domingo, 31 de mayo de 2020

Mayo 31 de 2020
“Y las cosas siguen igual”

Antiguamente, Leticia era considerada por varios estamentos gubernamentales de la capital como un “sitio de castigo”, a donde enviaban personajes públicos, militares, policías, aduaneros y todo funcionario que había cometido una infracción en el centro del país.
Esa  era la clase de autoridades que llegaban a regir los destinos de la ciudad. Si a la llegada de estos infractores le sumamos el conglomerado de habitantes existentes en la región, compuesto por nativos, por  ex presidiarios que llegaron después  del cierre de la penitenciaría de Araracuara a hacer nueva vida,  aventureros, rebuscadores, inmigrantes de otros países ,colonizadores peruanos , colombianos y brasileños, quienes al mezclarse con esa sangre india rebelde e indomable formaron un mestizaje avasallador que dio como resultado una mezcla genética bastante complicada, que subsistían de su trabajo aumentado por las bonanzas que emergieron como las del caucho, pieles ,animales, madera y pescado.
Por esa razón, cuando apareció la bonanza del narcotráfico, en una ciudad en donde la mayoría de sus habitantes e indígenas espantaban cada día de sus puertas la pobreza que se vivía en la región, el terreno estaba abonado para que ella permeara la mayoría de las familias leticianas, estamentos gubernamentales y autoridades. Y por eso ocurrió lo que ocurrió, a todo ese personal que llegó castigado y demás, en vez de que Leticia fuera su sitio de castigo se les convirtió en el paraíso para conseguir dinero fácil aprovechando su investidura. Y es que nadie se pudo escapar a ese flagelo, pues la mayoría de funcionarios, sobre todo autoridades, recibían mensualmente su “sueldo” extra por facilitar el accionar de estos emergentes y hacerse los ciegos y sordos ante cualquier irregularidad. Razón por la cual capo que se respetara pasaba por Leticia como Pedro por su casa, porque allí con dinero  todo era posible, ya que las autoridades, sabiendo quiénes eran, a qué iban y quiénes eran sus contactos en la ciudad, nunca actuaron y si lo hicieron fue con “positivos” insignificantes, mientras que por otro lado salía el cargamento, para ellos era más significativo económicamente.
De ahí que todo joven ambicionaba, en esa época, ser autoridad, aduanero, empleado gubernamental, político o gobernante, porque ellos sabían que eran los únicos empleos que daban la oportunidad de rebuscarse un dinero extra, al observar que la mayoría de funcionarios salían económicamente bien, pero no era por el sueldo que devengaban del gobierno. Hasta donde yo conozco casi nadie se ha hecho rico trabajando honradamente en la región, salvo algunas excepciones muy conocidas quienes también, de una manera u otra, tuvieron su vínculo o pecado con la bonanza, pues ya es bien sabido que capitales sanos de la época fueron infiltrados por capitales del narcotráfico para efectuar lo que hoy se llama “lavado de activos”, en donde se trabajaba con un glosario que figuraba en la mesa de muchos funcionarios con las palabras: soborno, enriquecimiento ilícito, cohecho, peculado por apropiación y concusión, entre otros. Así que analizando a sangre fría, sin escrúpulos, ahí está esbozado parte del origen de la situación de corrupción que se está viviendo en el departamento, en donde la mayoría aspira a los puestos públicos y políticos con esa finalidad, la de arreglar su situación económica a costa de lo que sea. ¿Y el pueblo?, muy bien muchas gracias.
Aquí les formulo una pregunta para que se den cuenta de que algo está pasando en la región: ¿Por qué en Bogotá algunas autoridades y empleados públicos están pagando para que los trasladen a Leticia a jubilarse?
Para reforzar lo antes dicho y terminar mi crónica, va una anécdota ocurrida con  un funcionario del Inderena.
Cierto día que se encontraba dicho funcionario ejerciendo su autoridad por la orilla del río, epicentro del comercio y movilización de toda clase de productos  era el lugar del rebusque para la mayoría de las autoridades de la época, quienes como aves de rapiña mezclados con la multitud o escondidos desde las bodegas de pescado, vigilaban con ojo avizor prestos a descubrir cualquier matute, tráfico ilegal de dólares animales o droga, que les representara una entrada extra en el día.
Allí se encontraban mimetizados con la población, policías, aduaneros, agentes del Das, funcionarios del Inderena, del Ica y hasta agentes de la DEA disfrazados de pescadores o hippies.
Como decía, el funcionario caminaba por la orilla en su cacería, cuando descubrió a un indígena que llegó en una canoa con varios costales. Identificándose como  agente de control del Inderena requisó los bultos descubriendo que contenían unas  bolsas llenas de peces  ornamentales, que estaban en veda por ese tiempo y por ende prohibida su  pesca y comercialización.
Para el funcionario su pensamiento fue “Se me apareció la virgen” y para el indígena las alternativas que se le presentaron fueron dos: dejarse decomisar la mercancía o pagar para continuar con la infracción. Después de unos minutos de conversación, llegaron a un acuerdo consistente en pagar para no perder la mercancía, con la opción de seguir pasándola cada viernes sin problema, so pago de una cuota, Pacto que quedó convenido
Puntual, cada viernes, desde temprano, el funcionario estaba al acecho de su víctima para recibir la cuota estipulada. Así pasaron muchas semanas durante las cuales recibía su dinero extra sin ningún problema.
Sucedió que al empleado le notificaron vacaciones, razón por la cual debió abandonar la ciudad. Antes de viajar adiestro a un compañero para que lo reemplazara, sobre todo en el cobro de la coima que había estipulado con el indígena.
Al nuevo funcionario le detalló todas las características de la canoa y de la imagen del infractor para que le cayera los viernes, día en que solía llegar.
El primer viernes de su cacería, el compañero estuvo muy pendiente desde temprano en la orilla del río vigilando la llegada del nativo.
Cuando llegó una canoa con un personaje que se ajustaba a las características que el compañero le había dado, lo esperó a que desembarcara y cuando se echó el bulto al hombro, el nuevo funcionario se le acercó saludándolo muy cortésmente, al mismo tiempo que se le presentaba: buenos días amigo: yo soy funcionario del “Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente.  El indígena no lo dejó terminar la presentación cuando le respondió: menos mal que usted no es de esos hps del Inderena que me la tienen dedicada.                                                                    

viernes, 29 de mayo de 2020


Mayo 29 de 2020
“Guerra a la polilla 2 “

Con la destitución del sub gerente  de la empresa, como primer acto de control  en contra de la corrupción que se venía operando en  ella, posteriormente  comencé a hacer controles esporádicos en los sitios de la compañía más propensos a ella como en los vuelos chárter contratado por una persona en donde los kilos de más, que atentaban contra la seguridad de la aeronave y por ende de su tripulación, eran parte de la “polilla” o en los vuelos organizados por la misma empresa en donde se recibía mercancía de todo el mundo hasta completar el cupo en kilos.
Aunque estos controles no los hacia a diario, si eran efectivos cuando algo sospechoso se detectaba, pues eso de estar pesando toda la carga a diario, era un programa muy engorroso. Así que decidí hacerlos al azar los días menos pensados descubriéndose casi siempre anormalidades sobre todo, cuando el vuelo era programado por la empresa en donde toda la carga recibida era anotada en una planilla con  datos precisos de destinatario y remitente con dirección y teléfono, caja o costal, contenido ( sin verificar), peso y valor cobrado, esto con el fin de llevar un control exhaustivo del peso en kilos llevado a bordo, y que la empresa aseguradora tuviera datos precisos para el pago de indemnizaciones cuando  se presentaba alguna eventualidad en vuelo como botar la carga. En este control podía suceder lo siguiente: cajas revisadas al azar con destinatario  pero que  no aparecían relacionadas en la planilla. Cuando esto sucedía, ordenaba llevar las cajas a la oficina de la  gerencia hasta el otro día  cuando  aparecía el dueño de ellas a preguntar por qué sus cajas no llegaron a su destino. De inmediato se llamaban a los coteros encargados de cargar el avión  para que el remitente identificara al responsable de recibir las cajas  y de cuanto fue el valor del   dinero no declarado. Una vez echa esta identificación, se les informaba al remitente, que su carga salía al otro día en el primer vuelo y a los comprometidos en la infracción, su despido.
Estas irregularidades sucedían, sin excepción, en todas las empresas que operaban en el Aeropuerto Vanguardia, pues allí todo transporte era posible desde que la plata saliera a relucir, ya que al estar en su apogeo las zonas cocaleras controladas por la guerrilla como Miraflores, Carurú, Pacoa, San José del Guaviare; Cumaribo entre otras,  adonde volábamos con autorización de las autoridades y de la Aerocivil con los controles respectivos,  toda la mercancía que entraba a esas zonas por su escasez y dificultad en el trasporte era oro en polvo, por esa razón todo lo que se llevaba ya estaba prácticamente vendido. De ahí que todo el mundo estaba con esa mentalidad de poder subir a bordo y transportar lo que fuera, no  importando lo que hubiera que pagar con tal de llevarla y más cuando eras sustancias prohibidas o mercancía como armas, gasolina, permanganato y todos esos insumos para la elaboración de la droga. Todas esas transacciones eran bajo cuerda con la complicidad de la policía, los controladores de la Aerocivil, y por supuesto con el piloto y los despachadores auxiliares de vuelo de la empresa o los mismos pasajeros. Negocio redondo en donde todo el mundo ganaba menos la empresa, la que se veía abordada a veces con problemas jurídicos cuando se decomisaba alguna mercancía ilícita  a bordo de la aeronave.
Todo giraba alrededor del dinero, tan es así, que cuando en algún vuelo, no había ganancia extra, los pilotos se inventaban alguna excusa para no volar, como ponerse de acuerdo con el mecánico para que desconectando o averiando alguna pieza vital para el encendido del avión, este no respondiera al encendido,  por lo cual no se podía realizar el vuelo. Como yo era neófito en detectar estas fallas, contraté un piloto y un mecánico que estaban disponibles para cuando yo los llamara ante una situación de estas para que, revisando el avión, me informaran que tipo de falla se  había presentado.
Así que cierta vez  en que se contrató un vuelo chárter directamente entre la empresa y una entidad estatal para transportar unos muebles con miras a habilitar una escuela en San José del Guaviare, el día del vuelo llegó el piloto que por turno le correspondía hacerlo  y tras averiguar de qué tipo de carga se trataba el chárter y que el negocio fue hecho directamente con la empresa en donde no había dinero de “polilla”  hizo todo lo posible para no volar y tras hacer las pruebas iniciales para el vuelo se bajó del avión argumentando que tenía fallas y no encendía que por lo tanto no había vuelo devolviéndose para la casa. Al ver tal actitud, dispuse de otro de los correctivos que ya tenía previsto y lo primero que hice fue hacer cerrar el avión con llave para que ningún mecánico de la empresa lo revisara y de inmediato llamé al mecánico y piloto que tenía como reserva.
Cuando llegaron les explique lo sucedido. De inmediato mecánico y piloto de emergencia, se subieron al avión a detectar la falla. Después de revisar y hacer pruebas entregaban el avión funcionando y explicando que la falla se debía a que intencionalmente, habían desconectado algo vital del avión  para que no encendiera lo que vulgarmente llaman sabotaje.
Después de recibir la paga por el trabajo efectuado y dejar el avión en buenas condiciones para volar, se llamaba a otro piloto para que hiciera el vuelo y le ordenaba a la secretaria que llamara al piloto y al mecánico saboteadores  quienes al llegar a la gerencia ya tenían su liquidación y carta de despido.
Para rematar esta crónica, hubo otro caso digno de mencionarse en donde  manifiesto el desespero de la gente que por lograr sus objetivos hace cosas a veces difíciles de creer.
Esto ocurrió cuando en otro de los tantos vuelos chárter organizado por la empresa con destino a Miraflores, se recibieron todo tipo de mercancías para su transporte: verduras, granos, ropa, repuestos, guacales con gallinas, mercancías varias y en general todo lo que se pudiera llevar  a bordo, inclusive ese día iba un motor Yamaha  40 HP en su caja original. Todo iba en regla, razón por la cual el avión decoló rumbo a Miraflores, infortunadamente faltando media hora para llegar a su destino se le fue un motor, ante esta emergencia la orden del comandante fue  botar al vacío toda la carga para así, como primer acto para salvar el avión y sus pasajeros, alivianar el peso del avión y  no forzar el motor que quedaba funcionando. Así se hizo, toda la carga fue lanzada al vacío inclusive el motor fuera de borda, carga por la cual respondería la compañía aseguradora pagando las indemnizaciones respectivas.
Ocurrió que esa misma tarde, después de la emergencia,  llegó un señor a preguntar sobre lo ocurrido con la carga despachada en la mañana que no llegó a su destino.  Lo hicieron pasar a la gerencia en donde yo me encontraba para  explicarle lo sucedido.
Después de la explicación el usuario montó en cólera preguntando que quien le iba a responder por el motor Yamaha de 40 caballos que el despachó y que fue tirado a la selva durante la emergencia, motor en donde él aseguraba, iban camuflados 50 millones de pesos ?
Pidiéndole cordura , le expliqué que por el valor del motor   el seguro respondía, pero que por el dinero que iba clandestinamente  sin declarar dentro del motor, esa operación se me salía de las manos y que la empresa no respondía por nada, respuesta que en nada le gusto al cliente que hasta con darnos plomo nos  amenazó. Ante el enojo del señor, conservando mi cordura, caso insólito, le aconsejé que fuera a la Fiscalía, Policía  o al organismo que tuviera la competencia para que pusiera la denuncia contra la empresa por la pérdida de ese dinero, sugerencia que lo más seguro no iba a acatar el ofendido porque a lo mejor tenía que dar muchas explicaciones a las autoridades con respecto a ese dinero y la forma en que lo había enviado. Refunfuñando salió de la oficina  no volviendo aparecer nunca más  por la empresa ni a reclamar el valor del motor.
Así poco a poco tras estos golpes dados a los  infractores, en donde me eche encima muchos enemigos, la empresa fue saliendo adelante hasta lograr su punto de equilibrio, lo que permitió su venta.    

lunes, 25 de mayo de 2020


Mayo 25 de 2020

Guerra a la polilla 1

La finalidad en mi nombramiento  como  gerente de la empresa aérea era la de imponer autoridad y control ante un gremio que debido a la situación, la estaban desangrando.
Ante ese reto, la única condición que puse para asumir el puesto fue que me apoyaran en todos los correctivos que se irían a tomar, que sin abusar de mi autoridad y con la anuencia de los socios, se tomarían para procurar sacar la empresa adelante.
Con esa condición a mi favor asumí el reto y fue así como en el primer día en una reunión efectuada en los hangares con todo el personal, luego de la presentación que me hizo uno de los socios, para entrar en confianza y romper el hielo les conté de entrada, un chiste muy  de acorde a la situación y con miras a sentar un precedente el cual narré así: “Resulta que una vez,  hubo un cambio de comandante en una guarnición militar, como aquí en este caso, cambio de gerente. Cuando el comandante saliente presentó al nuevo comandante entrante, éste, dirigiéndose a sus subalternos con una voz suave y melodiosa les dijo: mis queridos soldados, es para mí satisfactorio asumir el comando de esta guarnición la cual me fue adscrita. Entre la fila se escuchó el comentario de un soldado quien dijo: híjole al marica nos mandaron. El comandante entrante alcanzó a escuchar el comentario y de inmediato preguntó: disculpen quien dijo que yo era marica. Pregunta ante la cual un soldado poniéndose firmes y con fuerte voz varonil  respondió: yo mi coronel. De inmediato el coronel ordenó: fusilen este hp.
Este cuento viene al caso no para imponer terrorismo sino para dejar muy en claro que soy el gerente más amigable, dicharachero, cuenta chistes   y buen amigo que ustedes van a conocer, pero eso sí,  implacable ante una injusticia, infracción, violación a los reglamentos de la empresa,  abuso de confianza y todas aquellas cosas que atenten contra la buena marcha o el buen nombre de ella.
Y esta advertencia va especialmente para los pilotos a los cuales les aclaro que esta es una empresa particular, no militar. De aquí no tienen que ir a ninguna parte porque alguien se los ordena, de aquí solo saldrán a cumplir con los itinerarios de las rutas asignadas por la Aerocivil siempre y cuando la aeronave este habilitada para hacerlo y las condiciones meteorológicas así lo permitan. No lo piensen dos veces si se tienen que devolver al sitio de origen por mal tiempo, nuestra consigna será, no causar tragedias por negligencia nuestra.
Todos se miraban entre si pues no esperaban de entrada una advertencia de esa categoría.
 Después  de varias recomendaciones, preguntas, respuestas y sugerencias, los empleados  se retiraron a sus respectivos oficios.
Desde ese día, empecé a desarrollar planes y correctivos como en una cacería de brujas, tratando de detectar las fallas por las cuales la empresa no marchaba  como era lo debido.
Yo llegaba temprano todos los días limitándome a recorrer  las instalaciones, el hangar, observando y preguntando sobre los diferentes movimientos que se presentaban a diario, tomando atenta nota de ellos.
Así pasé el primer mes de trabajo, adquiriendo conocimiento sobre la empresa, sin tomar ninguna medida. Solo me limitaba a observar y preguntar.
La primera inquietud que tuve era el porqué de las frecuentes caídas de aviones, posterior al despegue, sobre la cabecera de la pista, aviones que casi siempre eran  del tipo DC-3, con saldo trágico de muertos, heridos y millonarias pérdidas para las empresas?
En mis  indagaciones preliminares  pudo averiguar que la mayoría de estos accidentes se producían por el sobrepeso de las mercancías transportadas que sobrepasaban  el peso autorizado, contravención que con la anuencia de los despachadores del vuelo y los controladores de la Aero civil les era permitido  luego del pago de una cuota reglamentada, sobrepeso con el cual los despachadores, pilotos y auxiliares de vuelo se ganaban unas extras en dinero, sin que la gerencia de la empresa supiera del negocio entre ellos, infracción que se conocía con el nombre de “Polilla”
Averigüé además que los DC-3 tienen por fabricación, una capacidad de carga de tres mil kilos cuando se trata de vuelo de carga y que cuando trasporta pasajeros su capacidad es de 24 personas con sus equipajes normales  y aprendí  que  si un avión va sobrecargado y logra despegar, aunque se demora para el ascenso  puede llegar a su lugar de destino, pero si infortunadamente se le va un motor en el despegue, planea más un piano de cola, pues de inmediato se precipita a tierra, cosa que no le sucede si va con su rango normal de carga, que ante esta emergencia, con un solo motor puede sortear la situación,  dar la vuelta y aterrizar.
Ya con estos conocimientos empecé a actuar y fue así como un día cualquiera, madrugué a las 5 am, cosa que nunca hacía,  a presenciar el despacho del primer avión que todos los días salía a las 6 am hacia Miraflores epicentro cocalero situado en la selva del Guaviare adonde volaban los aviones transportando víveres y mercancías autorizados por la Aerocivil, previa requisa por las autoridades correspondientes.
Cuando   llegué las instalaciones y empecé a recorrer los hangares, noté cierto nerviosismo en alguno de los despachadores y coteros sobre todo cuando me acerqué al avión que estaba listo para salir  a cumplir el vuelo chárter.
Buenos días, -saludé - Saludo que fue contestado por los coteros que estaban cargando el avión.
Este avión para dónde sale? -
Para Miraflores, respondieron -
Quien es el fletador de la carga?
El subgerente -
Ok  y subiéndome  al avión le pasé revista ocular a la carga a bordo, la cual me pareció demasiada.
De inmediato ordené bajarla  para  pesarla  personalmente.
Cuando escucharon esta orden, el nerviosismo afloró más en los cargadores.
Pero señor gerente el avión ya está listo y ya casi es la hora de salida - respondió uno de los trabajadores –
Y cuál es el problema?  -respondí-
Vuelvo y repito  es una orden, me bajan toda la carga que yo personalmente la voy a pesar.
A regañadientes empezaron  el descargue del avión.
Cuando ya estuvo en tierra toda la carga  empecé la pesada y al finalizar, preciso:  El avión iba con 4500 kilos de carga o sea 1500 kilos de sobrepeso.
De inmediato ordené que el avión quedaba  en tierra y que no salía hacia su destino.
Me encerré en mi oficina a esperar el arribo  a las instalaciones de segundo hombre  de confianza de la empresa.
Cuando llegó el subgerente, fue advertido del incidente porque así era como operaban las cosas cubriéndose entre ellos mismos.
De inmediato se dirigió a la oficina de la gerencia en donde me encontraba  esperándolo y cuyo saludo sin protocolo fue: usted si es un hp, como es posible que siendo el segundo hombre de confianza haga una maricada de esas, así es como vamos a organizar la empresa si todo el mundo está con esa mentalidad de darnos en la cabeza y sacarle el mejor provecho a toda operación,  no importando el riesgo  que  pueda acarrear o el accidente que pueda  generar? 
Qué explicación tiene al respecto? 
El subgerente permaneció cabizbajo en silencio ante la pregunta, pero la respuesta era lógica: a más carga más ganancia para el remitente,  porque el vuelo se pagaba por el chárter no por los kilos transportados.
Para sentar un precedente, de entrada  le ordené que recogiera la carga y la enviara por otra empresa que por ahí no se la iba a transportar y segundo que me presentara la carta de renuncia para no echarlo como un perro y que así por lo menos, saliera por la puerta grande.
Acongojado el subgerente salió a cumplir la orden.
Acto seguido,   le ordené a la secretaria que le llamara a la oficina al despachador y los dos coteros que habían cargado el avión.
Cuando arribaron  a la oficina sin mucho preámbulo les dije: pasen de inmediato donde  el contador para que les haga la liquidación pues quedan despedidos, ustedes saben el motivo  porque ya estaban advertidos.
Ante este precedente la cosa se tornó más seria en la empresa, se hablaba de la rigidez  y toma de decisiones  tan estrictas por parte mía, lo cual no fue motivo de susto para que siguieran cometiendo infracciones, pues la corrupción ya estaba arraigada y si se quería hacer una buena labor había que cortarla de tajo y actuar con mano férrea.
Ese mismo día le informé a uno de los  socios sobre lo sucedido con el subgerente y la decisión que había tomado. Esta primera decisión  lo tomó por sorpresa pues nunca pensó  de la rigidez de las decisiones  tomadas por mí.
Ante este incidente el socio me comentó: Hombre ahí si veo como jodida la situación, pues este señor que acabas de despedir es hombre de confianza recomendado por otro de mis socios, al cual no podíamos echar.
De confianza también lo creía yo, respondí, pero vea lo que hizo arriesgando el patrimonio de la empresa, él que tenía que dar ejemplo. Así que yo creo que este  es un buen motivo para que los demás se den cuenta que la cosa es en serio y que vamos a ser implacables ante cualquier infracción que cometan.
Me pidió que reconsiderara la decisión, petición ante la que fui muy explícito en contestarle: acuérdese que lo primero que le pedí a usted  como única condición antes de asumir esta gerencia, era su respaldo para con las decisiones que yo tomara a fin de  sanear las anomalías que se vienen presentando.
Así que le pido el favor que me apoye en esta decisión que aunque es muy estricta va a dejar mucho que pensar a  aquellos que la vienen  embarrando. De no ser así y no es ninguna presión, yo renuncio.
Ante esta determinación al socio no le quedó más remedio que decir que me apoyaba y que él se encargaría de hablar con el otro  socio respecto a la despedida del subgerente.
Para no ser muy extenso en mis escritos y no cansarlos, en la próxima crónica les narraré los métodos utilizados por los usuarios para tratar, como se dice coloquialmente, de “golear” a la empresa.



viernes, 22 de mayo de 2020

Mayo 22 de 2020
“Experiencias a gran altura”

Como gerente de una importante empresa aérea en Villavicencio, tuve la fortuna de recorrer en sus aviones muchos lugares de Colombia, algunos de ellos desconocidos para mí, sitios adonde volábamos por itinerario o vuelos chárter  autorizados por la Aeronáutica Civil. El tipo de aviones al servicio de la empresa eran los famosos Douglas DC-3 conocidos como los “camperos del Llano” por su versatilidad, seguridad y capacidad de aterrizar en pistas en donde solo entra el ojo de Dios o una mula buena. Allí aprendí mucho sobre ellos, en especial, acerca de su mantenimiento del cual estaba muy pendiente para brindar confianza y seguridad a los usuarios del servicio entre los que me  encontraba, complementando esta seguridad con la experiencia de los pilotos, la mayoría de ellos ex comandantes de la Fuerza Aérea Colombiana.
La flotilla  de aviones la conformaban 4 DC-3 de los cuales el favorito por todos los pilotos era el HK 1315 avión con un historial descrito por Germán Castro Caycedo en su libro    llamado “El Alcaraván”  en donde narra  la historia de los aviones DC-3 que operaban  en el llano. Cuenta, entre otros,  que ese avión o sea el HK-1315 despegando de Monterrey pueblo del Casanare,  le falló el motor derecho aterrizando de barriga   sobre la sabana, en cuyo arrastre  se llevó consigo y con el plano derecho algunos semovientes que estaban pastando en el área. Así continúo deslizándose por más de trescientos metros hasta caer en una zanja en donde se partió en dos.
En el avión iban 21 pasajeros que resultaron ilesos en la emergencia  quienes permanecieron en silencio durante el percance hasta cuando salieron del avión,  sanos y salvos.
Posteriormente a la caída del avión mandaron  de Villavicencio otro DC-3 hasta Barranca de Upía a hora y media  de vuelo del accidente  para evacuar a los sobrevivientes, ninguno de los cuales quiso montarse en el avión porque  de aviones, no querían saber nada.
En el lugar del accidente, la aeronave permaneció en reparación por seis meses en donde manos experimentadas de mecánicos, enteladores, expertos en reglaje y carpinteros lo armaron de nuevo. Después del vuelo de prueba y con las correcciones respectivas, voló rumbo a Villavicencio en donde la empresa a mi cargo, lo compró para hacer parte de su flota.
Este era el avión consentido por la empresa y los pilotos, quienes se lo disputaban para volarlo debido a su rapidez y seguridad.
Los que tuvimos la suerte de volar en esos vetustos aviones, tarde que temprano habríamos  de experimentar alguna situación positiva o negativa  en vuelo    que nos pudo marcar. De ahí que  les  detallaré algunas de las que  me sucedieron.
Resulta que para la década de los noventa se presentó  en Colombia una ola invernal que azotó casi todo el país en especial la costa, el Magdalena Medio y Córdoba  sobre pasando todas las predicciones  dadas por el  Himat (Instituto de hidrología,  meteorología y adecuación de tierras).
La mayoría de los ríos  se desbordaron, arrasando con cosechas, produciendo, epidemias y  la mortandad de personas debido a las mordeduras de serpientes que buscaban refugio en tierra.
A raíz de ésta emergencia, uno de los socios de la empresa se unió a la solidaridad nacional pidiéndome el favor de que comprara en Bogotá en  el INS (Instituto Nacional de Salud) unas 500 dosis de suero antiofídico polivalente. Que dispusiera de un DC-3 de la empresa, he hiciera esa diligencia volando de  Villavicencio a  Bogotá a comprar  el suero  y de ahí, a Montería  en donde se repartirían esas dosis  en hospitales y centros de salud de los diferentes pueblos de la región
De inmediato me puse en contacto con una persona de confianza en Bogotá para que  consiguiera las dosis solicitadas  mientras en la empresa,  acondicionan el HK-1315 para hacer el recorrido.
Debido a la demanda de suero por la emergencia a nivel nacional, sólo se consiguieron 100 dosis.
En vista de que  el avión  iba prácticamente vacío pues solo viajábamos el piloto, copiloto, mecánico, auxiliar de vuelo y yo, llamé a mi esposa quien residía en Bogotá para que nos acompañara en el viaje y en la entrega de los sueros.
Muy temprano, al otro día, volamos de Villavo al Puente Aéreo en Bogotá  en donde nos esperaba mi esposa con el encargo de las  dosis conseguidas.
Una vez recogida mi esposa y  el material, decolamos rumbo a Montería a donde  llegamos antes del mediodía, sitio en donde nos esperaba un amigo del patrón quien vivía en Sahagún y que fue contactado para que nos recogiera y  nos transportara por los diferentes pueblos en aras de repartir el suero antiofídico.
Como había tiempo más que suficiente, después de asegurar el avión en el aeropuerto de Montería, almorzar y montar  todo el material en la camioneta, salimos rumbo a Planeta Rica primer pueblo en la ruta, luego seguimos a Pueblo Nuevo, Ciénaga de Oro, Cereté, San Pelayo, Lorica, Shinú y por último Sahagún.
En todos esos pueblos dependiendo de su censo  poblacional,  dejamos proporcionalmente,  en sus hospitales y centros  de salud una buena cantidad de sueros.  Todos quedaron muy agradecidos y las atenciones fueron máximas  por esa  demostración de solidaridad, detalle que iba a repercutir en la salvación de algunas vidas.
Al llegar a Sahagún ya teníamos disponibilidad de hotel en donde nos hospedaríamos.
Una vez registrados,  tomamos  un baño, nos  cambiamos y esperamos que el anfitrión nos recogiera más tarde para asistir en su casa, a una recepción que  nos tenían preparada.
Ambiente familiar, cerdo frito con arroz, patacones,  queso y suero costeño fueron las viandas servidas, acompañadas de buen licor y buen ritmo costeño.
Allí estuvimos varias horas disfrutando del convite. 
Como debíamos salir temprano para Villavicencio, entrada la noche decidimos irnos a descansar, despidiéndonos y agradeciendo la recepción.
A las 8 am ye estaba el amigo esperándonos en la portería del hotel para trasladarnos al aeropuerto de Montería.
A las  10 am ya estábamos despegando rumbo a Villavicencio.
Cuando el avión despegó pude notar que estábamos volando en círculo sobre la ciudad averigüé el motivo, explicándome el comandante que era para llegar a la cordillera oriental con buena altura y poder cruzarla sin contratiempos y una vez atravesada, empezar  el descenso hacia Villavo.
La somnolencia  en mi cuerpo y  en el de mi esposa, por los tragos y el trasnocho  se dejaron sentir apenas el avión empezó a ascender que decidimos, como se dice coloquialmente “echarnos un motoso a bordo”. Con el transcurrir del tiempo de vuelo, uno se va  acostumbrando al sonido unísono de los motores.
Todo marchaba bien, dormitando al arrullo de ruido de ellos. Cuando volábamos  por encima de la cordillera el sonido de los motores cambió razón por la cual y como instinto de conservación nos despertamos. Al mirar mi esposa por la ventanilla pudo observar que la hélice del motor derecho estaba parada, entrando en pánico, reacción ante la cual me tocó calmarla diciéndole que no había problema, que ese avión  en el que volábamos era tan seguro que podía volar con un solo motor, que inclusive si se le apagaban los dos motores, debido a la posición de sus alas  y si lleva una buena altura podía planear.  De todas maneras me levanté del asiento y me dirigí a la cabina a averiguar  acerca de la emergencia.
En la cabina, el comandante me explicó que debido a la gran altura que llevábamos la hélice se paró porque sufrió una especie de congelamiento razón por la cual hubo que perfilarla (Operación que consiste en darle, desde la cabina, un torque al aspa de la hélice para que quede cortando el viento de perfil y no quede de frente haciéndole resistencia). Para compensar la pérdida del motor y no forzar el  otro, se le bajan las revoluciones  para que trabaje más suave y así evitar alguna eventualidad. Del motor apagado me comentó que cuando  estuviéramos en descenso volvería a encender. Ante esta explicación quedé más tranquilo y me fui explicarle a mi esposa para que se calmara diciéndole que afortunadamente íbamos livianos  y que eso nos favorecía.
Así continuamos volando por muchos minutos más sobre la cordillera rumbo a nuestro destino.
El sueño trato de nuevo  apoderarse de nosotros, cuando adormilados  sentimos que el avión inclinó la nariz y empezó a descender y la fuerza del motor se sintió disminuir. De nuevo la  zozobra se apoderó de nosotros, cuando vimos que  el mecánico, que venía durmiendo en la parte trasera del avión es decir en la cola, pasó corriendo hacia la cabina. Ahí si nos asustamos porque desconocíamos lo que pasaba. A los pocos minutos de haber entrado el mecánico en la  cabina se sintió rugir de nuevo el motor adquiriendo más potencia y cuando me dirigía a la cabina a ver qué había sucedido salía el mecánico, quien me explicó que  se le había olvidado girar la llave selectora del tanque de reserva para que pasara la gasolina, razón por la cual se estaba acabando la del tanque principal. Después de este otro susto y ya a más baja altura el motor derecho volvió a funcionar. Ya con dos motores  trabajando a full, la tranquilidad volvió a nuestros cuerpos. Descendiendo por un largo tiempo, después de más de una hora de vuelo nos encontrábamos aterrizando en el aeropuerto Vanguardia de Villavicencio, dando gracias a Dios por haber llegado sin novedad especial. Desde ese día comprobé que la mayoría de los accidentes aéreos se dan por  fallas humanas. El mecánico fue amonestado por semejante descuido con memorando a su hoja de vida. Infortunadamente estando de gerente me tocó, con el dolor del alma, vender ese avión a otra empresa que se enamoró de él.  Esta fue otra experiencia de las que forjaron mi espíritu aventurero.

martes, 19 de mayo de 2020


Mayo 18 de 2020
Agradecimientos

Ayer  al celebrar mis 38. 368.800 minutos de vida,  a pesar de este confinamiento que estamos soportando, casa por cárcel,  al que fuimos sometidos por medidas gubernamentales, sin auto de detención, sin audiencia, sin testigos y sin abogados, por primera vez debo confesar que debido a este estado, ha sido uno de los cumpleaños más emotivos que he tenido, pues desde que puse el pie en el suelo al levantarme, empezaron las llamadas y mensajes de felicitación y buenos deseos  por las redes  situación que me obligó a permanecer sentado toda la mañana atendiendo las llamadas y mensajes  con los que mi familia, amigos, compañeros y conocidos  se hicieron sentir.
Nunca había recibido tanta cantidad de llamadas y mensajes en un día,   pues imaginaba que a esta edad, los amigos y seguidores eran pocos, pero no, resultó una sorpresa, porque éstos eran mucho más de los esperados  quienes con sus comentarios y motivadoras palabras me insuflaron virtualmente una buena dosis de “serotonina” que elevó mis niveles de ánimo, amor, alegría y amistad y me hizo transformar mis pensamientos en palabras de agradecimientos para todos ellos.
Qué más puedo pedir a la vida ante esta insospechada manifestación de amistad y de cariño en donde me di cuenta que mis escritos son leídos por más gente de la que yo pensaba, pues en sus deseos pedidos al altísimo por mi buena salud hacen referencia que es con el fin de que los siga  deleitando con mis crónicas.
Téngalo por seguro y se los prometo, que si tengo lectores, ustedes tendrán mis  escritos.
Como anécdotas del día de ayer tenemos la serenata de que fuimos objeto en horas de la tarde,  sin querer, queriendo, por parte de un mariachi que andaba debido a la situación, dando serenatas por las calles del barrio a cambio   del dinero obsequiado por los habitantes de los edificios. Como ven, esto no estaba en el programa pero tuvimos serenata la cual fue toda una sensación escuchada desde el balcón del apartamento por la familia que me acompañaba.
Otra , fue la ocurrida con la llamada de un amigo a felicitarme por el cumpleaños, amigo de los que le gusta “esculcar” en los temas escritos para buscar alguna inconsistencia, pues bien, este amigo me dijo que yo los estaba engañando con el número de segundos que anoté en mi crónica sobre mi edad y me pidió que le explicara como había hecho la cuenta para ese resultado. Le explique detenidamente y me reiteró: si ve, usted no tuvo en cuenta los años bisiestos que han transcurrido  durante sus años de vida, así que le falta sumar los segundos de esos días que le faltaron. En realidad tenés razón - le dije- y haciendo uso de mis comentarios irreverentes le solicité: como usted es el único que hasta ahora se ha dado cuenta del error, porque no es ningún engaño, hágase el marica y quédese callado que yo me encargo de hacer la aclaración. Así que la crónica se llamará “38.368.800 minutos de vida, más otros minutos que me faltaron” jajaja.
Y la última, fue  el mensaje que me escribió Marco Antonio Henao en donde me decía que había soñado con que yo había escrito unas crónicas y las había firmado con el seudónimo de “CAJALOCA” por aquello de CArlos JAvier Londoño OCAmpo pues sin ser agüerista, y agradeciéndole a Marco Antonio,  he decidido firmar mis escritos a partir de hoy con este seudónimo, pues no desecho que ese seudónimo sea el nuevo sello del éxito en mis escritos.
De nuevo reitero a todos los que en el día de ayer se hicieron sentir, de una u otra forma, enviándome su buena vibra, de corazón…mil gracias.


Mayo 17 de 2020
“38.368.800 minutos de vida”

En un pueblito  de  Antioquia de cuyo nombre si quiero acordarme llamado Zaragoza, hoy, después de haber transcurrido  un tiempo de 38.368.800 minutos nací yo, ocupando el quinto lugar en la cadena alimenticia de la familia Londoño Ocampo. (Sin pena, saque la calculadora y averigüe por el total de años que cumplo para que no se quede  en ascuas).  
Desde ese día, al haber nacido sietemesino, comenzó mi  lucha  para salir adelante en los avatares que la vida me  ha deparado.
Por eso hoy, al abrir los ojos y sentirme vivo, poniendo los pies en el suelo y levantándome con la energía  que me ha caracterizado, mirando hacia el cielo, agradecí de nuevo al Hacedor de vidas por permitirme llegar a este nuevo aniversario con salud, actitud positiva, buena compañía familiar y lo más importante, tener como motivación de vida, un grupo de amigos incondicionales con quienes al comunicarme personalmente o por wasaps, hacemos que la vida sea más agradable y amena evocando aquellos gratos recuerdos de las cosas que nos hacían y nos hacen felices, amigos con quienes a veces he tenido diferencias por mi  modo de actuar, pensar o por la irreverencia con que  veo, digo o escribo las cosas, incidentes  que  no han sido obstáculos para que la amistad siga vigente.
Y precisamente a eso voy a referirme sucintamente  sin tratar de polemizar, herir susceptibilidades ni generar enemistades, simplemente voy a contar algunas de las cosas que hago para  haber llegado a esta edad, saludable, positivo,  con ganas de seguir viviendo, con la mamadera de gallo a flor de piel y buenos amigos  entre otros, como ingredientes principales para vencer una cantidad de enfermedades psicosomáticas que nos perturban la salud por estar pensando o haciendo maricadas   no aptas para la edad,  actitudes que si uno está dispuesto a obviarlas, rompiendo esquemas,  de seguro que mejorarán la calidad de vida, pero  si persiste  en permanecer en la misma monotonía, evitando el cambio, los he de ver arrastrando las patas, actuando y hablando como viejito y con la cerviz doblada así estén más jóvenes que yo.
Para obviar esa vejez prematura, lo importante es mantener la mente despierta, ser dinámico en muchos aspectos, sobre todo manejar, por lo menos lo básico de la tecnología para estar en contacto con la realidad mundial y no estar en casa como un ermitaño vegetando únicamente.  Manejar la picaresca para no tomarse la vida tan en serio, mantener un léxico apropiado para hacer amena una conversación sin tantos eufemismos, teniendo respuestas apropiadas  para cada pregunta, con miras a que no te compliquen la vida y eso es precisamente una de mis características al manejar e incluir en mis conversaciones el “Hijueputazo” palabra  tan común en el hablar paisa que ameniza un diálogo, a no ser que se use con otra connotación porque ahí sí, la cosa cambia. A raíz de ello,  cierta vez un amigo me preguntaba que yo por qué todo lo hablaba, era en base a “palabras” o groserías para ser más exactos.  Ante ésta inesperada pregunta,  mi respuesta inmediata fue: Y cuál es el hijueputa problema? respuesta ante la cual el amigo se rio alcanzando solo a decir - con vos no se puede – continuando  la conversación como si nada hubiese sucedido. Si a esto le agregamos una dosis de  chistes y buenas anécdotas, te aseguro que no sufrirás ni de gastritis, ni de estrés ni de enfermedades que te van a somatizar el cuerpo y por ende tu salud. Aleja de la edad la terquedad, porque si la tienes te comento, estás jodido, porque eso de llegar a adulto mayor: enfermo, pelao y terco, son tres factores que nos aseguran muerte prematura.
Otra de las cosas que hago y que favorecen   mi situación actual de salud, es la de no creer que porque ya soy un  adulto mayor, debo  actuar como tal, es decir,  debo andar como viejo, hablar como viejo y actuar como viejo si lo que rige nuestra vejez y es un concepto muy personal,  es la mente, así que soy adulto mayor pero actúo con una mente joven , actuar que para muchos puede ser ridícula, cosa que me importa una higa, para no  ser más displicente, porque como lo dijo algún anónimo, cuando se es viejo en la piel, hay que ser joven en la mente y en el alma, ya que para mí, lo que está  en juego no es lo que piensa la gente , sino mi  buena actitud ante la vida que eso es lo que nos mantiene con salud y vivos para resistir los pocos o muchos años que nos   quedan de vida, con dignidad y aunque ya uno esté enfermo, la calidad de vida es la que prima en donde la “prevención” está como primer factor para tratar de solventar cualquier eventualidad enfermiza  que atente contra nuestra salud.  
Es mucho el tiempo que ha transcurrido desde que nací,  adquiriendo cada día, experiencia y conocimiento que  me han forjado a ser quien soy, porque es ella, la experiencia, nombre con que bautizamos nuestros errores, la que nos lleva a  una buena madurez, en el tiempo y en la edad.
 Y a pesar de todo lo que me ha tocado ver, hacer y vivir, la nueva experiencia  que estamos viviendo de  esta pandemia ojalá irrepetible, no deja de ser una experiencia y una enseñanza más,   en donde la vida y la naturaleza nos llaman la atención cuando estamos atentando contra ellas y contra nosotros mismos.
Solo le pido a Dios un poco más de vida para seguir viendo los cambios que se están presentando por causa de esta humanidad inconsciente, indolente y estúpida quienes brindándole  tributo a  las banalidades terrenales están cambiando el orden del universo en donde ya la verdad puede ser controvertida, lo malo pasó a ser bueno, lo ilegal a ser legal, el bandido a ser honorable, entre otros cambios que se están dando en este disparatado mundo.
Realidad plasmada en ese famoso  tango llamado Cambalache escrito en 1934 por Discépolo, radiografía vigente para el mundo actual cuando asegura que ya a nadie le importa si uno nació honrado, pues hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso estafador, todo es igual, nada es mejor lo mismo un burro que un gran profesor, no hay aplazaos, ni escalafón los inmorales nos han igualado. Si uno vive en la impostura y otro hala en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. Ese tango viene al caso por la idolatría desmesurada que se está presentando  a su majestad don dinero,  en donde por él y por poder, parte de la humanidad representada en sus gobernantes, están acelerando la decadencia de la sociedad y lo trastocado que anda este mundo, lo cual puedo resumir en esta filosófica enseñanza protagonizada por la mentira y la verdad, actualizada para la época y para la ocasión: se encontraron la verdad y la mentira en un paisaje natural muy hermoso con un cristalino lago incluido. La mentira le comenta a la verdad que el día estaba estupendo para nadar en el lago, que  el agua estaba tibia y deliciosa.
Como las palabras procedían de la mentira, la verdad quiso comprobar la veracidad  de lo que decía y así lo hizo, luego introdujo sus pies en el lago dándose cuenta de su calidez, razón por la cual aceptó la invitación a nadar hecha  por parte de la mentira. Estando en la orilla procedieron a quitarse la ropa y nadar en las tibias aguas del lago. En un descuido de la verdad, la mentira se salió del lago y vistiéndose rápidamente con la ropa de la verdad huyó del lugar. Desde ese día mucha gente prefiere ver a la mentira vestida de verdad, que  la verdad desnuda.
Pudiera escribir muchas cosas más sobre el tema que me compete, pero debo de guardar  algo  para seguir contando dentro de un año, al cual llegaré  con la buena actitud, la positividad,  un toque de ejercicios,  el agradecimiento, el respeto, una buena compañía, buenas amistades, la ingesta de vez en cuando de un buen licor y lo más importante manteniendo  ocupada la mente para no pensar en guevonadas.
Dejo constancia que lo que hago y practico para mantenerme en forma, con el buen estado en que me encuentro, no son dogma de fe, pero que funcionan, funcionan y para muestra un botón.
¡Ah! y recuerda: “lo mejor para el estreñimiento mental, es cagarse de la risa”




Mayo 11 de 2020

Crónicas paisas 20
“Huelga UdeA 1969”

Para el año 1969 estudiaba en Ciencias y Humanidades de la UdeA,  en la nueva ciudad universitaria  situada en la calle  Barranquilla, bajo la dirección  del Dr Lucrecio Jaramillo Vélez como rector, quien recibió la universidad a la entrega por  parte del Dr Ignacio Vélez Escobar quien venía como Rector y gestor de este gran proyecto de la mano de la Misión Ford.
Vélez escobar,  en concordancia con el Ministro de Educación Dr Octavio Arismendi Posada  habían implementado el  llamado “Plan Básico de Educación”  con que se regía esta nueva ciudad universitaria  y plan que con sus autores a bordo, no estaban de acuerdo la mayoría el estudiantado.
Estos dos personajes con Lucrecio Jaramillo como Rector  fueron testigos de una de las huelgas estudiantiles más bélicas y duraderas  jamás presenciadas en el departamento, la cual me costó, junto con otros compañeros la expulsión de la universidad.
De esa protesta a la que voy a referirme sus principales causas fueron,  como lo dije anteriormente  el Plan Básico, implantado, la presencia de “los cuerpos de Paz” al interior de la UdeA considerados como “espías” y la supuesta gira de buena voluntad del gobernador de Nueva York Nelson Rockefeller.   recuerdo el motivo por la cual empezó, lo que si recuerdo es que esos paros casi  siempre los iniciaba la Universidad Nacional de Bogotá a quien la apoyada de inmediato la universidad de Antioquia con su Liceo Antioqueño a la cabeza,  el Politécnico Pascual Bravo, el colegio Marco Fidel Suárez  en Medellín y la Universidad Industrial de Santander. Posteriormente se iban uniendo más universidades y colegios hasta que ya se hacía una protesta generalizada nacional que ponía en aprietos al gobierno.  Cuando esos centros educativos paraban a nivel nacional, el problema era serio.
La protesta en mención se  refiere al asedio de que fue objeto toda una manzana en donde se encontraban   las instalaciones de Estudios Generales situadas en Bomboná con Girardot con Ayacucho durante más de una semana por parte del ejército ante la flaqueza de la policía que no pudo controlar una manifestación programada  por ese centro educativo pues que el furor y vandalismo del estudiantado  fue superior. El área controlada fue militarizada y declarada zona militar.  Todo comenzó cuando fuimos citados a la plazuela De San Ignacio sede de la antigua Universidad de Antioquia. Esa mañana los estudiantes por montones nos fuimos agolpando en dicho lugar, hora en que ya la belicosidad salía a flor de piel contra las autoridades que estaban en los alrededores de la plazuela cuya orden era  no dejarnos avanzar hacia el centro de la ciudad.
Allí empezaron las primeras escaramuzas las que se fueron extendiendo por toda el área  a medida que el tiempo avanzaba caracterizándose  cada vez por la fortaleza de las acciones pues ningún bando daba su brazo a torcer, fuertes explosiones, bombas lacrimógenas, bombas molotov, , desorden , algarabía se dejaban sentir. El caos era predominante, heridos, asfixiados, golpeados por el bolillo represivo eran los resultados, afortunadamente en esa época no existía el escuadrón del Esmad, ni las papas explosivas sino las cosas hubieran sido peor. Estos enfrentamientos eran casi en igualdad de condiciones pues la única defensa de la policía era un escudo y un casco de los cuales era muy fácil despojar cuando caían en manos de un comando estudiantil.
La batalla campal cogía más fuerza al llegar la tarde  razón por la cual llego el refuerzo del ejército que nos obligó a replegarnos hasta las instalaciones de Estudios Generales la cual desde ese momento se convirtió prácticamente nuestro cartel general. Allí ya se fueron formando, bajo las órdenes de estudiantes instruidos en cuestiones tácticas de enfrentamientos, grupos llamados “comandos” a quienes nos distribuían, según conocimiento, las  diversas actividades para la buena marcha del paro. Unos recogían agua para tomar y mitigar con trapos que nos cubrían el rostro, los efectos urticantes de los gases lacrimógenos,  otros hacían hogueras con muebles y pupitres para quemar los gases esparcidos en la atmósfera, otros llegaban con  potes con vaselina no sé salidos de donde para embadurnarnos el rostro y así evitar el escozor de los gases, Otros los encargados de conseguir comida, otros  de cuidar la puerta principal contra los policías que querían entrarse, y los más jóvenes y hábiles los que eran prácticamente los combatientes que salían por turnos a enfrentarse con las autoridades. Al llegar la noche iban llegando más estudiantes a reforzar los enfrentamientos, los cuales ya se hacían metódica y coordinadamente preparados desde el interior del recinto.
Una vez el comando interno estaba listo para entrar en acción en la calle el comando de  refuerzo ya estaba listo en el techo armado de tejas y bombas molotov para apoyarlos  y repeler el ataque de la policía contra ellos. Esas calles parecían  las de Beirut por los carros quemados y los incendios callejeros. Otra cosa que nos favorecía era  que en esa época los recintos estudiantiles eran sagrados y ninguna autoridad podía entrar. De ahí que los ataques se efectuaban  por tierra y desde los entejados a veces haciendo replegar a las fuerzas del orden o a veces ellos haciéndonos replegar hacia el interior de las instalaciones. Esa primera noche fue de plena acción, el único temor era que la autoridad abusando del poder se nos entrara a las instalaciones porque ahí la cosa podía ser desastrosa pues habíamos más de doscientos estudiantes dispuestos a no ceder.
Debido a que los enfrentamientos se hacían cada vez más feroces  y parecía no haber solución al paro ahí fue en donde las autoridades  con el beneplácito del rector decidieron militarizar toda la zona, dando un plazo prudente para los que quisieran salir lo hicieran sin represión alguna  ya que después de vencerse  el plazo nadie podía entrar ni salir so riesgo de ser detenido.
En vista de que se especulaba de la toma del recinto por parte del ejército muchos estudiantes abandonaron el lugar. Quedamos alrededor de unos cincuenta entusiastas dispuestos a seguir con nuestro cometido. Las escaramuzas seguían con menos frecuencia en el día y se acentuaban con más beligerancia en las noches.
Fue en uno de esos días cuando una mañana llego el rector  a las instalaciones de Estudios Generales con ánimos de  dialogar con el estudiantado y buscarle una solución al paro.
Como ya sabíamos de la debilidad de nuestro rector nos dijimos que sentáramos un precedente de que las cosas iban en serio razón  por la cual decidimos quemarle el carro Mercedes que tenía estacionado  a vario metros  de la entrada principal de la institución. Cuando salimos y la policía se dio cuenta de nuestras intenciones se dejó venir a repelernos, fue ahí cuando yo entre en acción prendiendo una bomba molotov la cual arroje estrellándola contra el carro haciendo un blanco perfecto lo que ocasionó su incendio de inmediato, de lo que no me di cuenta era que un fotógrafo había captado la escena, la cual apareció al otro día en la portada del periódico el Correo y me imagino que sirvió como prueba para mi expulsión. Ya la Cruz Roja había empezado a  hacer su labor humanitaria y nos surtía de alimentos y agua pues una de las estrategias de las autoridades fue cortarnos todos los servicios para ablandarnos cosa que no lograron.
Después de muchos días de enfrentamientos se permitió el acceso al interior del recinto universitario a una comisión representativa de la universidad y de las autoridades para poner fin al paro y poner ciertas condiciones entre las cuales estaba no tomar represalias judiciales contra los que nos encontrábamos allí. Después de un feliz acuerdo se dio por terminada esta protesta  que dejo un millonaria perdida sobre todo para la universidad pues las instalaciones quedaron semidestruidas. Después del retiro de la tropa de los alrededores del lugar salimos todos en bloque del interior del recinto,  parecíamos recién llegados de un campo de batalla por las condiciones en que nos encontrábamos de suciedad y aspecto físico eso sí, salimos como héroes por entre los aplausos de la multitud que se agolpaba a ver los enfrentamientos. Me imagino que autoridades camufladas de civil tomaron fotografías pues posteriormente la lista de los expulsados subió a más de diez.

Al saber la noticia de que había sido expulsado de la universidad en compañía del amigo Javier Castrillón entre otros. Me fui para Manizales a buscar cupo en la universidad de Caldas. Fue allí en donde me di cuenta de que la expulsión  era válida para no ser recibido en ninguna universidad del país.
Muchos de los compañeros expulsados se fueron para Santander a ingresar a la guerrilla del ELN que era la de tendencia izquierdista de la época.
Yo me dedique a buscar trabajo y aprovechar el tiempo sobre todo en cuanto a viajes o excursiones se refería y ahí fue en donde aproveche en hacer las excursiones  que relatare posteriormente en otras crónicas.


viernes, 8 de mayo de 2020


Mayo 07 de 2020
Crónicas paisas 19

                                                                 "Mis primeros trabajos"

Esta crónica en parte, es extraída de uno de los capítulos  del nuevo libro  titulado “Yo también tengo mi historia” libro autobiográfico que con un estilo parecido a “Hildebrando” del escritor Jorge Franco Vélez, estoy escribiendo.
Corresponde al capítulo “mis primeros trabajos” con los que inicié mi vida laboral en Medellín en una época económicamente difícil para unos pueblerinos llegados a una ciudad  en donde todo era nuevo para nosotros. Aquí lo más importante  fue que salimos del pueblo, llegamos a la ciudad, nos instalamos y empezamos la ardua tarea sobrevivir.
Mi primer trabajo, cuando era un chico imberbe que cursaba quinto de primaria en la escuela Francisco Antonio Zea situada cerca al parque del mismo nombre, fue en la zapatería de un amigo de la casa la cual se llamada “ Zapateria Muchilanga”  situada en Carabobo con La paz diagonal a la Panadería de las Palacios. Allí por el almuerzo y unas cuantas monedas, colaboraba como auxiliar de zapatería, trabajo que consistía  en martillar sobre una plancha apoyada  en mi muslo un pedazo de cuero curtido para adelgazarlo el que una vez adelgazado, servía para remontar la suela a los zapatos ya desgastados.
Por la tarde regresaba a mi casa con las piernas adoloridas por el golpeteo del martillo sobre unos huesos y músculos en formación. Mientras hacia las tareas, mi madre   me ponía paños de agua caliente con sal para aliviar el dolor.
Meses después y ya más formado físicamente, entré a trabajar como mensajero en una farmacia, trabajo que considero como mi primera experiencia laboral pues allí si devengaba un sueldo, que aunque no era el mejor de todos, si me servía para defenderme en mis gastos escolares pues  ya había entrado a estudiar primero en el Liceo Antioqueño. A esta farmacia llamada “Claret” que quedaba en Carabobo con La Paz diagonal al Teatro Olimpia, entré por recomendación de mi tía que trabajaba como contadora y era amiga del dueño, un señor adulto mayor de nombre Juan Crisóstomo Gómez, viejo mañoso, bebedor, mujeriego, avaro, huraño y otras cualidades muy comunes en las personas adultas de la época.
Presentado al dueño, fui admitido en el trabajo.
Para ejercer la nueva actividad como mensajero, Don Juan puso a mi disposición una vetusta bicicleta de las llamadas “cachonas” la cual recibí con desdén por su aspecto, pero  no habiendo más, había que empezar.
Al otro día después del mediodía, posterior a la salida de mi estudio mañanero, entré  a ejercer esta nueva experiencia laboral hasta las 7 pm.
Desde el primer pago, haciendo un esfuerzo y privándome de algunas compras necesarias, sacaba algo de dinero para  invertir en la refacción y   engallamiento de la bicicleta,  pues como era mi vehículo de trabajo, por mi seguridad, lo lógico era que estuviera en óptimas condiciones y fue así como poco a poco la pinte, le puse frenos y llantas nuevas, le acondicione pito y  le puse calcomanías, en resumen la deje como una uva.
Todo iba muy bien, pues aprendí a defenderme en localizar direcciones y evitar el tránsito vehicular en la ciudad entregando a tiempo los domicilios solicitados, hasta cierto día en que al ir a entregar un domicilio por los lados del estadio, me ocurrió este incidente. Como estaba lloviendo, tomé una capa para  defenderme de la lluvia,  la que puesta sobre los manubrios nos cubría del agua que caía por la parte delantera y también nos cubría la parte  trasera evitando que nos mojáramos  la ropa.
Para proteger  el pedido  de la lluvia lo introduje por entre la camisa y arranque lento pero seguro a la entrega del domicilio.  Cercano al sitio de entrega, con la lluvia amainada, al pasar por un puente me salió un individuo, que armado con cuchillo me amenazaba pidiéndome que le entregara la bicicleta, en el forcejeo me mando una cuchillada al estómago el que afortunadamente tenía cubierto con la capa y con los remedios los que impidieron que el arma penetrara en mi piel. En ese mismo instante pasaba un automóvil particular quien al ver la acción, detuvo su vehículo para ayudarme poniéndome a salvo del ladrón  quien puso pies en polvorosa, huyendo del sitio. Después del susto me revisé detenidamente observando la capa rota, lo mismo que la caja del remedio que llevaba por entre la camisa el cual amortiguó la entrada del  arma blanca. Agradeciéndole al salvador  su buena acción, tome la bicicleta y con la piernas  aún temblorosas, me devolví a la farmacia llevando tremendo susto a bordo, sin haber entregado el domicilio solicitado.
Al llegar le expliqué a mi tía y a don Juan sobre lo sucedido,  viejo prostático, quien después de escucharme,  montó en cólera por la no entrega del domicilio, ultrajándome de palabra y casi de acción.
Al ver esta actitud en donde le importó poco lo que me hubiese sucedido, dándole prioridad a su dinero, le expresé que hasta ese día trabajaba.
En forma grotesca le ordenó a mi tía hacerme la liquidación.
De inmediato le pregunté en buen tonito,  qué cuanto me iba a reconocer por las mejoras que de mi cuenta, le invertí a la bicicleta. Contestándome  que nadie me había autorizado a hacer esas mejores, que eso me pasaba por sapo y que por lo tanto no me iba a reconocer ni un peso. Dejándome con la respuesta en la boca, se entró  a su oficina y cerró la puerta. Esperé que mi tía me diera el dinero fruto de mi trabajo y después con la putería de Londoño pisoteado, respiré profundo y fui a la basura,  de donde saqué una sierrita de esas con que se aserraban los frasquitos de agua destilada para mezclar con los antibióticos y de inmediato empecé a raspar  con furia el marco de la bicicleta desvalijándola al mismo tiempo todo lo nuevo que le había invertido.  Mi tía miraba de soslayo pero no pronunciaba palabra ni me decía nada pues sabía de lo explosiva que era esa sangre Londoño.
Cuando don Juan salió de su oficina y vio lo que estaba haciendo, casi le da un infarto de la verraquera que hasta trato de agredirme, acción que esquive con mi agilidad juvenil, no sin antes coger a patadas los rines de la bicicleta dejándola vuelta mierda y retirándome con las palabras elocuentes  de paisa enfurecido: “Ahí le dejo la bicicleta tal como me la entregó viejo hijueputa miserable”.  Mi tía no lo podía creer.
Por la noche, cuando llegó,  yo estaba listo y preparado para responderle a cualquier comentario sobre el incidente, pero como que la olió porque no me dijo absolutamente nada. Creo que desde ese día la vena rebelde y revolucionaria ante la injusticia, empezó a manifestarse en mi humanidad. Posteriormente  entre a trabajar en la bomba Esso No 5, emporio de gratas experiencias.

viernes, 1 de mayo de 2020


  Mayo 01 de 2020
Crónicas paisas 18
“Chance Ilegal”

Esta nueva crónica versa sobre la época en que “el chance”, otra modalidad del rebusque económico para la época, era clandestino por su ilegalidad, razón por la cual era perseguido por las autoridades como el más ilegitimo de los trabajos.
Para nosotros, la Estación de servicio Esso No 5 era la que daba la pauta en la búsqueda de trabajo, por los contactos que se hacían a diario  en los servicios que allí se prestaban.
De ahí que 3 de los hermanos Londoño iniciamos contacto con los propietarios del juego en este caso los hermanos Manuel (El Doctor) y John Arcila y  Guillermo Ospina (Tominejo) con los cuales comenzamos a trabajar como vendedores. Posteriormente mis dos hermanos menores asumieron cargos de más responsabilidad directamente en la oficina, manejando el recibo del chance y el dinero producto de sus ventas.
Era un trabajo diario y nocturno de adrenalina pura, recibiendo los juegos y evitando  a las autoridades haciendo uso de todas la precauciones para no ser allanados ni detenidos, pues los famosos “Tiras” o detectives de la época pertenecientes a inspecciones de policía entre la que se encontraba la más famosa de todas por su movimiento como lo fue, la del bosque o permanencia del norte,  en donde trabajaban los agentes secretos  más temerarios, agresivos, abusadores y temidos por la ciudadanía y por el hampa antioqueña. Entre ellos, los más conocidos por sus sobrenombres fueron:   María Bonita, El Gago, Dos Patadas, El Ñato Montoya, Aldo, Pilatos, quienes  con  Absalón Vargas a la cabeza como Inspector, no daban su brazo a torcer al tratar de acabar con este ilegal negocio en una época en donde primaba más la necesidad, que el temor a la justicia.
Fueron gestores, pioneros y a la vez “planteros” en  el inicio de este ilegal negocio, importantes empresarios de Medellín entre quienes se encontraban: Los anteriores mencionados con quienes empezamos a trabajar  además de José Tapias, Tristán Ochoa, Argemiro Salazar, Carlos Uribe,  Jaime Cardona,  Agustín Vargas (Tim)  Fernán López y Gildardo Echeverry entre otros, quienes movían diariamente grandes cantidades de dinero  y daban trabajo a un buen número de personas, que se enrolaban al trabajo por recomendación de alguno de los que ya estaban en el negocio, esto  con el fin de evitar la infiltración de alguna autoridad. 
Todo marchaba muy bien operando en una oficina situada en el tercer piso de un edificio situado diagonal al edificio Miguel de Aguinaga (EPM) con entrada por Carabobo.
Allí desde las 5 pm empezaban las actividades de entrega de juegos con todas las precauciones del caso, pues a pesar de que  ciertas autoridades  recibían sueldo de la oficina, no faltaba quien tuviera ganas de hacer un allanamiento y detenernos en plena actividad.
El modus operandi para entrar a la oficina, era más o menos así: En la puerta principal del edificio que daba a la calle había un portero de confianza conocedor de la mayoría de vendedores, cuidado a su vez por otros dos personajes que permanecían merodeando cerca de él.
El vendedor se acercaba al portero, se identificaba y una vez verificada su identificación le permitían seguir a hacer entrega del juego. Una vez en el tercer piso, tocaba en clave  una puerta metálica de seguridad que cubría la entrada de la oficina, la cual se abría posterior al toque, entraba el interesado y se cerraba de nuevo. Ya allí había más vendedores entregando el juego. Mi hermano, al ser hombre de confianza se apersonó del negocio haciendo un trato con el patrón, que consistía en que si algún día los llegaran a allanar y detener , él se haría responsable del negocio como dueño de él, esto con el fin de proteger la identidad del “patrón”, acuerdo del que tuvieron conocimiento los empleados de confianza. Como allí en la oficina,  nunca hacían presencia  los patrones, los vendedores pensaban en realidad que mi hermano era el amo y señor del negocio.
Allí todo se manejaba con confianza, con un contador a la cabeza que hacia el cuadre todas las noches. No se salía de la oficina hasta que no jugaran las loterías de la noche y se supiera el resultado, esto con el fin de verificar los ganadores de cada noche y saber el monto de pérdida o ganancia  en cada juego,  dejar organizados los pagos para hacerlos efectivos al otro día a partir de las 10 am, premios que se entregaban al vendedor para que este a su vez, se los pagara al ganador. De ahí que había que trabajar con gente recomendada, honrada y de confianza para que no se fueran a perder con el dinero de los ganadores como muchas veces ocurrió. Así transcurrían las noches con la zozobra que el día menos pensado tocaran la puerta, abríamos y se nos entrara la autoridad  a hacernos un allanamiento.
Y así fue, llegó la inesperada noche. Un detective adscrito a la permanencia del Bosque,  apodado “ El Caimán”  vestido   de mujer y acompañado de 10 policías mas armados hasta los dientes, se infiltró como vendedora, neutralizando al portero y sus escoltas despejando la ruta para subir al tercer piso acompañado de los policías y en donde haciendo uso de la clave hizo abrir la puerta, la que al abrirse se escuchó el grito “todos contra la pared con las manos en alto”. En total habíamos 22 personas entre trabajadores de la oficina y vendedores los cuales cumplimos la orden sin protestar.
Al preguntar la autoridad por el responsable del negocio, mi hermano salió a asumir la responsabilidad adquirida con anterioridad. De inmediato se empezó a hacer el inventario de los bienes incautados en el allanamiento, en especial del dinero en efectivo y de los talonarios como pruebas del trabajo ilegal que estábamos ejerciendo.
Después de legalizar el allanamiento con un acta, y la toma de  fotografías  por parte de los periodistas, los 22 detenidos fuimos trasladados en una “bola” (carro policial) a la inspección del norte, en donde fuimos reseñados y trasladados a un calabozo con capacidad para máximo 10 personas  en donde nos introdujeron a los 22 que fuimos detenidos más 4 que se encontraban allí presos para un total de  26 personas hacinadas. Esa misma noche de la reclusión,  ocurrió allí una inolvidable anécdota: mi hermano estaba estrenando tenis esa noche, cuando entramos al calabozo uno de los detenidos que se encontraba allí, no sé si en estado de alicoramiento o de traba, sin pensarlo dos veces se encaminó hacia donde mi hermano diciéndole: “sabe qué hermano, a mí me gustaron sus pinrrieles (Zapatos) señalándole los tenis, comentario al que  mi hermano respondió de inmediato: “pero sabes qué hp, que a  mí no me gustaron los tuyos”  y se armó la pelea. Los otros tres entraron en defensa del amigo, pero como que no sabían contar, porque nosotros éramos 22 contra 3, que si no  los sacan en ese momento fueran cadáveres, pues la “aporreada” fue inolvidable. Esa noche pudimos dormir tranquilos porque todos los recluidos, éramos de la misma barra.
Al otro día muy temprano llamaron a mi hermano a declarar.
El formato de respuestas  ya estaba  previamente fabricado con unas contestaciones claras y precisas  y ensayadas sin ahondar en ninguna de ellas para  para evitar contradicciones que nos pudieran enredar. Así fuimos pasando a declarar cada uno de los responsables de la oficina, sin que tuviéramos ninguna contradicción.
Durante los tres días que estuvimos detenidos 22 desayunos, almuerzos y comidas nos llegaban a diario, supuestamente enviados de la casa.
En resumen: todos salimos al lunes siguiente a excepción de mi hermano, que fue enviado a La Ladera a purgar 6 meses de cárcel, sitio en donde afortunadamente no fue abandonado a su suerte y el respaldo por parte de sus patrones se dejó sentir en todas las buenas obras que se propuso realizar como fueron la de ser profesor, fundador, patrocinador con uniformes y balones y director técnico de un equipo de fútbol.
A los 4 meses un decreto presidencial derogó  la medida por la cual fue detenido, saliendo de inmediato de prisión todos los presos por esta infracción.
Posteriormente fue reintegrado al trabajo con las dádivas a que dieron lugar, el hecho de haberle cuidado la espalda a los patrones.
Y a mí me quedó la experiencia de haber sido ese el único carcelazo que he pagado en mi vida y todo, por el hecho de estar rebuscándome una moneda.