martes, 19 de mayo de 2020


Mayo 11 de 2020

Crónicas paisas 20
“Huelga UdeA 1969”

Para el año 1969 estudiaba en Ciencias y Humanidades de la UdeA,  en la nueva ciudad universitaria  situada en la calle  Barranquilla, bajo la dirección  del Dr Lucrecio Jaramillo Vélez como rector, quien recibió la universidad a la entrega por  parte del Dr Ignacio Vélez Escobar quien venía como Rector y gestor de este gran proyecto de la mano de la Misión Ford.
Vélez escobar,  en concordancia con el Ministro de Educación Dr Octavio Arismendi Posada  habían implementado el  llamado “Plan Básico de Educación”  con que se regía esta nueva ciudad universitaria  y plan que con sus autores a bordo, no estaban de acuerdo la mayoría el estudiantado.
Estos dos personajes con Lucrecio Jaramillo como Rector  fueron testigos de una de las huelgas estudiantiles más bélicas y duraderas  jamás presenciadas en el departamento, la cual me costó, junto con otros compañeros la expulsión de la universidad.
De esa protesta a la que voy a referirme sus principales causas fueron,  como lo dije anteriormente  el Plan Básico, implantado, la presencia de “los cuerpos de Paz” al interior de la UdeA considerados como “espías” y la supuesta gira de buena voluntad del gobernador de Nueva York Nelson Rockefeller.   recuerdo el motivo por la cual empezó, lo que si recuerdo es que esos paros casi  siempre los iniciaba la Universidad Nacional de Bogotá a quien la apoyada de inmediato la universidad de Antioquia con su Liceo Antioqueño a la cabeza,  el Politécnico Pascual Bravo, el colegio Marco Fidel Suárez  en Medellín y la Universidad Industrial de Santander. Posteriormente se iban uniendo más universidades y colegios hasta que ya se hacía una protesta generalizada nacional que ponía en aprietos al gobierno.  Cuando esos centros educativos paraban a nivel nacional, el problema era serio.
La protesta en mención se  refiere al asedio de que fue objeto toda una manzana en donde se encontraban   las instalaciones de Estudios Generales situadas en Bomboná con Girardot con Ayacucho durante más de una semana por parte del ejército ante la flaqueza de la policía que no pudo controlar una manifestación programada  por ese centro educativo pues que el furor y vandalismo del estudiantado  fue superior. El área controlada fue militarizada y declarada zona militar.  Todo comenzó cuando fuimos citados a la plazuela De San Ignacio sede de la antigua Universidad de Antioquia. Esa mañana los estudiantes por montones nos fuimos agolpando en dicho lugar, hora en que ya la belicosidad salía a flor de piel contra las autoridades que estaban en los alrededores de la plazuela cuya orden era  no dejarnos avanzar hacia el centro de la ciudad.
Allí empezaron las primeras escaramuzas las que se fueron extendiendo por toda el área  a medida que el tiempo avanzaba caracterizándose  cada vez por la fortaleza de las acciones pues ningún bando daba su brazo a torcer, fuertes explosiones, bombas lacrimógenas, bombas molotov, , desorden , algarabía se dejaban sentir. El caos era predominante, heridos, asfixiados, golpeados por el bolillo represivo eran los resultados, afortunadamente en esa época no existía el escuadrón del Esmad, ni las papas explosivas sino las cosas hubieran sido peor. Estos enfrentamientos eran casi en igualdad de condiciones pues la única defensa de la policía era un escudo y un casco de los cuales era muy fácil despojar cuando caían en manos de un comando estudiantil.
La batalla campal cogía más fuerza al llegar la tarde  razón por la cual llego el refuerzo del ejército que nos obligó a replegarnos hasta las instalaciones de Estudios Generales la cual desde ese momento se convirtió prácticamente nuestro cartel general. Allí ya se fueron formando, bajo las órdenes de estudiantes instruidos en cuestiones tácticas de enfrentamientos, grupos llamados “comandos” a quienes nos distribuían, según conocimiento, las  diversas actividades para la buena marcha del paro. Unos recogían agua para tomar y mitigar con trapos que nos cubrían el rostro, los efectos urticantes de los gases lacrimógenos,  otros hacían hogueras con muebles y pupitres para quemar los gases esparcidos en la atmósfera, otros llegaban con  potes con vaselina no sé salidos de donde para embadurnarnos el rostro y así evitar el escozor de los gases, Otros los encargados de conseguir comida, otros  de cuidar la puerta principal contra los policías que querían entrarse, y los más jóvenes y hábiles los que eran prácticamente los combatientes que salían por turnos a enfrentarse con las autoridades. Al llegar la noche iban llegando más estudiantes a reforzar los enfrentamientos, los cuales ya se hacían metódica y coordinadamente preparados desde el interior del recinto.
Una vez el comando interno estaba listo para entrar en acción en la calle el comando de  refuerzo ya estaba listo en el techo armado de tejas y bombas molotov para apoyarlos  y repeler el ataque de la policía contra ellos. Esas calles parecían  las de Beirut por los carros quemados y los incendios callejeros. Otra cosa que nos favorecía era  que en esa época los recintos estudiantiles eran sagrados y ninguna autoridad podía entrar. De ahí que los ataques se efectuaban  por tierra y desde los entejados a veces haciendo replegar a las fuerzas del orden o a veces ellos haciéndonos replegar hacia el interior de las instalaciones. Esa primera noche fue de plena acción, el único temor era que la autoridad abusando del poder se nos entrara a las instalaciones porque ahí la cosa podía ser desastrosa pues habíamos más de doscientos estudiantes dispuestos a no ceder.
Debido a que los enfrentamientos se hacían cada vez más feroces  y parecía no haber solución al paro ahí fue en donde las autoridades  con el beneplácito del rector decidieron militarizar toda la zona, dando un plazo prudente para los que quisieran salir lo hicieran sin represión alguna  ya que después de vencerse  el plazo nadie podía entrar ni salir so riesgo de ser detenido.
En vista de que se especulaba de la toma del recinto por parte del ejército muchos estudiantes abandonaron el lugar. Quedamos alrededor de unos cincuenta entusiastas dispuestos a seguir con nuestro cometido. Las escaramuzas seguían con menos frecuencia en el día y se acentuaban con más beligerancia en las noches.
Fue en uno de esos días cuando una mañana llego el rector  a las instalaciones de Estudios Generales con ánimos de  dialogar con el estudiantado y buscarle una solución al paro.
Como ya sabíamos de la debilidad de nuestro rector nos dijimos que sentáramos un precedente de que las cosas iban en serio razón  por la cual decidimos quemarle el carro Mercedes que tenía estacionado  a vario metros  de la entrada principal de la institución. Cuando salimos y la policía se dio cuenta de nuestras intenciones se dejó venir a repelernos, fue ahí cuando yo entre en acción prendiendo una bomba molotov la cual arroje estrellándola contra el carro haciendo un blanco perfecto lo que ocasionó su incendio de inmediato, de lo que no me di cuenta era que un fotógrafo había captado la escena, la cual apareció al otro día en la portada del periódico el Correo y me imagino que sirvió como prueba para mi expulsión. Ya la Cruz Roja había empezado a  hacer su labor humanitaria y nos surtía de alimentos y agua pues una de las estrategias de las autoridades fue cortarnos todos los servicios para ablandarnos cosa que no lograron.
Después de muchos días de enfrentamientos se permitió el acceso al interior del recinto universitario a una comisión representativa de la universidad y de las autoridades para poner fin al paro y poner ciertas condiciones entre las cuales estaba no tomar represalias judiciales contra los que nos encontrábamos allí. Después de un feliz acuerdo se dio por terminada esta protesta  que dejo un millonaria perdida sobre todo para la universidad pues las instalaciones quedaron semidestruidas. Después del retiro de la tropa de los alrededores del lugar salimos todos en bloque del interior del recinto,  parecíamos recién llegados de un campo de batalla por las condiciones en que nos encontrábamos de suciedad y aspecto físico eso sí, salimos como héroes por entre los aplausos de la multitud que se agolpaba a ver los enfrentamientos. Me imagino que autoridades camufladas de civil tomaron fotografías pues posteriormente la lista de los expulsados subió a más de diez.

Al saber la noticia de que había sido expulsado de la universidad en compañía del amigo Javier Castrillón entre otros. Me fui para Manizales a buscar cupo en la universidad de Caldas. Fue allí en donde me di cuenta de que la expulsión  era válida para no ser recibido en ninguna universidad del país.
Muchos de los compañeros expulsados se fueron para Santander a ingresar a la guerrilla del ELN que era la de tendencia izquierdista de la época.
Yo me dedique a buscar trabajo y aprovechar el tiempo sobre todo en cuanto a viajes o excursiones se refería y ahí fue en donde aproveche en hacer las excursiones  que relatare posteriormente en otras crónicas.


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