habían hecho la
transacción bancaria presentándome el
documento que daba por terminado el
impase para la firma final.
Lo cogí en mis manos aparentando analizar su contenido, pero la razón era que
me llegara el mensaje del banco a mi
celular, en donde me informaban de la consignación. Así fue, al momento llegó
la confirmación y con la felicidad reflejada en el rostro firmé el finiquito.
Deseándole un feliz año me retiré no sin antes decirle con
mucho respeto que cuan equivocados estaba esta juventud de ahora que creen que
se las saben todas, menospreciando al adulto mayor que tiene la experiencia a
su favor.
De inmediato llame a mi amigo asesor “el doctor” jajajaj,
para informarle el coronis del negocio. Me felicitó pidiéndome como regalo que hiciera esta crónica y la
publicara por el wasaps “Liceo 50 años”
promesa que estoy cumpliendo en estos momentos.
Mis agradecimientos a este respetable
grupo de profesionales amigos que siempre están dispuestos a colaborar desinteresadamente a cualquier
llamado de alguno de nosotros. Una
amistad sincera vale más que cualquier emolumento, con que hoy se compra
la falsedad de esta sociedad moderna.