Abril 28 de 2013
Crónicas leticianas 38
“Tormenta de Santa Rosa”
Era la década de los setenta y,
para ser más exactos, corría el año1973.
En una calurosa noche a finales
del mes agosto, como miembro del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia, me
encontraba juntos con otros compañeros en el cuartel general jugando una
partida de parqués, mientras llegaba la hora de irnos a dormir, ya que como voluntarios nos ofrecían dormitorios
en el mismo cuartel.
Pasadas las 11 de la noche nos dispusimos todos a dormir, con
excepción del guardia a quién le tocaba pernoctar atendiendo el teléfono, por
si se presentaba una emergencia nocturna.
La noche trascurría normal. Solo
se escuchaba el canto de los grillos y el sonido de los ventiladores que
refrescaban el ambiente.
Al amanecer, el silencio de la
noche fue interrumpido por el silbido de un fuerte viento huracanado seco que doblaba los árboles a su paso y penetraba
por entre las hojas de zinc de los techos, desplazándolas de su sitio haciéndolas volar por los aires, al mismo tiempo que se largaba un torrencial
aguacero.
El río Amazonas se encontraba en
el punto máximo de su crecimiento, su orilla llegaba hasta el taller del mecánico Beleño, bajando
por donde Melgarejo en el puerto viejo.
Embarcaciones de todos los
tamaños y calados se encontraban amarradas a lo largo de ese terreno inundado
por el río.
Ante la
presencia de éste fenómeno, los voluntarios que dormíamos en el cuartel
estábamos despiertos y a la expectativa, esperando que sonara el teléfono para
atender algún llamado.
El reloj marcaba las 2 a .m pasadas, cuando el teléfono timbro.
El guardia atendió la llamada en la cual le
informaban que una lancha, por causa del vendaval, se estaba hundiendo en el
inundado puerto viejo. De inmediato accionó la sirena haciendo el llamado de
emergencia y nosotros procedimos a vestirnos
para ir a atender el insuceso.
Una vez listos abordamos la única
máquina dispuesta para estas eventualidades, la cual salió rauda hacia el sitio
pidiendo vía libre al ulular de su
sirena.
El aguacero arreciaba cada vez
más, golpeándonos el rostro a medida que
la máquina se desplazaba velozmente.
Llegados al sitio, con la poca
luz emanada de los postes de servicio público pudimos
observar que, con la tempestad, las embarcaciones se golpeaban unas con otras
dejando oír el crujir de su maderamen.
Cuando nos disponíamos a
trabajar para no dejar hundir la
embarcación, se escucho en la oscuridad una voz pidiendo auxilio para una señora que se había caído al agua y que se
estaba ahogando.
Lo primero que se me vino a la
mente fue solicitar un lazo y, pidiendo permiso para efectuar la operación, me amarré
por la cintura con un nudo especial para salvamentos acuáticos por su seguridad
llamado “as de guía” que aprendí cuando
era scout.
Una vez hecho el nudo en mi
cintura y con el extremo del lazo sostenido por dos de mis compañeros, me arroje al agua nadando hacia la señora a la cual agarré por los cabellos y por un
brazo, mientras le gritaba a los compañeros que halaran el lazo para
sacar la señora a flote, pues necesitaba ayuda ya que era bastante pesada.
Una vez superada la emergencia la señora - de nombre María
Guerra, conocida comerciante del río - nos dio las gracias por nuestra
colaboración y por ende su salvamento.
Mientras unos hacíamos esta operación, los otros se encontraban dentro del agua
tratando de salvar del hundimiento la lancha, por esta razón, cuando cayó al agua un poste electrizado,
sufrieron espasmo de sus miembros inferiores causado por el corrientazo recibido;
afortunadamente la carga no fue tan
fuerte y el sitio en donde se encontraban era poco profundo, pues de lo
contrario posiblemente hubiera ocurrido una grave tragedia.
Superadas estas dos emergencias
regresamos al cuartel luego de que la tempestad hubo amainado.
Desde ese día aprendí que cada año, por esa misma fecha, ya sea
cinco días antes o cinco días después al 30 de agosto - día de la
celebración de Santa Rosa de Lima
Patrona de las Américas - se presenta este fenómeno climático llamado
“tormenta o temporal de Santa Rosa” , que por lo cercano a la fecha se le
atribuye a la santa, pero que en realidad se debe al encuentro de aire caliente
y húmedo proveniente del norte sumado al aumento de radiación solar, como
factores principales que originan estas tormentas cuando finaliza el invierno y en fechas
cercanas al 30 de agosto.
Si no lo veo, no lo creo: Otro
día, en una tarde cualquiera, me tocó presenciar desde el puerto principal a la orilla del río amazonas , desde donde se
veía el río en toda su extensión, cómo
este fenómeno natural producía en el río unas olas de mas de tres metros de
altura, que se estrellaban en la orilla en donde hacia chocar las embarcaciones unas con otras, destruyéndose entre ellas, razón por la cual
las embarcaciones de mayor calado encendían sus motores y salían a afrontar la
situación a la mitad del río, en donde era menos peligroso el oleaje.
Estas son alguna de las cosas inolvidables que se ven en la
enigmática selva amazónica.
Carlos Javier Londoño O.
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