Julio 10 de 2013.
Crónicas leticianas 49
“La tendencia corruptiva en el Amazonas no es casual, es heredada”.
Desde hace mucho tiempo atrás, el Amazonas por ser un departamento no representativo electoralmente para los caciques centralistas, no es tenido
en cuenta para proyectos progresistas
nacionales y si a eso le sumamos la falta de acción de sus “honorables”
representantes que no exigen los privilegios que el departamento se merece y en
especial su ciudad capital Leticia como
vitrina representativa nacional en esa frontera tripartita, en donde la
población, por el hecho de vivir y cuidar gratis esa frontera, el gobierno debiera
prestarles mayor atención con incentivos tanto económicos, como proyectos de gran envergadura en industria y
comercio, educacionales, y de salubridad
entre otros, para que no siga siendo la “cenicienta” de Colombia y sitio de
engorde de funcionarios que van a vegetar y esperar que la edad les dé la
oportunidad de adquirir una buena pensión, sin comprometerse con la situación que se está viviendo en la región, tal vez para no dañar su hoja de vida, y dando
pie para que ciertos funcionarios públicos
se “inventen” sus formas
particulares de entradas diferentes al sueldo,
que ahora llaman corrupción.
Por esa razón les voy a hacer un
recorderis sobre el porqué, esa
modalidad corruptiva, viene imponiéndose desde la época de la bonanza.
Antiguamente Leticia era
considerada por varios estamentos
gubernamentales de la capital, como un “sitio de castigo” a donde enviaban
personajes públicos, militares, policías, aduaneros y todo funcionario que había
cometido una infracción en el centro del país. Esas eran las autoridades que
llegaban a regir los destinos de la ciudad. Si a la llegada de estos
infractores le sumamos el conglomerado
de habitantes existentes en la región compuesto por nativos, por los
ex – presidiarios que llegaron al cierre
de la penitenciaría de Araracuara a hacer nueva vida, los aventureros,
rebuscadores, inmigrantes de otros países ,colonizadores peruanos , colombianos
y brasileños quienes al mezclarse con esa sangre india rebelde e indomable formaron un mestizaje avasallador que dio como resultado una mezcla genética bastante complicada que subsistían de
su trabajo aumentado por las bonanzas que surgían como las del caucho, pieles ,animales, madera y pescado. Por
esa razón, cuando apareció la bonanza del narcotráfico en una ciudad en donde,
la mayoría de sus habitantes e indígenas espantaban cada
día de sus puertas la pobreza que se
vivía en la región, el terreno estaba abonado para que ella penetrara en la
mayoría de las casas leticianas, estamentos gubernamentales y autoridades. Y por eso ocurrió lo que
ocurrió, a todo ese personal que
llegó castigado y demás, en vez de que
Leticia fuera su sitio de castigo se les convirtió en el paraíso para
conseguir dinero fácil aprovechando su investidura. Y es que nadie se pudo escapar a ese flagelo, pues la mayoría
de funcionarios, sobre todo autoridades recibían mensualmente su “sueldo”
extra por facilitar el accionar de estos emergentes, hacerse los ciegos
y sordos ante cualquier irregularidad. Razón por la cual capo que se respetara
pasaba por Leticia como Pedro por su
casa porque, allí con dinero, todo era posible ya que las autoridades sabiendo
quienes eran, a que iban, quienes eran sus contactos en la ciudad, nunca actuaron
y si lo hicieron fue con “positivos” insignificantes,
mientras que por otro lado salía el cargamento
que para ellos era más significativo económicamente.
De ahí que todo joven ambicionaba
en esa época, ser autoridad, aduanero,
empleado gubernamental, político o gobernante porque ellos sabían que eran los
únicos empleos que daban la oportunidad de rebuscarse un dinero extra , al observar
que, la mayoría de funcionarios salían
económicamente bien, pero no era por el sueldo que devengaban del gobierno,
pues que yo sepa, casi nadie se ha hecho rico trabajando honradamente en la
región, salvo algunas excepciones muy conocidas quienes también, de una manera u otra tuvieron su vínculo o pecado con la bonanza,
pues ya es bien sabido que capitales sanos de la época fueron infiltrados por capitales del narcotráfico para efectuar lo
que hoy se llama “lavado de activos”, en donde se trabajaba con un glosario que figuraba en la mesa de muchos funcionarios
con las palabras: soborno,
enriquecimiento ilícito, cohecho, peculado por apropiación, y concusión entre otras.
Así que analizando a sangre fría,
sin escrúpulos, ahí está esbozado parte del origen de la situaciónde corrupción
que se está viviendo en el departamento, en donde la mayoría aspira a los
puestos públicos y políticos con esa finalidad, la de arreglar su situación
económica, a costa de lo que sea. Y el pueblo, muy bien muchas gracias.
Aquí les formulo una pregunta
para que se den cuenta de que algo está pasando en la región: ¿Por qué en
Bogotá algunas autoridades y empleados
públicos están pagando para que los trasladen a Leticia?
Para reforzar lo antes dicho y terminar
mi crónica, va una anécdota ocurrida a un funcionario del Inderena .
Cierto día que se encontraba dicho funcionario ejerciendo su autoridad por
la orilla del río, ya que ese sitio, por
llegar tanta gente en embarcaciones, era
el rebuscadero para la mayoría de las
autoridades de la época, quienes como aves de rapiña, se mezclaban con la
multitud o escondidos desde las bodegas de pescado, estaban con ojo avizor prestos
a descubrir cualquier matute, tráfico
ilegal de dólares animales o
droga, que les representara una entrada extra en el día.
Allí se encontraban mimetizados con la población, policías,
aduaneros, agentes del Das, funcionarios del Inderena, del Ica
y hasta agentes de la DEA disfrazados de pescadores o hippies.
Como decía, el funcionario
caminaba por la orilla en su cacería, cuando descubrió a un indígena que
llevaba un costal al hombro cuyo
contenido eran unas bolsas llenas con peces ornamentales que estaban en veda por ese tiempo y por ende prohibido su
comercio.
Para el funcionario su pensamiento fue “Se me apareció
la virgen” y para el indígena las alternativas que se le presentaron fueron dos:
dejarse decomisar la mercancía o pagar para continuar con la infracción.
Después de unos minutos de conversación, llegaron a un acuerdo el cual fue
pagar para no perder la mercancía, con
la opción de seguir pasándola cada
viernes sin problema, so pago de una cuota.
Y así fue.
Puntual, cada viernes, desde
temprano, el funcionario estaba al acecho de su víctima para recibir la cuota
estipulada.
Así pasaron muchas semanas durante
las cuales recibía su dinero extra sin ningún problema. Sucedió que al empleado
le notificaron vacaciones, razón por la cual debía abandonar la ciudad. Antes de viajar, adiestro a un
compañero para que lo reemplazara, sobre todo en el cobro de la coima que había
estipulado con el indígena.
Al nuevo funcionario le detalló
todas las características de la canoa y de la imagen del infractor para que le
cayera los viernes, día en que solía llegar.
El primer viernes de su cacería, el
compañero estuvo muy pendiente desde temprano en la orilla del río vigilando
la llegada del nativo.
Llegó una canoa con un personaje
que se ajustaba a las características que el amigo le había dado, lo esperó a que desembarcara y cuando se echó el bulto al hombro, el nuevo
funcionario se le acercó saludándolo muy cortésmente, al mismo tiempo
que se le presentaba: buenos días amigo: yo soy funcionario del “Instituto Nacional
de los Recursos Naturales y del Ambiente, el indígena no lo dejo terminar su presentación cuando le respondió:
menos mal que usted no es de esos hp del Inderena que me la tienen montada.
Carlos Javier Londoño O.
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