lunes, 25 de mayo de 2020


Mayo 25 de 2020

Guerra a la polilla 1

La finalidad en mi nombramiento  como  gerente de la empresa aérea era la de imponer autoridad y control ante un gremio que debido a la situación, la estaban desangrando.
Ante ese reto, la única condición que puse para asumir el puesto fue que me apoyaran en todos los correctivos que se irían a tomar, que sin abusar de mi autoridad y con la anuencia de los socios, se tomarían para procurar sacar la empresa adelante.
Con esa condición a mi favor asumí el reto y fue así como en el primer día en una reunión efectuada en los hangares con todo el personal, luego de la presentación que me hizo uno de los socios, para entrar en confianza y romper el hielo les conté de entrada, un chiste muy  de acorde a la situación y con miras a sentar un precedente el cual narré así: “Resulta que una vez,  hubo un cambio de comandante en una guarnición militar, como aquí en este caso, cambio de gerente. Cuando el comandante saliente presentó al nuevo comandante entrante, éste, dirigiéndose a sus subalternos con una voz suave y melodiosa les dijo: mis queridos soldados, es para mí satisfactorio asumir el comando de esta guarnición la cual me fue adscrita. Entre la fila se escuchó el comentario de un soldado quien dijo: híjole al marica nos mandaron. El comandante entrante alcanzó a escuchar el comentario y de inmediato preguntó: disculpen quien dijo que yo era marica. Pregunta ante la cual un soldado poniéndose firmes y con fuerte voz varonil  respondió: yo mi coronel. De inmediato el coronel ordenó: fusilen este hp.
Este cuento viene al caso no para imponer terrorismo sino para dejar muy en claro que soy el gerente más amigable, dicharachero, cuenta chistes   y buen amigo que ustedes van a conocer, pero eso sí,  implacable ante una injusticia, infracción, violación a los reglamentos de la empresa,  abuso de confianza y todas aquellas cosas que atenten contra la buena marcha o el buen nombre de ella.
Y esta advertencia va especialmente para los pilotos a los cuales les aclaro que esta es una empresa particular, no militar. De aquí no tienen que ir a ninguna parte porque alguien se los ordena, de aquí solo saldrán a cumplir con los itinerarios de las rutas asignadas por la Aerocivil siempre y cuando la aeronave este habilitada para hacerlo y las condiciones meteorológicas así lo permitan. No lo piensen dos veces si se tienen que devolver al sitio de origen por mal tiempo, nuestra consigna será, no causar tragedias por negligencia nuestra.
Todos se miraban entre si pues no esperaban de entrada una advertencia de esa categoría.
 Después  de varias recomendaciones, preguntas, respuestas y sugerencias, los empleados  se retiraron a sus respectivos oficios.
Desde ese día, empecé a desarrollar planes y correctivos como en una cacería de brujas, tratando de detectar las fallas por las cuales la empresa no marchaba  como era lo debido.
Yo llegaba temprano todos los días limitándome a recorrer  las instalaciones, el hangar, observando y preguntando sobre los diferentes movimientos que se presentaban a diario, tomando atenta nota de ellos.
Así pasé el primer mes de trabajo, adquiriendo conocimiento sobre la empresa, sin tomar ninguna medida. Solo me limitaba a observar y preguntar.
La primera inquietud que tuve era el porqué de las frecuentes caídas de aviones, posterior al despegue, sobre la cabecera de la pista, aviones que casi siempre eran  del tipo DC-3, con saldo trágico de muertos, heridos y millonarias pérdidas para las empresas?
En mis  indagaciones preliminares  pudo averiguar que la mayoría de estos accidentes se producían por el sobrepeso de las mercancías transportadas que sobrepasaban  el peso autorizado, contravención que con la anuencia de los despachadores del vuelo y los controladores de la Aero civil les era permitido  luego del pago de una cuota reglamentada, sobrepeso con el cual los despachadores, pilotos y auxiliares de vuelo se ganaban unas extras en dinero, sin que la gerencia de la empresa supiera del negocio entre ellos, infracción que se conocía con el nombre de “Polilla”
Averigüé además que los DC-3 tienen por fabricación, una capacidad de carga de tres mil kilos cuando se trata de vuelo de carga y que cuando trasporta pasajeros su capacidad es de 24 personas con sus equipajes normales  y aprendí  que  si un avión va sobrecargado y logra despegar, aunque se demora para el ascenso  puede llegar a su lugar de destino, pero si infortunadamente se le va un motor en el despegue, planea más un piano de cola, pues de inmediato se precipita a tierra, cosa que no le sucede si va con su rango normal de carga, que ante esta emergencia, con un solo motor puede sortear la situación,  dar la vuelta y aterrizar.
Ya con estos conocimientos empecé a actuar y fue así como un día cualquiera, madrugué a las 5 am, cosa que nunca hacía,  a presenciar el despacho del primer avión que todos los días salía a las 6 am hacia Miraflores epicentro cocalero situado en la selva del Guaviare adonde volaban los aviones transportando víveres y mercancías autorizados por la Aerocivil, previa requisa por las autoridades correspondientes.
Cuando   llegué las instalaciones y empecé a recorrer los hangares, noté cierto nerviosismo en alguno de los despachadores y coteros sobre todo cuando me acerqué al avión que estaba listo para salir  a cumplir el vuelo chárter.
Buenos días, -saludé - Saludo que fue contestado por los coteros que estaban cargando el avión.
Este avión para dónde sale? -
Para Miraflores, respondieron -
Quien es el fletador de la carga?
El subgerente -
Ok  y subiéndome  al avión le pasé revista ocular a la carga a bordo, la cual me pareció demasiada.
De inmediato ordené bajarla  para  pesarla  personalmente.
Cuando escucharon esta orden, el nerviosismo afloró más en los cargadores.
Pero señor gerente el avión ya está listo y ya casi es la hora de salida - respondió uno de los trabajadores –
Y cuál es el problema?  -respondí-
Vuelvo y repito  es una orden, me bajan toda la carga que yo personalmente la voy a pesar.
A regañadientes empezaron  el descargue del avión.
Cuando ya estuvo en tierra toda la carga  empecé la pesada y al finalizar, preciso:  El avión iba con 4500 kilos de carga o sea 1500 kilos de sobrepeso.
De inmediato ordené que el avión quedaba  en tierra y que no salía hacia su destino.
Me encerré en mi oficina a esperar el arribo  a las instalaciones de segundo hombre  de confianza de la empresa.
Cuando llegó el subgerente, fue advertido del incidente porque así era como operaban las cosas cubriéndose entre ellos mismos.
De inmediato se dirigió a la oficina de la gerencia en donde me encontraba  esperándolo y cuyo saludo sin protocolo fue: usted si es un hp, como es posible que siendo el segundo hombre de confianza haga una maricada de esas, así es como vamos a organizar la empresa si todo el mundo está con esa mentalidad de darnos en la cabeza y sacarle el mejor provecho a toda operación,  no importando el riesgo  que  pueda acarrear o el accidente que pueda  generar? 
Qué explicación tiene al respecto? 
El subgerente permaneció cabizbajo en silencio ante la pregunta, pero la respuesta era lógica: a más carga más ganancia para el remitente,  porque el vuelo se pagaba por el chárter no por los kilos transportados.
Para sentar un precedente, de entrada  le ordené que recogiera la carga y la enviara por otra empresa que por ahí no se la iba a transportar y segundo que me presentara la carta de renuncia para no echarlo como un perro y que así por lo menos, saliera por la puerta grande.
Acongojado el subgerente salió a cumplir la orden.
Acto seguido,   le ordené a la secretaria que le llamara a la oficina al despachador y los dos coteros que habían cargado el avión.
Cuando arribaron  a la oficina sin mucho preámbulo les dije: pasen de inmediato donde  el contador para que les haga la liquidación pues quedan despedidos, ustedes saben el motivo  porque ya estaban advertidos.
Ante este precedente la cosa se tornó más seria en la empresa, se hablaba de la rigidez  y toma de decisiones  tan estrictas por parte mía, lo cual no fue motivo de susto para que siguieran cometiendo infracciones, pues la corrupción ya estaba arraigada y si se quería hacer una buena labor había que cortarla de tajo y actuar con mano férrea.
Ese mismo día le informé a uno de los  socios sobre lo sucedido con el subgerente y la decisión que había tomado. Esta primera decisión  lo tomó por sorpresa pues nunca pensó  de la rigidez de las decisiones  tomadas por mí.
Ante este incidente el socio me comentó: Hombre ahí si veo como jodida la situación, pues este señor que acabas de despedir es hombre de confianza recomendado por otro de mis socios, al cual no podíamos echar.
De confianza también lo creía yo, respondí, pero vea lo que hizo arriesgando el patrimonio de la empresa, él que tenía que dar ejemplo. Así que yo creo que este  es un buen motivo para que los demás se den cuenta que la cosa es en serio y que vamos a ser implacables ante cualquier infracción que cometan.
Me pidió que reconsiderara la decisión, petición ante la que fui muy explícito en contestarle: acuérdese que lo primero que le pedí a usted  como única condición antes de asumir esta gerencia, era su respaldo para con las decisiones que yo tomara a fin de  sanear las anomalías que se vienen presentando.
Así que le pido el favor que me apoye en esta decisión que aunque es muy estricta va a dejar mucho que pensar a  aquellos que la vienen  embarrando. De no ser así y no es ninguna presión, yo renuncio.
Ante esta determinación al socio no le quedó más remedio que decir que me apoyaba y que él se encargaría de hablar con el otro  socio respecto a la despedida del subgerente.
Para no ser muy extenso en mis escritos y no cansarlos, en la próxima crónica les narraré los métodos utilizados por los usuarios para tratar, como se dice coloquialmente, de “golear” a la empresa.



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