sábado, 20 de abril de 2019


Julio 20 de 2016

Crónica leticiana No 77

“Primera feria ganadera y equina en el Amazonas”


A raíz  de las festividades de San pedro y San Pablo  y las de la Confraternidad Amazónica que acaban de transcurrir en Leticia  capital del departamento del Amazonas, viene a mi memoria una fiesta que tuvo gran trascendencia en la ciudad por ser la primera y última vez que se celebró llamada’ “Feria ganadera y equina del Amazonas” que se realizó en el mes de junio de 1980.
Para esa época todavía estaba en su apogeo la bonanza cocalera en todo el territorio nacional y principalmente en la ciudad como puerta de entrada a tan lucrativo negocio.
La visita a la ciudad de reconocidos  “emergentes” no era para nadie ni para las autoridades desconocida, personajes  entre los que podemos mencionar a los hermanos Ochoa,  el mexicano, Jairo Caballo  y otros tantos al servicio del Cartel de Medellín y de Cali, quienes eran acolitados por personajes nativos y vivientes en la región de quienes no mencionaré sus nombres, pues ellos saben quiénes son, para no perjudicarlos tanto a ellos como a sus familiares que ahora son honorables políticos o grandes empresarios   y no quiero que resurjan señalamientos, que aunque posiblemente sean verdaderos, no me corresponde a mi hacerlos.
Pues bien, cierto día en una de las tradicionales bebetas que estos personajes hacían en diferentes sitios conocidos de la ciudad, lanzaron la proposición de por qué no hacer una feria que tuviera trascendencia y resonancia histórica en el pueblo, para lo cual consultaron con un amigo manejador, para la época, de la colonia costeña en la región, manifestándole que había la disponibilidad monetaria para hacerla  y que necesitaban de un organizador para que se encargara de la parafernalia del evento.
 A mi amigo le sonó  el reto y aceptó, razón por la cual lo nombraron presidente del evento.
Entre trago y trago nombraron  la junta directiva de la feria y todos los pormenores de lo que se quería realizar.
Infortunadamente no recuerdo los días de su realización pero sé que a partir del nombramiento del presidente de la feria empezaron los preparativos, razón por la cual el presidente viajo a Bogotá y la costa a hacer los contactos con los artistas que animarían   la fiesta.
Fue así como se contrató a la orquesta de Pacho Galán Jr, un conjunto vallenato, a Rafael Escalona quien vino con su propio conjunto,  y a Beto Martínez, los cuales se presentarían en el Club Social de la época el Casino de Oficiales de la Armada Nacional.
Los corrales para la exhibición ganadera serían en el lote contiguo a Navenal el cual se acondicionó para el evento, los corrales para los equinos estarían situados en el lote propiedad de Mariaca enseguida de su restaurante cerca de la frontera con Brasil.
Aviones tipo Curtis empezaron a llegar a Leticia con caballos de paso traídos de Bogotá y Medellín.
Era una fiesta de los “emergentes” al pueblo leticiano con anuencia de las autoridades.
A los ganaderos de la región se les extendió la invitación a participar en la feria con sus ejemplares y aunque la ganadería apenas se iniciaba en la región resultaren ejemplares para exhibir y competir.
A partir de la llegada de los caballos se empezó a sentir la fiesta en el pueblo, ya que después de su arribo, la avenida Internacional se convirtió en una sola rumba. Música a todo volumen, cabalgatas, en donde los “duros” exhibían sus mejores ejemplares, licor por doquier, peleas de gallos en la famosa gallera “Gallo Giro” en donde se mezclaban los emergentes con la crema y nata de la sociedad amazonense. Allí se disputaban grandes sumas de dinero y el whisky “Chivas Royal Salute” se bebía como agua, aparte del dinero que se veía  en cantidades alarmantes
Por la noche la rumba era en el apostadero y en  varias casetas populares instaladas en lugares estratégicos.
Fue en esta feria en donde surgieron dos  hechos inolvidables: el primero ocurrido con sor Adiela Gil  a quien apodamos Sor Metralla  pues todo disparo que le hacía a los visitantes era por plata para sus obras de beneficencia anécdota que conté detalladamente en su crónica.
La monja era muy querida por todos estos manejadores del negocio ilícito a quien le ayudaban con dinero para su obra que consistía en hacer casitas para los pobres.
Pues bien después de una cabalgata por el pueblo  los participantes se encontraban bebiendo en la cafetería del Hotel Anaconda cuando paso la monjita viendo la oportunidad de recoger algunos pesos para sus obras.  La monja se acercó a la mesa  en donde sus conocidos estaban departiendo, quienes la recibieron con aplausos. Como ya sabían el motivo del arribo de la monja a la mesa todos se pusieron de acuerdo en que le ayudaban siempre y cuando ella se tomara un trago de aguardiente.  Ni corta ni perezosa como buena paisa de raca mandaca, con disimulo se ingirió el trago tras los aplausos de la mesa.
Acto seguido, un emergente para no pasar desapercibido ante los amigos le regaló a la monja el caballo de paso que estaba montando, regalo que la monja aceptó pues sabia de su valor y lo que representaba para sus obras. Como vieron que ese regalo sería un problema o encarte para la monja resolvieron cambiárselo por una moto y dinero en efectivo. Por algunos días la monja disfrutó de la moto  pero luego fue reprendida por su superiora por el mal ejemplo que según ella, daba a la comunidad. De inmediato, la monja se fue a hablar con sus benefactores, les expuso la problemática y le  solucionaron el problema cambiándole la moto por una bicicleta y dinero en efectivo, transacción con la que todos quedaron contentos sobre todo la monja que quedó con bicicleta y dinero en efectivo para sus obras. Desde ese día la bicicleta fue su compañera inseparable.
Al darse cuenta la comunidad de la fuente de financiación para sus obras la monjita fue  trasladada a Barranquilla en donde murió  y todo ello por hacer buenas obras con dinero del narcotráfico.

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