domingo, 21 de abril de 2019


Julio 26 de 2018
“55 años de amistad”

Fue para el año 1962 y posteriores, cuando con mis compañeros aquí presentes tuvimos la oportunidad de entrar a estudiar en el liceo Antioqueño de la Universidad de Antioquia a iniciar nuestro bachillerato.
Fue una vida normal de estudiantes en donde nos conocimos, compartíamos momentos de juventud, estudio y alegría que se reflejaba en los recreos, sitio en donde se iban conformando grupos  muy afines en su comportamiento, ideales y clase social, no siendo  nosotros la excepción.
Sin querer queriendo como decía el Chavo el inicio de nuestra amistad no fue casual pues esa coincidencia de que todos nuestros nombres empezaran por la letra J  tuvo algo en particular, pues a partir de esos años de estudio se fue cohesionando esa logia fraternal, que aún perdura,  conformada por las jotas iniciales: Javier Aguirre, Jorge León Gómez, Javier Londoño y Juan Fernando Duque. Posteriormente se integró al combo  Jaime Rodríguez Santamaría el único con pedigrí pues era hijo de los Rodríguez y los Santamarías ricos de Medellín, naciendo desde ese entonces  la barra denominada Las 5 Jotas.
No había sitio, espectáculo o invitación en donde no estuviéramos presentes y unidos.
Si relatáramos  las diferentes aventuras y pilatunas compartidas durante esos años hasta hoy, daría para escribir un betseller.
Por eso hoy quiero recordar algo de ellas de alguna significación como por ejemplo, cuando  en plan de recocha y más pelaos que un preso en el baño  nos desplazábamos al barrio Lovaina epicentro de prostitución de la ciudad con ánimos de tomarnos una cerveza y darle de comer al ojo como se dice literalmente observando las chicas que allí elaboraban ya que  el presupuesto económico que manejábamos como estudiantes no nos daba ni para cogerle las mano a las damiselas.
Lo que si aprovechábamos era la amistad, que en nada nos comprometía,  con el marica dueño de la casa de lenocinio apodado “La Juana” quien al vernos llegar y conociendo nuestra situación  nos decía:” bueno mis amores aquí vienen a lo que vienen si no, no vengan a joder” más sin embargo nos permitía entrar.
Allí nos deleitábamos haciéndole maldades al gordo Santamaría el más sano de la barra  a quien encerrábamos con el marica en su habitación para que lo sedujera maldad previamente acordada que no pasaba a mayores  solo el susto del gordo que cuando le abríamos la puerta salía casi llorando pero a pesar de ello,   se aferraba más  a nuestra amistad pues esa  adrenalina que experimentaba con nosotros nunca la iba a sentir en su ambiente familiar.
Todo era recocha, chistes, rumba, diversión y mecato durante nuestros encuentros a veces patrocinado por el gordo el rico de la gallada, Todo iba muy bien hasta que cayó un mosco en la sopa, un compañero quien haciéndonos seguimiento, observaba lo bien que lo pasábamos,  que siempre andábamos juntos, lo que le desarrolló una envidia de la buena por pertenecer al grupo.
Este amigo se llama Luis Guillermo Serna más conocido como el Cura por aquello de haber estudiado en el seminario, y quien cierto día en que estábamos reunidos en un recreo nos confrontó solicitándonos el ingreso  a la barra respondiéndole de inmediato que no era posible su ingreso porque sus nombres no empezaban por J  luego  no encajaba en la  relación.  Era tanto su anhelo de pertenecer a la barra que hasta hablo de cambiarse el nombre por Juis Guillermo. Se le notó la tristeza  con la respuesta pero desde ese día,  no dio su brazo a torcer y empezó con una tarea de ablandamiento de las  jotas  solicitándonos, cada vez que nos veía reunidos, el ingreso al combo.
Fue tanta la insistencia que cierto día nos pusimos de acuerdo y para quitarnos ese marica de encima   le propusimos que si quería ser parte del combo debía de someterse a unas pruebas, que si las pasaba, automáticamente ya era de los nuestros. La alegría se le vio en el rostro y sin preguntar de qué se trataba acepto el reto. Fueron cuatro duras pruebas que si la justicia colombiana operara aun estaríamos presos por  asociación para delinquir, vejación  a  ser humano y un poco de sadismo.
Aunque ya le pasó el trauma por  los oprobios que soportó para ingresar a la barra, aún recordamos cuando con unos tragos encima nos decía: ustedes si eran unos hps pero gracias a ello estoy aquí compartiendo con ustedes.
Posteriormente el Gordo Jaime nos abandonó, cuando  en una acción violenta contra su integridad física, fue muerto en un atraco.
Desde ese día somos las 5 Jotas con una L  entrometida.
Otros grandes amigos han sido también, desde hace muchos años  parte de esta confraternidad participantes activos como todos los anteriores de los festejos y reuniones que se realizan, ellos  son Francisco Pacho Castaño y Darío Mesa.
Todos   visitantes asiduos de la casa de doña Teresita como hijos adoptivos.
Sin pasar por desapercibidas en esta ocasión, a nuestras grandes amigas aquí presentes,  quienes desinteresadamente en las buenas y en las malas, también han compartido con nosotros momentos de alegría y de tristeza: me refiero a Marta Villa, Nodier, Ana Rosa, Luz Elena Vargas, Luz Elena Duque Bibiana y Chila Gil a quienes agradecemos vuestra compañía y amistad.
Lo más interesante de esta historia, de toda esta camaradería y amistad existente hasta el día de hoy es que todo esto no hubiera sido posible que existiese de no ser por el apoyo y la alcahuetería sana de nuestros padres adoptivos como los consideramos desde esa época, Juan Francisco Duque  y Teresita  Londoño en especial ésta última quien por más de 50 años ha tenido que aguantarse a esta plaga  de insurrectos cuando desde las instalaciones del colegio de su propiedad el Ateneo Andrés Bello situado en Campo Valdés, nos patrocinaban todas esas pilatunas al permitirnos dormir, comer y disfrutar como si fuera nuestra casa a la cual íbamos con el pretexto de amanecer dizque estudiando. Y en donde hacíamos de todo  sanamente menos estudiar.
Desde esa época Tere ha sido nuestra  madre, guía y consejera  a la cual  reportándonos periódicamente conocemos su estado de salud y a la vez ella conoce de nuestra situación buena o mala tanto de salud, afectiva  como económica y razón por la cual nunca hemos perdido el rastro que nos ha permitido permanecer juntos hasta hoy, así  hayamos vivido en diferentes ciudades, ilación que no se  perdió pues cada uno  de nosotros sabía de los demás gracias a ese desinteresado contacto  que tenemos con Tere.
A Dios gracias, a la medicina y a las buenas energías emitidas por todos los que la acompañamos  en el percance que tuvo, hoy sigue con nosotros, superando cada día esa crisis que casi nos priva de su presencia. Para ella pido un caluroso aplauso y un Gracias por permanecer con nosotros.
Hoy vuelve el destino, personificado por  Tere, Juanfer y Marina, y con otras ayudas, permitirnos de nuevo a esta expresión de amistad, respeto, comprensión, compañerismo y hermandad llamada las 5 Jotas y demás aquí reunidos  celebrar estos septuagésimos añitos a los cuales llegamos en un acto de rebeldía contra la vejez con la que peleamos a diario al seguir compartiendo momentos felices llenos de evocación y buenos recuerdos.
A todos los que de una u otra manera han colaborado para que esta amistad perdure muchas gracias en especial a nuestras compañeras sentimentales más conocidas como  esposas quienes con su apoyo y colaboración  han contribuido a esta realidad.
Casi se me pasa por alto darle un agradecimiento muy especial a esa herencia que nos dejó Pacho como decimos nosotros con la picaresca que nos caracteriza personificada en Luz Elena quien en una forma desinteresada durante tantos años se he esmerado por atender  a Tere  como a una madre y a nosotros como unos invitados especiales cuando tenemos la oportunidad de  visitarlas.
Pueda ser que dentro de otros 10 años tengamos de nuevo la oportunidad de volvernos a reunir    y con una buena calidad de vida y los buenos recuerdos a flor de piel podamos seguir disfrutando lo poco o mucho que nos quede por vivir.
“Siempre unidos, siempre amigos, siempre hermanos”

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