Mayo 25 de 2013
Crónicas leticianas 41
“Concurso de pesca deportiva “La Piraña de Oro”.
Leticia como ciudad turística
situada a orillas del río mar del Amazonas, debería emprender una campaña para recuperar los atractivos con los cuales
muchos turistas nos visitaban en épocas anteriores, como el desaparecido concurso
nacional de pesca deportiva denominado “Piraña de Oro” que se realizaba en la
región en los meses de octubre de la década de los 80 y mas específicamente en los lagos de Tarapoto cerca a la población
de Puerto Nariño como sede principal.
Como recuerdo este evento,
cuando en compañía de otros pescadores
aficionados de la región y de otras
ciudades, residentes en Leticia, representamos a la comisaría en el concurso
del año 1884.
Ese era un concurso de pesca
deportiva con todas las de la ley, que se realizaba durante cuatro días,con invitaciones dirigidas a representantes de las regiones de
Cundinamarca, Antioquia, el eje cafetero, el Valle y los Llanos Orientales,.
Los participantes llegaban un día
jueves con el fin de iniciar competencias el viernes en la mañana con
terminación y premiación el domingo por la tarde, con regreso el día lunes, a
sus ciudades de origen.
Aficionados a ese deporte llegaban vía aérea a la ciudad, en donde eran
recibidos en el aeropuerto por la comitiva
organizadora.
Del aeropuerto eran conducidos a
la orilla del ríoen donde los esperaba una lancha para llevarlos a Puerto
Nariño, población que se vestía de fiesta desde el arribo de los concursantes.
Ya en la población sede, a los
participantes, jueces y colaboradores, los hospedaban en el turístico hotel Brisas
del Amazonas, emblemática construcción en madera de propiedad de don Carlos
Martínez gran colaborador en estos
eventos y gestor del turismo en la región.
Por la noche en una gran fiesta
de bienvenida, con licor y comida a bordo, se daban las instrucciones para la
buena marcha del evento, el cual era
coordinado, entre otros, por el Inderena
como entidad protectora de los recursos naturales en la región y,
específicamente en el evento, pues reglamentaban las medidas para los peces que
se encontraban en veda, además colaboraban para la buena marcha del evento, la Defensa Civil y la Cruz Roja como
organismos de seguridad.
Al otro día a las 6 a .m se daba comienzo al
concurso, los participantes abordaban una lancha que los conducía al centro del
lago de Tarapoto en donde al arribar, cada concursante subía a una canoa que
los esperaba con un indígena timonel
acompañante,
Una vez embarcados se iniciaba el concurso, todos los
participantes se desplazaban a través del lago, buscando el lugar apropiado
para iniciar la pesca la cual sólo podían efectuar haciendo uso solamente de
vara y anzuelo o cucharas para pescar con la modalidad de troleo.
Allí permanecían pescando todo el día, pues iban dotados con agua almuerzo y refrigerios, vigilados por jueces
y organismos de seguridad.
Por la tarde regresaban de nuevo al centro del lago en
donde la lancha los esperaba.
Una vez iban llegando, los jueces
procedían a pesar a cada uno el producto
de su pesca, ya que el concurso lo ganaba el que al final del mediodía del
domingo, más libras en peces tuviera a su favor.
Cada participante mostraba con
orgullo cada día, y en sartas, el total de su pesca, exhibiendo ejemplares de pintadillos, tucunarés, pirañas,
palometas, karaguasú, payaras, entre otros,
pesca con los cuales se hacían las comilonas en el hotel que al son de
música y unos tragos acompañaban la
camaradería de los concursantes con las historias, anécdotas y chistes que se
narraban.
En los cuatro días que duraba el
concurso, fuera del movimiento económico
que representaba para la población, el ambiente festivo ahuyentaba la monotonía
del pueblo, ya que mientras unos pescadores permanecían en el hotel descansando
o divirtiéndose, otros salían a degustar de una cerveza y a compenetrarse con los habitantes, en los
sitios a donde iban.
Ya el domingo, después del medio
día que se hacia la última pesada, se daba el nombre del ganador, lo mismo que los nombres de los
puestos subsiguientes hasta el quinto lugar.
El ganador se hacía merecedor a
una copa y los puestos restantes a
medallas además de menciones de honor y
diplomas de participación.
Posteriormente después de la premiación se iniciaba la fiesta con almuerzo y licor incluido para
todos los participantes e invitados especiales.
Al otro día muy temprano se
trasladaban a Leticia para tomar el avión que los llevaría a sus ciudades
respectivas.
Este concurso, junto con las
fiestas de la “Confraternidad fronteriza” las fiestas de San Pedro y San Pablo,
y el concurso musical denominado “el pirarucú de oro” eran las fiestas más
representativas de la región, las cuales atraían turistas de toda Colombia, en
la época cuando se manifestaba esa unión
fraternal entre los habitantes que trabajaban desinteresadamente por la
región, lo mismo que cuando las oficinas de turismo estaban en manos de
promotores de empuje que trabajando mancomunadamente con
la ciudadanía, la industria hotelera, con
la Corporación Nacional
de Turismo y con las Cámaras de Comercio
de otras ciudades promocionaban la
región a nivel nacional e internacional.
Fue una época en que daba gusto
ver la ciudad invadida por turistas nacionales y extranjeros que se paseaban
por la ciudad en donde se veían en bares y restaurantes degustando y celebrando
la estadía, interactuando con los habitantes y dejando de una u otra manera, sus aportes a la
región.
¡Que épocas aquellas!
Carlos Javier Londoño O.
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