Julio 26 de 2018
“55 años de amistad”
Fue para el año 1962 y posteriores, cuando con mis compañeros
aquí presentes tuvimos la oportunidad de entrar a estudiar en el liceo
Antioqueño de la Universidad de Antioquia a iniciar nuestro bachillerato.
Fue una vida normal de estudiantes en donde nos conocimos,
compartíamos momentos de juventud, estudio y alegría que se reflejaba en los
recreos, sitio en donde se iban conformando grupos muy afines en su comportamiento, ideales y
clase social, no siendo nosotros la
excepción.
Sin querer queriendo como decía el Chavo el inicio de nuestra
amistad no fue casual pues esa coincidencia de que todos nuestros nombres
empezaran por la letra J tuvo algo en
particular, pues a partir de esos años de estudio se fue cohesionando esa logia
fraternal, que aún perdura, conformada
por las jotas iniciales: Javier Aguirre, Jorge León Gómez, Javier Londoño y
Juan Fernando Duque. Posteriormente se integró al combo Jaime Rodríguez Santamaría el único con
pedigrí pues era hijo de los Rodríguez y los Santamarías ricos de Medellín, naciendo
desde ese entonces la barra denominada
Las 5 Jotas.
No había sitio, espectáculo o invitación en donde no
estuviéramos presentes y unidos.
Si relatáramos las
diferentes aventuras y pilatunas compartidas durante esos años hasta hoy, daría
para escribir un betseller.
Por eso hoy quiero recordar algo de ellas de alguna
significación como por ejemplo, cuando
en plan de recocha y más pelaos que un preso en el baño nos desplazábamos al barrio Lovaina epicentro
de prostitución de la ciudad con ánimos de tomarnos una cerveza y darle de
comer al ojo como se dice literalmente observando las chicas que allí
elaboraban ya que el presupuesto económico
que manejábamos como estudiantes no nos daba ni para cogerle las mano a las
damiselas.
Lo que si aprovechábamos era la amistad, que en nada nos
comprometía, con el marica dueño de la
casa de lenocinio apodado “La Juana” quien al vernos llegar y conociendo
nuestra situación nos decía:” bueno mis amores
aquí vienen a lo que vienen si no, no vengan a joder” más sin embargo nos
permitía entrar.
Allí nos deleitábamos haciéndole maldades al gordo Santamaría
el más sano de la barra a quien
encerrábamos con el marica en su habitación para que lo sedujera maldad
previamente acordada que no pasaba a mayores
solo el susto del gordo que cuando le abríamos la puerta salía casi
llorando pero a pesar de ello, se
aferraba más a nuestra amistad pues esa adrenalina que experimentaba con nosotros
nunca la iba a sentir en su ambiente familiar.
Todo era recocha, chistes, rumba, diversión y mecato durante
nuestros encuentros a veces patrocinado por el gordo el rico de la gallada, Todo
iba muy bien hasta que cayó un mosco en la sopa, un compañero quien haciéndonos
seguimiento, observaba lo bien que lo pasábamos, que siempre andábamos juntos, lo que le
desarrolló una envidia de la buena por pertenecer al grupo.
Este amigo se llama Luis Guillermo Serna más conocido como el
Cura por aquello de haber estudiado en el seminario, y quien cierto día en que
estábamos reunidos en un recreo nos confrontó solicitándonos el ingreso a la barra respondiéndole de inmediato que no
era posible su ingreso porque sus nombres no empezaban por J luego no encajaba en la relación. Era tanto su anhelo de pertenecer a la barra
que hasta hablo de cambiarse el nombre por Juis Guillermo. Se le notó la
tristeza con la respuesta pero desde ese
día, no dio su brazo a torcer y empezó con
una tarea de ablandamiento de las
jotas solicitándonos, cada vez
que nos veía reunidos, el ingreso al combo.
Fue tanta la insistencia que cierto día nos pusimos de
acuerdo y para quitarnos ese marica de encima le propusimos que si quería ser parte del
combo debía de someterse a unas pruebas, que si las pasaba, automáticamente ya
era de los nuestros. La alegría se le vio en el rostro y sin preguntar de qué
se trataba acepto el reto. Fueron cuatro duras pruebas que si la justicia
colombiana operara aun estaríamos presos por
asociación para delinquir, vejación
a ser humano y un poco de
sadismo.
Aunque ya le pasó el trauma por los oprobios que soportó para ingresar a la
barra, aún recordamos cuando con unos tragos encima nos decía: ustedes si eran
unos hps pero gracias a ello estoy aquí compartiendo con ustedes.
Posteriormente el Gordo Jaime nos abandonó, cuando en una acción violenta contra su integridad
física, fue muerto en un atraco.
Desde ese día somos las 5 Jotas con una L entrometida.
Otros grandes amigos han sido también, desde hace muchos años
parte de esta confraternidad
participantes activos como todos los anteriores de los festejos y reuniones que
se realizan, ellos son Francisco Pacho
Castaño y Darío Mesa.
Todos visitantes
asiduos de la casa de doña Teresita como hijos adoptivos.
Sin pasar por desapercibidas en esta ocasión, a nuestras
grandes amigas aquí presentes, quienes
desinteresadamente en las buenas y en las malas, también han compartido con
nosotros momentos de alegría y de tristeza: me refiero a Marta Villa, Nodier,
Ana Rosa, Luz Elena Vargas, Luz Elena Duque Bibiana y Chila Gil a quienes
agradecemos vuestra compañía y amistad.
Lo más interesante de esta historia, de toda esta camaradería
y amistad existente hasta el día de hoy es que todo esto no hubiera sido
posible que existiese de no ser por el apoyo y la alcahuetería sana de nuestros
padres adoptivos como los consideramos desde esa época, Juan Francisco
Duque y Teresita Londoño en especial ésta última quien por más
de 50 años ha tenido que aguantarse a esta plaga de insurrectos cuando desde las instalaciones
del colegio de su propiedad el Ateneo Andrés Bello situado en Campo Valdés, nos
patrocinaban todas esas pilatunas al permitirnos dormir, comer y disfrutar como
si fuera nuestra casa a la cual íbamos con el pretexto de amanecer dizque
estudiando. Y en donde hacíamos de todo
sanamente menos estudiar.
Desde esa época Tere ha sido nuestra madre, guía y consejera a la cual
reportándonos periódicamente conocemos su estado de salud y a la vez ella
conoce de nuestra situación buena o mala tanto de salud, afectiva como económica y razón por la cual nunca
hemos perdido el rastro que nos ha permitido permanecer juntos hasta hoy, así hayamos vivido en diferentes ciudades, ilación
que no se perdió pues cada uno de nosotros sabía de los demás gracias a ese
desinteresado contacto que tenemos con
Tere.
A Dios gracias, a la medicina y a las buenas energías
emitidas por todos los que la acompañamos en el percance que tuvo, hoy sigue con
nosotros, superando cada día esa crisis que casi nos priva de su presencia.
Para ella pido un caluroso aplauso y un Gracias por permanecer con nosotros.
Hoy vuelve el destino, personificado por Tere, Juanfer y Marina, y con otras ayudas, permitirnos
de nuevo a esta expresión de amistad, respeto, comprensión, compañerismo y
hermandad llamada las 5 Jotas y demás aquí reunidos celebrar estos septuagésimos añitos a los
cuales llegamos en un acto de rebeldía contra la vejez con la que peleamos a diario
al seguir compartiendo momentos felices llenos de evocación y buenos recuerdos.
A todos los que de una u otra manera han colaborado para que
esta amistad perdure muchas gracias en especial a nuestras compañeras
sentimentales más conocidas como esposas
quienes con su apoyo y colaboración han
contribuido a esta realidad.
Casi se me pasa por alto darle un agradecimiento muy especial
a esa herencia que nos dejó Pacho como decimos nosotros con la picaresca que
nos caracteriza personificada en Luz Elena quien en una forma desinteresada
durante tantos años se he esmerado por atender
a Tere como a una madre y a
nosotros como unos invitados especiales cuando tenemos la oportunidad de visitarlas.
Pueda ser que dentro de otros 10 años tengamos de nuevo la
oportunidad de volvernos a reunir y con una buena calidad de vida y los buenos
recuerdos a flor de piel podamos seguir disfrutando lo poco o mucho que nos
quede por vivir.
“Siempre unidos,
siempre amigos, siempre hermanos”
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