Julio 20 de 2016
Crónica leticiana No
77
“Primera feria ganadera y equina en el Amazonas”
A raíz de las festividades de San pedro y San
Pablo y las de la Confraternidad
Amazónica que acaban de transcurrir en Leticia
capital del departamento del Amazonas, viene a mi memoria una fiesta que
tuvo gran trascendencia en la ciudad por ser la primera y última vez que se
celebró llamada’ “Feria ganadera y equina del Amazonas” que se realizó en el
mes de junio de 1980.
Para esa época todavía estaba en
su apogeo la bonanza cocalera en todo el territorio nacional y principalmente
en la ciudad como puerta de entrada a tan lucrativo negocio.
La visita a la ciudad de
reconocidos “emergentes” no era para
nadie ni para las autoridades desconocida, personajes entre los que podemos mencionar a los
hermanos Ochoa, el mexicano, Jairo
Caballo y otros tantos al servicio del
Cartel de Medellín y de Cali, quienes eran acolitados por personajes nativos y
vivientes en la región de quienes no mencionaré sus nombres, pues ellos saben
quiénes son, para no perjudicarlos tanto a ellos como a sus familiares que
ahora son honorables políticos o grandes empresarios y no quiero que resurjan señalamientos, que
aunque posiblemente sean verdaderos, no me corresponde a mi hacerlos.
Pues bien, cierto día en una de
las tradicionales bebetas que estos personajes hacían en diferentes sitios
conocidos de la ciudad, lanzaron la proposición de por qué no hacer una feria
que tuviera trascendencia y resonancia histórica en el pueblo, para lo cual
consultaron con un amigo manejador, para la época, de la colonia costeña en la
región, manifestándole que había la disponibilidad monetaria para hacerla y que necesitaban de un organizador para que
se encargara de la parafernalia del evento.
A mi amigo le sonó el reto y aceptó, razón por la cual lo
nombraron presidente del evento.
Entre trago y trago
nombraron la junta directiva de la feria
y todos los pormenores de lo que se quería realizar.
Infortunadamente no recuerdo los
días de su realización pero sé que a partir del nombramiento del presidente de
la feria empezaron los preparativos, razón por la cual el presidente viajo a
Bogotá y la costa a hacer los contactos con los artistas que animarían la fiesta.
Fue así como se contrató a la
orquesta de Pacho Galán Jr, un conjunto vallenato, a Rafael Escalona quien vino
con su propio conjunto, y a Beto
Martínez, los cuales se presentarían en el Club Social de la época el Casino de
Oficiales de la Armada Nacional.
Los corrales para la exhibición
ganadera serían en el lote contiguo a Navenal el cual se acondicionó para el
evento, los corrales para los equinos estarían situados en el lote propiedad de
Mariaca enseguida de su restaurante cerca de la frontera con Brasil.
Aviones tipo Curtis empezaron a
llegar a Leticia con caballos de paso traídos de Bogotá y Medellín.
Era una fiesta de los
“emergentes” al pueblo leticiano con anuencia de las autoridades.
A los ganaderos de la región se
les extendió la invitación a participar en la feria con sus ejemplares y aunque
la ganadería apenas se iniciaba en la región resultaren ejemplares para exhibir
y competir.
A partir de la llegada de los
caballos se empezó a sentir la fiesta en el pueblo, ya que después de su
arribo, la avenida Internacional se convirtió en una sola rumba. Música a todo
volumen, cabalgatas, en donde los “duros” exhibían sus mejores ejemplares,
licor por doquier, peleas de gallos en la famosa gallera “Gallo Giro” en donde
se mezclaban los emergentes con la crema y nata de la sociedad amazonense. Allí
se disputaban grandes sumas de dinero y el whisky “Chivas Royal Salute” se
bebía como agua, aparte del dinero que se veía
en cantidades alarmantes
Por la noche la rumba era en el
apostadero y en varias casetas populares
instaladas en lugares estratégicos.
Fue en esta feria en donde
surgieron dos hechos inolvidables: el
primero ocurrido con sor Adiela Gil a
quien apodamos Sor Metralla pues todo
disparo que le hacía a los visitantes era por plata para sus obras de
beneficencia anécdota que conté detalladamente en su crónica.
La monja era muy querida por
todos estos manejadores del negocio ilícito a quien le ayudaban con dinero para
su obra que consistía en hacer casitas para los pobres.
Pues bien después de una
cabalgata por el pueblo los
participantes se encontraban bebiendo en la cafetería del Hotel Anaconda cuando
paso la monjita viendo la oportunidad de recoger algunos pesos para sus
obras. La monja se acercó a la mesa en donde sus conocidos estaban departiendo,
quienes la recibieron con aplausos. Como ya sabían el motivo del arribo de la
monja a la mesa todos se pusieron de acuerdo en que le ayudaban siempre y
cuando ella se tomara un trago de aguardiente.
Ni corta ni perezosa como buena paisa de raca mandaca, con disimulo se
ingirió el trago tras los aplausos de la mesa.
Acto seguido, un emergente para
no pasar desapercibido ante los amigos le regaló a la monja el caballo de paso
que estaba montando, regalo que la monja aceptó pues sabia de su valor y lo que
representaba para sus obras. Como vieron que ese regalo sería un problema o
encarte para la monja resolvieron cambiárselo por una moto y dinero en
efectivo. Por algunos días la monja disfrutó de la moto pero luego fue reprendida por su superiora
por el mal ejemplo que según ella, daba a la comunidad. De inmediato, la monja
se fue a hablar con sus benefactores, les expuso la problemática y le solucionaron el problema cambiándole la moto
por una bicicleta y dinero en efectivo, transacción con la que todos quedaron
contentos sobre todo la monja que quedó con bicicleta y dinero en efectivo para
sus obras. Desde ese día la bicicleta fue su compañera inseparable.
Al darse cuenta la comunidad de
la fuente de financiación para sus obras la monjita fue trasladada a Barranquilla en donde murió y todo ello por hacer buenas obras con dinero
del narcotráfico.
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