Julio 31 de 2013
Crónicas leticianas 51
“A mi locuaz afro descendiente
amiga”
Para comenzar la crónica, voy a
referirme a mi amiga como la “afro descendiente”
o la morena, para no llamarla “la negra” como todos la conocemos, no sea que
algún defensor oportunista, algún
resentido, o una de esas entidades fariseas que, por ganarse un aporte económico
defienden hasta la ilegalidad, me tilde de racista.
Es una crónica que, con el
respeto que ella me merece, se la dedico en vida como un reconocimiento a su
civismo, a su actitud en defensa de los intereses de la ciudad y, sobre todo a la exótica “locuacidad”
que maneja, con la cual, sin tapujos ni
eufemismos, le dice al pan pan y al vino vino.
El relato se remonta a la
época de la bonanza, cuando ella tenía un
famoso restaurante situado en el llamado “callejón de las viudas” en el puerto
civil, lugar que - aunque no era sitio de restaurantes estratos 5 - si se comía
lo mejor de los frutos del rio amazonas, entre otros exquisitos platos.
Turista nacional que llegara ala región y tuviese conocidos en
el pueblo y no fueran a comer a su
restaurante, se podría decir no había visitado
a Leticia.
Llegar a su restaurante, fuera de degustar sus ricas viandas, era
actualizarse en los sucesos del pueblo y
del país, pues noticia que no se supiera,
se la inventaba.
Y para muestra un botón: Cierto
día en que llegó un emergente de los que
solían llegar a la ciudad, fue invitado
por varios amigos a su restaurante, como parte del folclor amazonense.
Al llegar al sitio fueron recibido por una simpática
morena bien presentada, de contextura gruesa, con falda estrecha ceñida al
cuerpo, quien saludándolos amistosamente
les dijo: Síganse mis amores, bienvenidos al mejor restaurante de Leticia,
nuestra especialidad, fuera del chisme, es el caldo de pescado llamado “Tumba
camas”, así que si llegaron bajitos de ánimo aquí se lo levantamos.
Procedió a sentarlos en una mesa
en donde ya había otras personas almorzando.
El emergente fue presentado a la amiga
propietaria del negocio, de quien le agradó su espontaneidad, locuacidad y buen
recibimiento.
¿Bueno amiga y qué nos recomienda
para hoy?-Preguntó el recién llegado para romper el hielo-
Como ustedes son turistas, primero
que todo tómense una chuchuhuaza para ponerse a tono (éste trago lo toman en la
región las personas adultas, para la artritis y para mantenerse en forma).
Después de la aceptación por
parte de los recién llegados, cuatro copas del licor fueron servidas; después
del brindis y su ingestión, el efecto no se hizo esperar, empezaron a sudar
como si se estuvieran derritiendo, debido a las calorías del licor y al calor
abrasador que reinaba en esa tarde.
La morena al verlos transpirar
les dijo: - ahora que están entrando en calor, viene la segunda parte, un
suculento caldo de “cuchas” servidas en su propio caviar, pues están llenitas
de huevos.
Dirigiéndose al nuevo cliente le
dijo: Vea bizcocho, prepárese a conseguir amiga para esta noche, porque la
morena le garantiza que con ese caldo, va a quedar como un trípode, parao en
tres patas.
Todos los presentes soltaron la
carcajada por lo jocoso del apunte.
Al instante estaban servidos
varios humeantes platos con el famoso caldo.
Todos degustaron el caldo y hasta repitieron.
Uno de los presentes, conocedor
de lo mordaz de la lengua de la morena, le preguntó: ¿Oíste querida y cuál es el
último chisme?
Al instante y sin pensarlo dos
veces respondió: ¿Saben quién se casa? Pues la pecosa, la secretaria de la alcaldía; imagínense que
se consiguió de marrano a un pobre odontólogo que está recién desempacado haciendo
el rural, ahí lo tiene andando al pie de
ella como perro faldero, dizque se va a casar por la iglesia, esa mujer como ha sido de trajinada, con
decirles que se va a ver más sangre en la reventada de un lazo que en esa luna
de miel.
Los comensales que se encontraban
almorzando volvieron a carcajearse ante
este nuevo comentario.
El nuevo emergente se dio cuenta
de la magnitud de la lengua de la morena, que desde ese día prefirió tenerla
como amiga. Después de almorzar, solicitaron la cuenta, la cual se las pasó la
morena diciéndoles: -vuelvan por aquí mis amores, si desean comer algo especial
yo se los preparo pero eso si, me avisan con un día de anterioridad.
Se despidieron de ella quedando
muy agradecidos por la atención. Sobre el camino el emergente les comento a los amigos: Qué
tal ser enemigo de la morena, con esa lengua es capaz de dañar un baile de
esmeralderos. Todos se limitaron a sonreír.
Esta es otro de los tantos
personajes que, por una u otra razón, han pasado a ser parte la historia del
pueblo leticiano.
Aún vive en la región atendiendo
su restaurante situado en otro lugar y
disfrutando de los cumpleaños, reuniones y otras invitaciones que las famosas “cuchibarbies” de la ciudad
le hacen con tal que les amenice la noche con sus comentarios.
Carlos Javier Londoño O.